El eje neurálgico de los acuerdos de La Habana para suspender la violencia en Colombia es el punto 4. La sustitución de cultivos ha sido un reto para todos los gobiernos en Colombia, y por eso el Presidente Juan Manuel Santos y los representantes de las Farc formularon un plan que fuera lo suficientemente seductivo para que un campesino que tenga sembrados de coca quiera dejar de sembrar algo ilícito - que llena de violencia su entorno - para entrar a formar parte de proyectos productivos de alimentación legales. Pero el plan piloto se dio en Briceño, Antioquia, un lugar que no era el adecuado pues la productividad de las matas - en apenas 600 hectáreas - no representaba un verdadero reto. Por eso cuando se intentó calcar la experiencia en Tumaco - con 26,000 hectáreas - donde cada mata produce literalmente el doble que en Briceño, el plan comenzó con una tragedia: la masacre del 5 de octubre donde murieron entre 6 y 19 campesinos. Para evitar que esto ocurra en otras zonas del país, Coccam - Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana - lideró un paro nacional indefinido al que se han unido otros gremios como campesinos y transportadores. Las zonas que ya comienzan a bloquearse son el Catatumbo y el Guaviare, pero fue en el Cauca donde comenzaron a manifestarse estos pequeños cultivadores de hoja de coca.
