El buen gusto ya es cosa del pasado. Las nuevas generaciones tienen como líderes musicales a un sinnúmero de artistas, que de cualidades y calidades precisamente artísticas, pocón, pocón. Ahora los que lideran las listas y gustos musicales son Maluma y su tribu. Ya el vallenato está llamado a recoger. Los de la nueva ola y la enorme proyección comercial que tiene el reguetón y el trap acabaron o están acabando con el género vallenato. Les cuento un caso particular: estando en el balneario Hurtado, en Valledupar, observé a cuatro niñas de alrededor de 10 a 12 años, quienes estaban escuchando canciones de reguetón, al lado de ellas, pero en otro grupo, se encontraban otras de la misma edad, fascinadas y casi hipnotizadas por ese ruido. Ellas escuchaban reguetón, repito, reguetón, nada de vallenato. Caramba, si esto ocurre en la capital del género vallenato, ¿qué podríamos esperar en otras latitudes?
Mi hija, al principio se había resistido a este género musical, es decir, al reguetón, pero no pudo. Para un adolescente o joven resistirse a esto es enclaustrarse, es aislarse socialmente. Ya los jóvenes de hoy no digieren otra cosa. El reguetón y el trap lo escuchamos hasta en el trinar de una olla de presión. El mayor exponente de esta ruidosa moda en Colombia es Maluma. Antioqueño, que hoy día es la mayor figura "artística" de nuestro país. Eso, aunque nos resistamos a aceptarlo, es un hecho que no admite controversia. Este es el número uno en Colombia y fuera de Colombia. Y eso duele. Y duele porque es un personaje que tiene de artista lo que yo tengo de cirujano plástico. Hoy día, este joven tiene vomitadas todas las cadenas de radio, los periódicos, las redes sociales, la televisión, con su "música". Canciones como Cuatro babys, Nadie sabe, Borro cassette, etc, cuyos mensajes incitan a todo menos a cosas buenas, rompen todos los record, en YouTube tienen más de 400 o 500 millones de vistas.
Estas canciones de regueton y trap que unidas con su baile, al que creo llaman, perreo, hacen sonrojar a cualquiera con tres grados de decencia o prudencia. Ya esto no es ni siquiera moda. Este ritmo llegó hace rato y lo hizo para quedarse. Esto se acabó. Yo estoy a punto de la locura. Cuando escucho un reguetón o un trap de estos es como ustedes ahora escuchando la máquina que aparece en el video. Así filtran mis oídos esa estruendosa y desagradable música.
(Nota: muchos términos y nombres utilizados aquí se tomaron de los datos que mi hija me suministró)