La semana pasada radiqué una denuncia frente a la Procuraduría Regional de Antioquia contra el actual Secretario Seccional de Salud y Protección Social de Antioquia, Carlos Mario Montoya Serna, por haber vulnerado mi dignidad como profesional, persona y mujer. Mientras estuve al frente del equipo de trabajo, como directora administrativa de un proyecto de salud, recibí, por parte del señor Carlos Mario Montoya, un trato indigno, discriminatorio e intimidatorio. Mi derecho al buen nombre fue violado, lo cual afectó mi salud física y mental, además de deteriorar mi estabilidad personal, familiar, laboral y social.
Resulta paradójico que la persona que representa la máxima autoridad en salud en el departamento de Antioquia, por medio de sus acciones violentas, me tenga atravesando por una depresión que está destruyendo mi vida. Me atrevo a denunciar porque sé que muchas mujeres, al igual que yo, están atravesando por la misma situación de sufrimiento silente, no solo en la Secretaría Seccional de Salud de Antioquia, sino en las diversas esferas de la sociedad, en diferentes instituciones, en lo público y en lo privado.
Para casi nadie resulta ya sorprendente el hecho de que las mujeres no somos bienvenidas en las altas esferas del poder. Ya no es algo nuevo. Nuestro camino hacia la realización profesional está llena de obstáculos que incluyen: invisibilización, condescendencia, acoso y diversas formas de abuso. Pero, así como hemos logrado visibilizar esta problemática, cada vez somos más las que decidimos no quedarnos calladas y hacer uso de los recursos legales que las luchas de muchas mujeres a lo largo de la historia nos han dejado. Un sentido de responsabilidad con las niñas, aquellas que serán mujeres adultas en unos años y serán ejecutivas, profesoras, investigadoras y que liderarán proyectos de alto impacto, nos llama a tomar cartas en el asunto. No dejaremos pasar por alto los casos de abuso de poder y no dejaremos que nuestra dignidad siga siendo vulnerada de manera sistemática.
Hago una invitación especial a aquellas mujeres que se identifican conmigo en la experiencia de vulneración, que hoy expongo ante la opinión pública, a que no guarden más silencio. La ley nos ampara en la mayoría de las situaciones de violencia de género. Sé que el miedo a enfrentarse contra estos hombres poderosos es enorme, pero vale la pena. Nosotras también somos fuertes y no estamos solas.
¿Será la tortura psicológica el precio a pagar por querernos destacar como mujeres en cargos directivos? Por supuesto que no. No lo permitiremos.
Documento de la denuncia formal en la Procuraduría Regional de Antioquia