Criticamos a los políticos corruptos, pero volvemos a votar por ellos

Criticamos a los políticos corruptos, pero volvemos a votar por ellos

Hoy, el país va por mal camino. Mientras no superemos el analfabetismo político, no habrá esperanza de cambio

Por: JOSÉ NILSON LECTAMO SILVA
octubre 13, 2017
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Criticamos a los políticos corruptos, pero volvemos a votar por ellos
Foto: Colprensa

Las distintas radiografías que del país se han hecho son claras, desde hace más de treinta años han venido revelando que las enfermedades se encuentran en las entrañas de la casi toda sociedad colombiana.

Desde décadas venimos padeciendo los cruentos e interminables conflictos entre godos y cachiporros, la interminable guerra con la insurgencia, la cooptación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial por el narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares, las bandas criminales y los poderes económicos.

Hemos presenciado y muchos hasta sobrevivido a cruentas masacres perpetradas por la guerrilla, los paramilitares y hasta por los mismos agentes del Estado, nuestra sociedad ha sido permeada por la desesperanza y la no credibilidad en el cambio. Ese es el país en donde vivimos desde hace más de medio siglo, esas han sido y son las enfermedades que aquejan a nuestra sociedad y no han sido atendidas por quienes han gobernado nuestro país.

Ahora, cómo salir de ese mal, cómo encausar a la sociedad colombiana en un nuevo y próspero proyecto de país, Albert Einstein, decía “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Pues bien, llevamos más de cinco décadas eligiendo quien nos gobierne, eligiendo a la misma clase política que encontró en las arcas de nuestro Estado su mejor opción de retribución económica, es decir, llevamos más de cincuenta años haciendo lo mismo y por eso ha sido imposible lograr resultados diferentes para sanar los malestares de la sociedad colombiana.

Ese es el escenario en el cual nos encontramos, y ad portas de la contienda electoral de 2018, con gran parte de la sociedad desinformada y desinteresada por lo público, es casi seguro que nuevamente repliquemos lo que por años hemos venido haciendo, eligiendo a los mismos con las mismas.  Ese desinterés y la desinformación sobre los temas públicos de la nación, traducidos en analfabetismo político, nos tendrá condenados a seguir en el circulo vicioso de la politiquería colombiana.

Palabras sabias la que pronunció Bertolt Brecht, cuando mencionó que: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de las judías, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.

Por esa razón, el llamado hoy es a leer, a indagar, a investigar y a proponer, a dejar de ser analfabeta en los temas públicos y pasar a ser el protagonista de la transformación social, a propiciar “desde su comodidad” el cambio de pensamiento en su familia, en su trabajo, con sus amigos, con la sociedad, y en ultimas re descubrirse como verdadero ciudadano...

Hoy, el país va por mal camino, corrupción, inequidad, abandono del campo, desfinanciación del agro, inseguridad, desempleo, escaso acceso a la educación superior, y baja calidad educativa en los niveles de básica y secundaria, narcotráfico, bandas criminales y otras cuantas enfermedades que nos vienen aquejando hace años.

Como hablamos de pedagogía, empecemos por decir que los responsables de la crisis que vive Colombia, no son ni Castro ni Chávez, a ellos dejémoslos tranquilos en su tumba –Q.E.P.D-, los responsables a esta situación somos todos los colombianos, por acción o por omisión, y desde luego, unos con más culpas que otros. Con más culpas, sin lugar a dudas, quienes han gobernado el país, y con menos culpas los ingenuos que les entregamos esa responsabilidad, claro está, la ingenuidad no nos libra de la responsabilidad.

En tiempos de votos

Nada más positivo para un “político tradicional” que salir del norte de Bogotá, del sur de Medellín o Cali, e internarse en las regiones de Colombia, en donde encuentra en su máxima expresión la “reverencia caudillista” que cientos de compatriotas le profesan.

En este escenario, todo le resulta fácil, puesto que es el centro de atracción y no encuentra reparos de fondo respecto a su función pública. No hay cuestionamientos imposibles de responder, aquí, la respuesta ante los interrogantes siempre será el resultado de la mala gestión de los otros políticos, nunca la suya propia. En este espacio todo está hecho en términos electorales, bastará mover unos cuantos pesitos y sus fanáticos responderán en las urnas. Mientras no superemos el analfabetismo político, no habrá esperanza de cambio.

Y esto es precisamente lo que muchos quieren, que no haya cambio, prefieren seguir aumentando las brechas de la desigualdad, que sigamos abriendo las puertas al mercado global sin garantizar condiciones de competitividad para los productores locales, que las prácticas corruptas y clientelistas sigan direccionando los destinos de la nación para beneficio de unos cuantos, mientras la gran mayoría se hunde en la pobreza.

Este es nuestro panorama hoy, y la invitación es a que, al mejor estilo oriental, hagamos de este caos, una oportunidad para construir juntos un nuevo proyecto de país, desde la riqueza de las regiones, desde el talento de personas, y desde la grandeza de nuestra diversidad.

Hoy, faltando cerca de siete meses para las elecciones presidenciales, tiempo en el cual nos encontramos a tantos personajes en los muchos lugares de Colombia, me atrevo a exigir a los ciudadanos a que se la jueguen por la esperanza y el cambio, a que no sigamos siendo indiferentes frente a los problemas que nos aquejan como sociedad, a que no permitamos que los políticos tradicionales sigan ostentando las riendas de nuestro país, sumiéndonos en el atraso y la pobreza.

Mientras no superemos el analfabetismo político, no habrá esperanza de cambio, la pelota está en nuestras manos, y solo nosotros decidimos si seguimos el mismo camino, o nos encausamos en otro rumbo…

Posdata: Yo me la juego por quienes han escogido el camino más difícil, pero a la vez el más correcto para empezar a sanar las enfermedades de la sociedad colombiana, el camino de la pedagogía política, de recorrer el país entregándole la responsabilidad también a los ciudadanos, generando empoderamiento, labrando el camino de la esperanza y el compromiso colectivo. Me la juego por esos “nuevos políticos”, los soñadores, quienes visitan las regiones, no sólo escuchando problemáticas sino también construyendo soluciones con la gente, sin mover los pesitos para comprar los votos, con la firme convicción de que podemos pasar la oscura página del país e iniciar a escribir la página de la esperanza y las oportunidades.

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