La revisión de los presupuestos de inversión de Colciencias en el período 2012 a 2016 de los proyectos no financiados pero elegibles luego de evaluación por pares académicos y de otras actividades de ciencia, tecnología e innovación aprobadas, muestra que la demanda insatisfecha por investigación e innovación varió entre el 36,9% y el 1,2 % con relación a los montos del presupuesto de inversión en los años 2014 y 2013 respectivamente, asumiendo que el monto de los proyectos no financiados equivale al promedio de los financiados. La suma de la demanda insatisfecha acumulada en esos años es de 362,3 mil millones de pesos, lo cual demuestra que existe necesidad objetiva de investigación e innovación en Colombia, que no encuentra financiación en el fondo de ciencia, tecnología e innovación, CTeI, del sistema de regalías, debido al manejo clientelista en los departamentos; el diseño institucional está bloqueado: hay demanda y recursos, pero el clientelismo impide satisfacerla. Lo anterior sin tener en cuenta demandas insatisfechas adicionales en otras instituciones del Estado: SENA y Ministerios.
En abierto y escalofriante contraste: el gobierno de Corea del Sur invierte cada año en cada uno de los 27 centros de investigación nacionales —básica y productiva— el equivalente al presupuesto colombiano anual del fondo de CTeI del sistema de regalías —US 450 millones de dólares— que junto a los 30.000 centros de investigación empresariales, la mayoría en pymes, junto a sus universidades tecnológicas y tradicionales, conforman una máquina colosal de innovación empresarial y de aplicación social, que nos puso a una sideral distancia de ese país, cuando hace apenas 55 años el PIB per cápita coreano equivalía a las dos terceras partes del nuestro. Los Aurelianos Buendía de Corea del Sur con el apoyo estatal pudieron aplicar su ingenio al mayor y más acelerado desarrollo empresarial en la historia, y no a las guerras inútiles o al encerramiento en el laboratorio de ilusiones. El desarrollo productivo, como se ve, requiere muchísimo más que una buena macroeconomía y la apertura comercial: las mieles del conocimiento.
El costo de oportunidad no es solo la postración relativa de nuestra sociedad y el sector empresarial, el inmenso riesgo está en que siendo creciente el apoyo a la formación de posgrado —Doctores y Magísteres— es abruptamente decreciente el apoyo a la investigación y la innovación en Colombia, emitiendo el nefasto y torpe mensaje que en Colombia el oficio de investigador e innovador no tiene futuro. ¿Será que las élites se dan cuenta que se está privando a la sociedad colombiana de la inteligencia y sensibilidad de los jóvenes formados que ante tamaño despropósito decidan residir en el exterior, y de paso, generar a los gobiernos de dichos países ahorros por ello, y una absurda transferencia de valor desde un país como Colombia francamente necesitado de orientación prospectiva basada en conocimiento?
Si bien existe firme demanda insatisfecha por investigación y desarrollo es preciso realizar un diálogo nacional sobre el aporte de la ciencia y la innovación a un renovado modelo de desarrollo, que logre una visión compartida a largo plazo del rol de la CTeI en nuestra sociedad, y una agenda acordada que focalice de manera firme los campos de conocimiento y actividades, derivada de una mirada amplia que vincule de manera dinámica los ámbitos de la investigación, el desarrollo experimental, la innovación y el emprendimiento.
Volviendo al presupuesto: la suma de 117.000 millones que se propone ahora adicionar a los 220.612 millones propuestos inicialmente para 2018, significa una reducción del 10,9% con relación al presupuesto de este año. Considero que al menos una tercera parte de la demanda insatisfecha acumulada se justifica financiar -120.000 millones de pesos-, y el monto adicional debe ser de 227.000 millones de pesos, para un total de 447.000 millones de pesos en 2018.