Si en verdad fue la Policía la que anoche masacró a esos 9 campesinos, estaríamos ante una institución profundamente deslegitimada. Plagada de asesinos a sueldo, y mafiosos enquistados en sus más altas esferas. Tienen que rodar cabezas de inmediato. Hay que investigar, acusar, imputar y encarcelar urgente a los culpables. Depurar la institución de asesinos de grafiteros, del presunto asesinato de una Alferez por supuestas "Comunidades del Anillo" y otras barbaridades.
Pero, si no es así, y si quienes masacraron a los campesinos fueron las disidencias de las Farc, como dicen los generales; entonces estaríamos de igual manera ante un Gobierno asesino que legitimó la barbarie al hacer un acuerdo a la medida del terrorismo, con impunidad incluida. En cualquiera de los dos escenarios hay dolor, y siguen perdiendo los más débiles.
País de cafres... Gobernado casi que por masones, y legitimado por un pueblo al que ya nada le sorprende
Hemos llegado a ser los colombianos un pueblo sinvergüenza, que elige a los mismos por un plato de lentejas, que no habla por miedo, que no exige verdades, y que además aplaude la impunidad bajo el mísero argumento del perdón.
Ya basta de santistas y uribistas hablando pendejadas en redes sociales... Es hora de actuar, de exigir la verdad y claro, perdonar. Este es es un perdón necesario si queremos renacer como sociedad civilizada. Pero ese perdón tiene que conllevar al menos un ápice de verdad y garantía de no repetición. Hay que castigar a quienes cometieron la masacre de Tumco. No podemos anestesiar la sociedad con un perdón que nos cercene la memoria. Mientras en Colombia no haya verdadera justicia, la barbarie terrorista, sea perpetrada por las fuerzas del orden, o por los paramilitares, o los guerrilleros, no acabará; solo cambiará de actores.! Mea culpa.