En Colombia se debe recuperar el verdadero sentido de la palabra doctor. Podríamos decir que en Colombia decirle a alguien doctor es una ofensa, por el dicho común de que cualquiera es doctor.
Las muestras no solo van desde la mentira fabricada de un alcalde que se vendía como el más preparado de todos y que eso le deba ventaja para administrar una ciudad como Bogotá, presumía tener, usando la expresión coloquial más cartones que un tugurio. Las evidencias han demostrado que ni siquiera tiene maestría. Igual no ha pasado nada, a pesar de haber cometido un delito al mentir en documento público al registrar en la hoja de vida pública que tenía maestría.
En el reciente escándalo del Sena, donde se demuestra que la directora, declarada insubsistente, sí había denunciado las irregularidades de la pasada administración que seguía mandando desde la Secretaría General de la casa de Nariño, y que a propósito es muy amiga del “doctor” de los TransMilenios, llama la atención que en documento que probaría lo afirmado a unos se llamen doctores y a otros no.
Este es el enlace al acta de Sena que prueba lo anunciado: https://docs.google.com/viewerng/viewer url=http://www.wradio.com.co/docs/20171102b8020122.pdf
A los que no se les llama doctores, curiosamente, son: al representante de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos y al representante de la CUT, un sindicalista. No por ser este último sindicalista no se le considera doctor ya que el presidente de la CUT parte del Consejo del SENA, si bien es sindicalista y no es doctor, lo llaman doctor. Se entiende que alguien que represente a los campesinos y a los sindicatos sea mirados de perfil por los “doctores”.
Pero de todos la única doctora es Natalia, la Viceministra de Educación Superior, así se puede ver en el sitio web de la Universidad Nacional.
Ver: Natalia Ruiz Rodgers, designada como nueva viceministra de Educación
De los “ilustres” consejeros del Sena, ni Liliana, ni Julián, ni Juan Carlos, ni Germán, ni Andrés Felipe (no es el que están pensando), ni Antonio, ni Daniel, y por supuesto, ni Julio Roberto, son doctores. Estos son los enlaces a la información sobre los “doctores”:
- María Eugenia Aparicio Soto
- Daniel Arango Ángel
- Julio Roberto Gómez Esguerra
- Antonio Osorio Melo
- Julián Ponton Silva
Ah, este es el perfil de Fabio, que es ingeniero, pero lo llaman señor. Ser señor en Colombia es muy difícil, de hecho, junto con José para el Consejo Directivo del Sena son los únicos que lo son.
En el mundo real, ser doctor equivale a pasar por un programa de doctorado, en una universidad acreditada para otorgar este título, y hacer una tesis de investigación que contribuya al nuevo conocimiento en el campo o disciplina en el que se realiza.
Pero en Colombia ser doctor es cualquiera que asume la presunción de ser tal, muchos se ofenden que sin ser doctores no sean llamados como tales… y por cuales. Pues esos doctores son los que se han rifado y se siguen sorteando al país, como es el caso del Sena, que es una de las entidades más apetitosas para los doctores, ya que está en todo el país y eso, entre otras cosas hace de su presupuesto, bastante holgado, un foco de atención importante para los doctores.
Posdata: El verdadero título de Doctor fue entregado por primera vez en la Alta Edad Media y fue Santo Tomás el primero quien lo recibió. Ser doctor, en aquella época, equivalía a tener la autorización de instruir a nivel universitario. Los países anglosajones conservan esa tradición y por eso otorgan el título PhD que significa Philosophiae Doctor. Es curioso que los que de verdad son doctores en Colombia, para diferenciarse de los otros doctores, con justa razón, se hacen llamar PhDs., y se convierten en otros impostores de la titulitis porque habiendo hecho el doctorado en Colombia o en “cualquier” universidad española quieren ser PhDs sin que su cartón lo diga. ¿Por qué mejor no ser señores como Fabio o José?