Lo siento, Claudia López, pero no me puedo quedar en Cúcuta

Lo siento, Claudia López, pero no me puedo quedar en Cúcuta

Tras leer el libro de la senadora, una cucuteña cuestiona la aplicación de la propuesta final que se hace en el texto y explica el porqué de su posición

Por: Milena Gómez
septiembre 11, 2017
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Lo siento, Claudia López, pero no me puedo quedar en Cúcuta

Curiosidad fue la que me llevó a leer el libro publicado el año pasado por la senadora Claudia López que se titula ¡Adiós a las Farc! ¿Y ahora qué? Este es un compendio de experiencias y análisis bibliográficos sobre la construcción estatal de los gobiernos anteriores, de recorridos históricos por todos los intentos de justicia transicional que ha presenciado este país; y que a su vez estructura una propuesta bastante desafiante para unir a una Colombia dividida a nivel político, económico, social y territorial. Muy recomendado para las personas que les interesa lo que pasó y lo que ella como precandidata presidencial quiere que pase en este país.

Sin embargo, la parte conclusiva del documento escrito por la senadora y titulado Está en nuestras manos, en el cual motiva a los jóvenes y a la sociedad en general a contribuir desde sus conocimientos al mejoramiento de las políticas públicas de su ciudad y hace una invitación para que estos permanezcan en sus regiones realizando dichos aportes, generó en mí una serie de acertijos sin resolver. Lo anterior en razón a que sencillamente eso no es algo que se pueda propiciar en la ciudad de Cúcuta, imposible al día de hoy, les explicaré el porqué.

Yo soy una profesional como cualquiera, como la gran mayoría de jóvenes de mi ciudad, una persona que con dedicación y esfuerzo acaba de terminar una carrera profesional. Alguien que no viene de una familia conocida en la región y que nunca ha trabajado por una cuota política, es decir soy una profesional desempleada. ¿Y quién es San José de Cúcuta? Es la segunda ciudad más desempleada de Colombia, su porcentaje de empleo informal es superior al reportado para el total a nivel nacional. Lo anterior quiere decir que el 69,8% de personas que trabajan en mi ciudad no cuentan con un salario fijo y tampoco ganan el salario mínimo legal establecido en el país, no se encuentran afiliados a un sistema de seguridad social de salud y de pensión, no tienen una estabilidad laboral que les permita tener esa tranquilidad diaria que todos los seres humanos necesitan, por lo que hablar de vacaciones, primas y cesantías son casi como una utopía.
Cúcuta es una ciudad en donde el Ministerio Público es inexistente y por lo tanto la corrupción rampante, en donde declaran nula la elección de un alcalde ya cuando este ha terminado su periodo como mandatario. La ciudad en donde un juez de la república acaba de ser condenado por prevaricato y dos de los tres magistrados de la Sala Laboral del Tribunal del Departamento están siendo investigados por el mismo hecho. Además, uno de ellos, el Magistrado Fernando Castañeda Cantillo se encuentra prófugo de la justicia, el primero en la historia de Colombia ¿Y cuál es el hecho? Nada más y nada menos que condenar a Ecopetrol por vía de acción de tutela a pagar más de ciento treinta mil millones de pesos a un grupo de trabajadores; hasta un estudiante de derecho de primer semestre podría identificar que ese es el fallo más inviable proferido en toda la órbita de la Rama Judicial.
Pero ahí no acaba la cosa, el asunto de que estamos siendo gobernados por un comodín de alcalde, el cual recibe órdenes por parte de un delincuente vestido de traje desde la cárcel la Picota de Bogotá, es el secreto peor guardado de la ciudad; y es el peor porque a nadie le aterra, a nadie le importa. Todo lo contrario, la gente se abalanza a saludar vía skype al que llaman "papá Ramiro", les interesa que él se de cuenta que lo están apoyando, para que luego les ayude con un "puestico". Ahora, el peor y más inmediato problema de Cúcuta son los notorios y preocupantes desplazamientos de nuestros compatriotas venezolanos que vienen a probar suerte en esta ciudad, una ciudad que conforme a lo que antes he descrito solo puede ofrecerles miseria y hambre, porque el Estado no ha llegado a Cúcuta para contribuir con el grandísimo problema fronterizo que vive la ciudad.
En Cúcuta es muy difícil crear empresa, tan difícil como en todo el territorio nacional, es complejo conseguir un empleo que se ajuste al perfil de cada persona, es un privilegio tener un trabajo justo que garantice un salario mínimo; por supuesto no se puede negar que en comparación a unos veinte años atrás, hoy somos los colombianos más afortunados, mejor educados y menos afectados por el conflicto. Pero, ¿de qué nos sirve estudiar si no hay trabajo y si lo hay es mal remunerado? Muchos manifiestan que en Cúcuta la única alternativa es trabajar en una campaña política, apoyando al más popular, por no decir que al más corrupto, pues creen que se puede depurar la politiquería desde adentro, pero yo personalmente no creo en eso, pues el fin no justifica los medios.

Me voy de una ciudad inviable, me voy de aquí porque estorbo, así se sienten muchos cuando en las calles de mi ciudad pueden ver que ya no cabemos tantos, pues los andenes están llenos de personas buscando un mejor futuro porque en su país nada puede garantizarlo, me voy porque necesito buscar algo mejor y aquí no lo encuentro. Lo siento, senadora Claudia Lopez, pero no puedo esperar quince años a que usted traiga el Estado a mi región.

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