El uribismo, desde sus orígenes, se basó en el odio que el colombiano promedio le tenía a las Farc. El presidente supo explotar ese rencor en cada uno de sus discursos como gobernador de Antioquia y después candidato. Colombia venía de un proceso de paz fallido por culpa de la inoperancia de Andrés Pastrana y necesitaba seguir el camino de la guerra al que creía estaba destinada.
Uribe prometió acabar a punta de bombazos a las Farc en menos de seis meses. En ocho años no lo pudo hacer. Incluso él mismo se dio a la tarea de intentar negociar. Por eso mandó a dos sacerdotes con el respaldo del Vaticano en el 2005 pero Raúl Reyes los rechazó. No confiaba en Joseph Ratzinger, entonces nuevo papa. Para el 2010, cuando pensaba que Juan Manuel Santos, hijo de la más rancia aristocracia, iba a ser una especie de mandadero suyo, iba a desplegar un proceso de paz con las Farc muy parecido al que se usó en La Habana. Incluso ya tenía a Frank Pearl designado como comisionado de Paz. La traición de Santos hizo que Uribe ganara adeptos promoviendo una guerra sin cuartel contra las Farc por encima del diálogo. Aunque su popularidad sigue siendo alta ha disminuido dramáticamente. La gente además se dio cuenta de que con la firma del acuerdo de paz con Las Farc el país no se está volviendo como Venezuela ni mucho menos.
Además la gente empezó a entender que la visita del papa a Colombia se dio sólo porque se firmó el acuerdo con las Farc. A través de uno de sus obispos más cercanos, el italiano Giorgio Lingua, el papa Francisco estuvo pendiente de todo lo que pasaba en La Habana. Lingua estuvo allá cerca de dos años y tenía como sus funciones informar de pormenores al Vaticano. A Francisco —siempre le interesó el fin de la guerra en Colombia. Los católicos –aparte de los estrambóticos seguidores de José Galat y de Ordóñez— aman a este papa sencillo y revolucionario, uno de los pocos santos que ha dado la Iglesia católica. Al decir en su misa de hoy en Cartagena que hay que apoyar una paz estable y duradera, Francisco manda un mensaje claro a su rebaño y es que los acuerdos con las Farc se deben respetar.
¿Qué va a decir Uribe y sus discípulos del Centro Democrático? ¿Que el papa también es un agente de Cuba y Venezuela? La visita del papa y el respaldo al proceso es la patada final que recibe un movimiento moribundo, que, a pesar del esfuerzo de más de un pastor evangélico, llegará sin fuerza a las elecciones del 2018 por más Alejandro Ordóñez que pongan. Bravo Francisco, soy ateo pero le has devuelto la grandeza a una institución que se estaba pudriendo en su opulencia y pedofilia como es la iglesia católica