Siguiendo el ejemplo de su homologo de Cartagena, Manuel Vicente Duque, el indiciado alcalde de Girardot debería dar un paso al costado y permitir que la ciudad de las acacias vuelva por sus fueros. El mandatario que el pasado 29 de septiembre cumplió un año de detención en la cárcel Pícota solo estuvo frente a su cargo nueve meses y pasó a formar parte del primer caso anticorrupción, que en su programa "bolsillos de cristal" adelantó el fiscal general Nestor Humberto Martínez.
Este lo investiga como sospechoso de haber participado en los delitos de fraude electoral, engaño al elector, peculado por apropiación y concierto para delinquir, toda vez que formó parte de un entramado para formar una empresa criminal que finalmente los llevó al lugar donde hoy se encuentra. Con la expectativa de que si es hallado responsable, termine condenado a una pena que puede superar los 10 años.
Mientras esto sucede, la ciudad se sume en la incertidumbre y en el atraso. El no retiro de Villalba del cargo solo contribuye a envilecer el ejercicio de la política, pues son muchos los ciudadanos buenos, con una visión panorámica de los problemas que tiene la ciudad, que podrían ayudar a la reconstrucción de la ciudad y de su institucionalidad, pero por la forma como viene siendo manejada han optado por abstenerse de participar en la toma de decisiones para rediseñar el futuro de Girardot.
La inoperancia y la incapacidad de la administración interina es evidente, que al parecer siguiendo el estilo del también preso exalcalde Diego Escobar Guinea, pone su gestión en manos de los aúlicos y publicistas para pretender hacer creer a los girardoteños que la ciudad se trabaja para "seguir avanzando".
Y mientras la ciudad se hunde en un mar de misería, inseguridad, deterioro de la infraestructura, desorden y caos en el espacio público, ausencia de inversión en obras de mantenimiento, recuperación y nuevas.
Girardot, que llegó a tener el 99% de sus vías pavimentadas, hoy presenta un vólumen longitudinal de vías sin pavimento y pavimentos viejos en mal estado. En fin, el panorama no es nada halagüeño y desde la cárcel, según tituló un medio local, a la conclusión del malogrado referendo revocatorio, dijo "aquí estoy y aquí me quedo" pensando en su cargo de alcalde, pero olvidando que se encontraba en la cárcel. Donde queda demostrado "que ser pillo no paga".
Por eso una decisión personal que se aparte de todo interés ajeno y de los propios intereses mezquinos sería demostrar que tiene algo de nobleza y dignidad y renunciar al cargo de alcalde de Girardot.
