De escraches, funas y roches

De escraches, funas y roches

Es frecuente atacar sin violencia física, pero sí con violencia social y mental a personas e instituciones en las puertas de su domicilio, lugar de trabajo o sitios cotidianos

Por: Orlando Solano Barcenas
octubre 09, 2017
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De escraches, funas y roches

Este tipo de conductas aparentemente no agresivas se han ido dando cada vez más en el mundo. Hoy en día la llaman “escrache”. Se trata de una acción de protesta de las llamadas de “acción directa”.

El origen ha sido remontado al idioma francés y a algunos de los dialectos galos e italianos. En mi concepto el verdadero origen se encuentra en la arcaica institución del derecho indio llamada “sitting dharna” (Código de Manú) o ayuno del acreedor contra su deudor. Medio de cobro extrajudicial que operaba de la siguiente manera: el acreedor no satisfecho por su recalcitrante deudor, cual “chepito”, se sentaba frente a la puerta de este en dharna, es decir, con las piernas cruzadas en posición de flor de loto (como ocurre en el sit in o sentada de protesta), luego sembraba un círculo de arroz en torno a su persona con un cuchillo o frasco de veneno en la mano para iniciar un ayuno, sin ejercer violencia física; pero sí, con la firme intención de lograr el fin propuesto. De ser impedido en su empresa se tomaría el veneno o se acuchillaría en el vientre.

También operaba en casos de materia penal para exigir el castigo ante una flagrante impunidad. Se perseguía con esta coacción hacer recaer el escarnio y la sanción social sobre la persona objeto de esta forma de presión. Es el inicio de las huelgas de hambre, de la no violencia y la desobediencia civil (Thoreau, Tolstoi, M.L.King) contra alguien, en lo que era muy diestro el Mahatma Gandhi, quien con esta forma de presión (satyagraha) liberó a su país del imperio británico.

En la isla de Irlanda, jamás “tocada” por el derecho del imperio romano, existía esta misma costumbre llegando a decir los antropólogos que seguramente hay en ella un arcaico trasfondo del más profundo derecho ario. Saint Patrick se hizo diestro y exitoso en ayunar “contra” aquellos reyes paganos que no querían convertirse al cristianismo. Louis Lecoin, a la par de los patriotas que luchaban contra el invasor inglés, hizo numerosas huelgas de hambre contra Inglaterra hasta lograr la independencia de la isla. Las sufragistas inglesas, norteamericanas y de muchos otros países consiguieron el derecho al sufragio empleando esta forma de coacción social y política.

La versión contemporánea de la costumbre india es lo que hoy en día se ha llamado “escrache” para aludir con ella a una manifestación popular frente al domicilio de personas públicas o instituciones a las que se les quiere infamar o poner en evidencia en forma pública, generalmente por haber cometido actos indignos de corrupción o lesivos de los derechos humanos bajo la forma de crímenes de lesa humanidad.

La etimología más próxima al actual escrache se encuentra en diversas lenguas surgidas del latín como la occitana, romance, lemosín, francés clásico, piamontés, ligur, toscano, italiano oficial. Las diversas palabras utilizadas se aproximan en grafía (escratcha, escracar, escreare, escracé, scracc, scracar, scracu, scaraccare, scaracchiare, scarachio, scalca) y en el sentido (pelar, descascarillar, romper, escupir, esputar, reprochar con malos modos, afrentar, hacer burla y escarnio, aplastar, astillar, machacar, avergonzar, desenmascarar, poner en evidencia a alguien). Algunos quieren aproximar escrache al verbo inglés to scratch por su significado de raspar, arañar, rascar, rasguñar. Lo cierto es que casi todas estas acepciones llevan una fuerte carga de cabreo, rabia, furia, indignación, avergonzar, ulceración, sanción, imprecación, poner el ojo, ver la cara fea del otro, mandarlo al frente.

Se realiza entonces el escrache como una manifestación de grupos de activistas que se dirigen al domicilio o lugar de trabajo de alguien que se quiere denunciar con un propósito de reivindicación que golpee a la opinión pública en su conciencia. Se da bajo diversas formas como cánticos, carteles, pintadas, sentadas, grafitis, música, representaciones teatrales, arrojar huevos y verduras podridas, poner pancartas y pasacalles, hacer parrilladas, manifestaciones públicas, volanteadas, murgas, batucadas y coros populares. Pero, antes de la acción se hace un trabajo previo en el vecindario para informarle sobre los actos censurables del futuro “escracheado”. Se apela a la sanción social del infractor cuando la justicia ordinaria ha sido burlada.

En el Cono Sur, Venezuela y España, el término se ha aclimatado. En Chile se le conoce como “funa” (pudrir, arruinar, denunciar y repudiar en público a una persona o institución que haya cometido malas acciones). En Perú se le dice “roche” (avergonzar, arrochar). En Argentina el lunfardo adoptó “escrache” para significar romper, destruir, aplastar, escarnecer, desairar, presionar, amedrentar, denunciar, acusar, acosar, avergonzar, desenmascarar, poner en evidencia a alguien. En España, el término está emparentado con el de “sorrostrada” para denotar insolencia, descaro, oprobio, echar en cara, en el rostro algo vergonzoso que le dé pesadumbre a la persona denostada.

Los cazadores de nazis utilizaron en Argentina el escrache en la búsqueda y captura de los asesinos del Tercer Reich allí refugiados. La agrupación de derechos humanos llamada HIJOS ha hecho seguimientos como método de participación social en un contexto de impunidad en el que no hay posibilidad de lograr una condena judicial contra los perpetradores de crímenes de lesa humanidad. Lema:”Si no hay justicia, hay escrache”. Se procura con esta acción obtener la “condena social” de los militares violadores de los derechos humanos durante las diferentes dictaduras.

En Argentina hay críticas hacia el escrache por ser visto como un acto de intimidación y acoso público que podría terminar con acciones violentas que pueden derivar en delitos contra la propiedad privada. El escrache es comparado con la patota y el patotero, pero haciendo la aclaración que este no trata de justificar con argumentos ideológicos su accionar, a diferencia del escrachador que sí procura escudarse tras una ideología. En España se utiliza el escrache contra bancos, diputados y otro tipo de instituciones y personas. En 2013 FUNDEU consideró el término, la palabra del año teniendo en cuenta los numerosos escraches que se dieron en el reino. Vale la pena anotar que se escracha tanto a la izquierda como a la derecha.En general, dentro de todo el espectro político.

Para algunos jueces, juristas y periodistas españoles el escrache es visto como una forma pacífica de exigir el cumplimiento de demandas populares y no solo como una actividad delictiva; pero, siempre y cuando no se haga de forma violenta o bajo amenaza contra los representantes políticos. Algunos sectores sociales han apoyado el escrache “no violento” por ver en él un mecanismo ordinario de participación democrática de la sociedad civil y expresión del pluralismo de los ciudadanos. Otros sectores lo censuran por considerarlo expresión de acoso salvaje, de atentado contra la democracia, de forma de amenaza e intimidación.

En todo caso no está tipificado el escrache como delito, salvo cuando hay desórdenes públicos por ser punible intimidar a una persona frente a su domicilio o hacerle allí concentración. En casos como este un tribunal afirmó ver en estas acciones coacción bajo “indicios delictivos” que pueden aproximarse a los delitos contra el honor o la dignidad de las personas. Ha habido críticas al escrache bajo la óptica de la política por ver en él una metodología propia del fascismo, por ser un método de autoritarismo repleto de violencia como ha sido constante en los regímenes totalitarios.

El franquismo marcaba la casa de los republicanos. El nazismo escrachaba a judíos, masones, homosexuales, gitanos, lesbianas y mendigos. A los colombianos expulsados por el régimen venezolano se les marcaban sus casas, para luego demolerlas en forma infamante. El escrache afecta la democracia por conllevar actos agresivos de protesta no pacífica que daña a personas y bienes, que pueden terminar en mayores delitos y desórdenes. Algunos ven en él ataques injuriosos a las personas, actos que desprecian los mecanismos e instituciones de la democracia. Agregan, que el escrache afecta la memoria colectiva por negar la historia, por ser un acto contrario a una ética basada en la dignidad y los derechos humanos; por ser expresión de un gesto que irrespeta el honor de otro y su intimidad. Que, en últimas, afecta el deseo de justicia y paz social.

En sentencia T-412 de 1992 la Corte Constitucional le puso fin a la práctica de constreñimiento de los chepitos por ser considerados en sus métodos de cobro una aplicación de la justicia por propia mano y una forma directa de amenaza y escarnio público con violación al derecho a la honra, reputación y buen nombre de tanto las personas naturales (afectación de la vida social y el fuero íntimo), como de las personas jurídicas (afectación del “good will” o buen nombre societario apreciable pecuniariamente). Quiso la Corte proteger el núcleo esencial del derecho al buen nombre consagrado en los artículos 15 y 21 de la Constitución. La Superfinanciera de Colombia expidió la Circular Externa 048 del 25 de septiembre de 2008, por medio de la cual imparte instrucciones relacionadas con las condiciones de la gestión de cobranza prejudicial. En ella fijó una serie de requisitos que deben ser cumplidos por las entidades financieras a la hora de hacer los cobros prejurídicos.

La medida contempla horarios adecuados, que no afecten la actividad personal y familiar del deudor, no implicar presiones o cobros adicionales al deudor cuales cobrar a través de chepitos. La ley 1123 de 2007 o Código Disciplinario del abogado le obliga a respetar la dignidad humana, ajustando su conducta al principio de legalidad en el cumplimiento de sus deberes de observar la Constitución y la ley; de respetar los derechos humanos, conservar y defender la dignidad y el decoro de la profesión, la justicia y los fines del Estado, observar y exigir mesura, seriedad, ponderación y respeto en los asuntos atinentes al ejercicio de la profesión; prevenir litigios innecesarios, inocuos o fraudulentos y facilitar los mecanismos de solución alternativa de conflictos por medio de la persuasión, abstenerse de incurrir en actuaciones temerarias de acuerdo con la ley sin promover causas o actuaciones manifiestamente contraria a derecho como emplear amenazas o en general promover el abuso de las vías de derecho o su empleo en forma contraria a su finalidad.

De estas disposiciones y prohibiciones queda muy claro que las actividades de chepito están terminantemente prohibidas. ¿Qué decir de las actividades de escrache político ahora que están en aumento en Colombia, como lo demuestran los realizados a exministros, expresidentes, exmagistrados, gobernantes en general y candidatos presidenciales? Las campañas electorales de 2018 se aseveran muy agonísticas, acrimoniosas y faltas de juego limpio, comportamiento correcto, leal y sincero hacia el contrincante u oponente. ¿Retroceso en los valores de la democracia? Sí. Ciertamente

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