Voces autorizadas alzaron su reclamo frente al episodio de la niña Frida Sofía, la supuesta víctima del embate de la naturaleza, quien llegó a ser considerada el “símbolo del terremoto de México”, y que luego resultó ser solamente un rumor, al parecer incrementado por un despliegue excesivo y sin reflexión.
Comunicadores de la estatura de Carmen Aristegui, quien publicó un reclamo a la Secretaría de Marina, como único responsable del lamentable rumor, luego fue señalada por algunos de sus colegas quienes reclamaron que ella también hizo parte de la nube de difusiones imprecisas y emocionales del caso Frida Sofía.
Más allá de los señalamientos sobre los niveles de responsabilidad en la creación de esta “falsa noticia” vale la pena dar una mirada a los aspectos que pudieron volatilizar a nivel informativo, una versión que trascendió en medio de la zona de desastre, pero que ningún comunicador verificó de acuerdo con los criterios del contraste de fuentes.
Si bien es cierto, los corresponsales se basaron en los datos de los rescatistas que tenía acceso directo a la fuente, que al final resultó ser una señora empleada del colegio Enrique Rebsamen y no una menor de edad, es dable que por las presiones propias de un cubrimiento, en una zona de tragedia, he vivido esa experiencia y habló sobre a base de la experiencia, el entorno de ruidos de ambulancias, imágenes de heridos, muertos y dolor, hacen que el reportero pueda perder el control.
El corresponsal igualmente está afectado por las presiones que recibe desde las salas de redacción, que sumado al legítimo recurso de encontrar historias humanas, para “ponerle un rostro a la tragedia”, configuró el escenario propicio para que una versión primaria se fuera convirtiendo en el eje articulador de la narrativa periodística entorno al terremoto de la capital mexicana.
Con el paso de las horas se han conocido informaciones en cuanto si se dispuso, en su momento, de fuentes diferentes a la Marina que iban en contravía de la versión de la existencia de la niña Frida, como el testimonio de un traductor que fue entrevistado en la zona y quien señaló que no existía ninguna menor entre las personas que estaban siendo rescatadas. Igualmente los listados de niños occisos, heridos y a salvo habrían servido como elemento de contraste para equilibrar los contenidos periodísticos y no caer en esa vorágine de relatos propia de la trasmisión de emociones y no propiamente de información.
El compromiso con la verdad, traducido al rigor periodístico, que en términos del estudioso de la comunicación brasileño Felipe Peña de Oliverira, es el “método objetivo de acopio de información, el contraste efectivo de las fuentes y la consulta a expertos”, se ve afectado por el afán de entregar de manera inmediata y constante la información.
El modelo de la trasmisión en vivo puede privilegiar la inmediatez y el componente emocional, como es frecuente en este esquema que hemos heredado de las consolidadas CNN, NBC o ABC. También está el exceso de protagonismo del medio y el afán de tener exclusivas que se traduzcan en rating y reconocimientos. Basta enunciar los despliegues desmesurados de temas como OJ Simpson o el caso dela menor Jo Benet Ramsey, para comprender la conmoción que despiertan y los televisores que encienden los temas asociados a dramas humanos. En Colombia tenemos el referente de Omaira- la niña de Armero- que trajo premios a reporteros y fotógrafos que documentaron su historia.
La responsabilidad con la verdad se vio afectada por ese afán de contar hechos, pues no hubo lugar a una visión reflexiva. Es inocultable que la “velocidad” de un hecho noticioso semejante derivó en una cascada de variables de difícil control, datos inmediatos, entrevistas en directo a personas consternadas o funcionarios con un conocimiento primario, superficial y en consecuencia sin espacio para un juicioso proceso de confirmación de datos, ni un manejo adecuado de la información.
Nota: En contraste con este episodio, fue muy moderado el tono y profesional el cubrimiento de Carlos Barragán-enviado especial de Caracol televisión de Colombia.