La administración de Trump ha amenazado a Colombia con "descertificarla", con colocarla en una "lista negra" porque no cumple a cabalidad sus "obligaciones en la lucha contra el narcotráfico". Dicho esto, cabe preguntarse quién certifica a Estados Unidos y es imperativo que nuestras autoridades le recuerden a sus homólogos estadounidenses varias cosas.
En primer lugar, que los recursos del "Plan Colombia" no son puestos en su totalidad ni en su mayoría por EE.UU., sino por Colombia. Por otra parte, como recordaba oportunamente el presidente Santos, que no hay otro país que haya puesto más muertos que nosotros en esa quijotada de la "Guerra contra las drogas"; por desgracia, Centroamérica no tardará en arrebatarnos tal distinción. Por si fuera poco, que también hemos perdido una parte de la misma Colombia, pues la fumigación con glifosato ha echado a perder muchas tierras; eso por no hablar de los animales y hombres que se han visto perjudicados por su uso. Y, para variar, que estos sacrificios no nos han valido de nada; cuando mucho a ser señalados por los índices de los inválidos.
Porque, hay que hacer la salvedad, nosotros no somos los del problema. Aunque así lo quiera el Sr. Trump, el sol no puede ocultarse con un dedo: el consumo de opioides y otras drogas está disparado en Estados Unidos, al punto que su mismo gobierno ya habla de una "epidemia" (una curiosa palabra para denominar a un mal que creen traído por los extranjeros). Así, pues, con esa demanda, ¿cómo espera el gobierno norteamericano que la oferta disminuya? ¡¿Cómo lo espera Trump?! No soy un millonario ni un hombre de negocios (ni un narco), pero creo que ni así podría comprenderlo. ¿Estará Trump hablando en chino... o ruso? ¿Es necesario recordarle al presidente de los Estados Unidos que varios Estados de la Unión están legislando a favor de la legalización? ¿Cuál será la política exterior de Estados Unidos: luz en la calle, oscuridad en la casa?
Ciertamente, no faltará los iluminados que digan en Washington que EE.UU. se siente solo en la lucha contra los narcos, o, dado el brote nacionalista, que es el único que lucha contra el narcotráfico, pero a esta gente, que lanza criterios, certificaciones y descalificaciones al vuelo, se le debe aclarar que la DEA es más un filtro que un muro. En verdad ni aunque desenterraran a Eliot Ness podrían cumplir con sus "obligaciones" con respecto al narcotráfico. Sin embargo, si hay alguien que pueda llevar adelante la "guerra contra las drogas", ese es el presidente Trump: sus marines lucharían allá a donde se encuentran sus votantes, en medio de ninguna parte, lejos de las costas, lejos de Mar-a-Lago. Por paradójico que resulte, el único escollo que encontrará en su cruzada serían sus propias políticas de migración, ya que tendrían que importar peces gordos, porque, verán, según la sacrosanta DEA, no hay "kingpings" al norte del Río Bravo; quizá puedan apañárselas con algunos caviares de la Bratvá. En cuanto a las armas, podría dormir tranquilo, es bien sabido que en América puede faltar de todo, menos las armas: las tiene el rico, las tiene el pobre, los sanos, los enfermos (hasta mentales), los negros, que son blancos, y ¡hasta los mexicanos! Es increíble que esos bad men estén armados; y más increíble todavía es que este derecho trascienda las fronteras y que en México se descubra que el arsenal de los carteles es ciento por ciento "americano". ¿Cómo llegan esas armas al sur del Río Bravo? ¿Cómo sortean el muro? Como América es primero, supongo que la administración de Trump solo se interesará por este misterio cuando los fusiles sean made in China; por nuestra parte, que diga lo que quiera, lejos ha quedado el respice polum, ahora miramos a América, la grande, no la pequeña.
