Francisco, el ultraconservador

Francisco, el ultraconservador

"Francisco retorna hasta las reglas propuestas por mismísimo hombre que inspiró el cristianismo"

Por: Henry Yesid Ortega Palacio
septiembre 13, 2017
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Francisco, el ultraconservador
Foto: Twitter @elpapacol

Dio bastante de qué hablar el papa Francisco en su paso por Colombia. Entre sus discursos, acciones y posturas ratificó la muy sonada opinión de estar ante un pontífice diferente, raro a nuestros ojos. En todo el espectro de sentimientos posibles, además de amor y respeto, despierta un odio y fastidio en sectores recalcitrantes de la iglesia y la sociedad del Vaticano, de Colombia y el mundo. Lo tildan de liberal y blando en la doctrina, lo que no saben es que es un ultraconservador.

Me remitiré a formas básicas de los conceptos que menciono para explicar mi punto. Por conservador —así muy por encima— vemos a esa persona o grupo que se apega a las reglas de antaño, que le gusta el statu quo o que en el afán de materializar su creencia de que todo pasado fue mejor, quisieren cambiar lo que tenemos con el fin de todo sea como antes.

En esta descripción encajan perfectos los que sienten ardor en el pecho cuando Francisco habla de que todos caben en la iglesia, cuando pone puentes de comunicación con las comunidades LGBTI, y al desendiosar la figura papal y alentar a las cúpulas sacerdotales a dejar la opulencia a un lado, etc., etc. Lo peculiar es que la descripción también encaja con el papa, con la diferencia que este no se devuelve a las normas inquisitoriales de hace un milenio y las llora con nostalgia. Por el contrario, Francisco retorna hasta las reglas propuestas por mismísimo hombre que inspiró el cristianismo.

Al recordar el mandamiento del amor o el de dejar al lado el soberbio sentimiento de sentirse con capacidades de juez universal; Francisco les recuerda a los seguidores de Jesús y de demás tradiciones o sin alguna, puntos clave en el tan deseado y tortuoso camino del progreso moral de la humanidad. El amor y la apertura a la diferencia son ante todo actos morales, es decir, acciones llevadas a cabo considerando sus efectos sobre los otros —incluso sobre la naturaleza—. Así es como el pontífice se hace amante de reglas de antaño, tan viejas como la iglesia que preside, y trabaja explotando el valor simbólico de su cargo, para promover el statu quo que deseaba el personaje de quien se dice vicario. Haciendo semejantes acciones no es un blandengue con la doctrina, por el contrario la robustece al obligarla a encajar con sus ideas base.

Es por esto que a sus contradictores les gana y no solo en humanidad. Mientras que ellos enarbolan su conservadurismo recalcitrante, Francisco se la juega haciéndose con el título que ellos anhelan para si: el de ultraconservadores. Echando más atrás en el tiempo y volviendo a los mensajes de quien inspiró la comunidad de personas llamada Iglesia católica, el papa se lleva este título, con la particularidad de ser un ultraconservador del amor.   

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