Los delitos de acceso y acto sexual violento son comportamientos fundamentalmente machistas, producto de una falsa creencia de superioridad. Creencia, que no se puede adjudicar a alguien en específico, puesto que todas las personas tenemos responsabilidad en la enseñanza de la educación para la intolerancia.
Para destruir al machismo, que afecta a mujeres y hombres por igual, es necesario desaprender lo que nos han enseñado y así, iniciar cambiando nuestras expresiones sexistas y comportamientos erróneos que muchas veces utilizamos sin notarlo, como la concepción de que los colores y los juguetes tienen sexo, o la justificación de las violaciones por la forma de vestir.
Los violadores son los hijos favoritos del patriarcado, puesto que sus actos representan la manera más sucia, violenta y enfermiza de dominación. Quienes violan son cobardes, que utilizan la indefensión de su víctima para someterla y alimentar los vacíos de su miserable baja autoestima.
Los violadores, tanto hombres como mujeres, son la fase extrema del machismo. Sus delitos ameritan mucho más que la cárcel de por vida.
A continuación un poema a los violadores