La solidaridad de los policias de tránsito

La solidaridad de los policias de tránsito

"Mi Fiat destartalado frente a una multa de 400 mil "

Por: Nelson Cárdenas
noviembre 28, 2013
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La solidaridad de los policias de tránsito

Hace unos días, a pesar del natural escepticismo que nos acompaña por tanta y tan mala noticia que a diario tenemos de nuestro paisito, pude, por un instante, sentir que esto tiene algún futuro. Mi carro es un Fiat 147 que vió mejores tiempos que los que pasa conmigo. Destartaladito y todo, anda bien, con la ventaja adicional que con uno nadie se mete. Bueno, casi nadie.

Fui a hacer una vuelta a Girón que es casi como decir Bucaramanga, pero no caí en cuenta que la vía que escogí era lo que llaman una vía nacional. Me paró la policía de tránsito en un retén y yo muy tranquilo, pues recién había sacado el seguro y el certificado de gases. Y el policia de tránsito me deja sentado de una con un “No trae luces puestas”. Me agarré la cabeza a dos manos, ¡las luces! me olvidé de ponerlas en esta vía nacional. El policía me ve la cara, me ve el carro y se compadece para negociar la cosa. “Mire, ese parte es muy caro. Mejor hagámoslo por otra cosa. Miremos su equipo de carretera” Yo me bajé a mostrarlo, a sabiendas de que no llevaba nada distinto a un destornillador, un extintor de fecha incierta, gato y cruceta. Mientras el policía miraba la herramienta que no estaba, yo miré mi cartera y por si no fuera poca mi desgracia, no tenía ni un miserable Gaitán. Creo que balbucié un “hermano, no tengo plata” y el hombre me miró y me dijo con la mirada de quien niega la evidencia “No le estoy pidiendo plata”, con una dignidad de segunda clase.

“Ahora sí las metí”, pensé, crujiendo los dientes. Nunca he sido bueno dando rodeos y aquí si que me hubiera venido bien algo de diplomacia.
El hombre insistió, como buscando una solución buena para ambos “¿No tiene amigos en la alcaldía?” “No, soy hijo de vecina” le respondí con franqueza.

Mi mujer que es psiquiatra siempre me ha dicho que mis habilidades comunicativas son muy pobres. Y ahí lo estaba viendo. No tenía de donde argumentarle nada, sin luces, sin equipo, sin un peso, seguramente con algún reporte de impuestos no pagados, enfrentando una multa de 400 mil para mi carro de 3 millones. Casi un 10%. Yo miré al policía haciendo la cara del gato de Shrek. El hombre me miró, miró el carro y parece que por un instante ya no vio la regla de las luces prendidas, ni la coima para aliviar su también escaso ingreso mensual, sino al tipo medio varado que era yo ese día. Y supongo que me le parecí a él mismo pagando sus servicios públicos atrasados o contando las monedas para tomar el bus al trabajo, o escuchando la llamada del banco por la cuota atrasada y entonces me miró, casi sonriente, y me lanzó un inolvidable “Deje así y prenda las luces” que me devolvió por ese día la fe en el país, en el que alguien con toda la posibilidad de joder al otro, prefirió solidarizarse con él. ¡Viva Colombia, carajo!

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