Primero quisiera iniciar con algo que todos, creo, estaremos de acuerdo. Nadie le negaría la felicidad a sus padres, a los viejos, a los cuchos que le dieron la vida; a esos que nos criaron con lo que a ellos les dio fortaleza cuando no tuvieron la filosofía de ningún pensador europeo, y solo tuvieron la biblia y la retahíla de control moral que aunque suene feo, es lo que nos ha permitido convivir como familias en muchos lugares, sobre todo en esta tierra del sagrado corazón que se divide por un color o un chisme.
Nos bautizaron, algunos hasta primera comunión y confirmación; así fuera por la plata; en este país laico, predomina el catolicismo, pero conozco muestras de diversidad religiosa, con formas de ver el mundo que dejan entreabiertas las neuronas, al ver como algo que no se puede explicar mueve seres y masas; como dice una canción que repetí en mi cabeza al despertar de mi conciencia "algunos lo llaman suerte otros fe". Podríamos llamarlo "la fuerza", "las ganas", "el deseo", "el impulso", o "el universo confabulando".
Por tanto es algo popular, y no por ello es malo, ni tampoco bueno, esta visita es el partido del hincha, el concierto del melómano; dirán entonces que un partido o un concierto no cuestan tanta plata, ni la sacan de recursos públicos. Si tienen razón, pero mi idea no es decir que se justifique esa cantidad de dinero, que a mi parecer es demasiado, que si sería mejor invertirla en la niñez, agro, vivienda, educación, pensiones, en la ciencia cuyo presupuesto está siendo burlado en estos momentos. Está claro que no tiene discusión, pues esto ya es una realidad sin reversa.
Lo popular no es malo, lo malo es cuando lo popular es la única opción.
Y como tenemos opción, podemos aprender de estos momentos históricos, o la de dejarlos pasar, pues en nuestras manos no está cambiar lo que ya es un hecho, y es la razón y justificación de la felicidad de muchos, en especial, la de esos viejos que seguramente te criaron a vos; no es resignación, es que yo no me niego disfrutar las sonrisas de unos cuantos, los ojos brillantes, aunque sea en su mundo de verdades que no son las nuestras.
Es oler aunque sea por un rato unión, aunque a veces apeste a hipocresía, pero en medio de tanta pudre, puede haber abono y que de este surjan flores.
No le niegue a sus abuelos, cuchas, taitas, y quien quiera que usted quiera, que disfrute de lo que es para ellos fuente de alegría, que cada uno en su propia mente tiene con que llenarse de esas ganas que requiere para reavivar el deseo de vivir, o morir.
Si el posmoderno le puede, vaya y corra con el indígena y tome Yagé o Ayahuasca, aprenda a meditar, haga Yoga, apréndase el discurso de Gandhi, lea a Samael Aun Weor y espere a Hercolubus, desplegue como loto sus chacras, camine en fuego, lea a Cohelo o el Necromicon, sea estadista y ministro de recursos imaginario, y denigre de la felicidad de una masa en la que puede estar su mama o abuela, pareja o extraño sentipensante para los que esto es importante. Si usted es tan bueno sea bueno, pero no olvide que no creer en algo es tratar de apagarlo, y sea como esta publicación, una queja más en este muro de los lamentos virtual.