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Pero no se enojen conmigo. Eso no es un invento mío. Las estadísticas dicen que hace más de 70 años que los cafeteros no le ganamos a los cariocas.
La verdad es que con fútbol mediocre nunca se le va a ganar a los pentacampeones del mundo.
Brasil tiene una cultura futbolística más sólida que la nuestra, lo cual no solo es un argumento deportivo, sino una fortaleza material. Los jugadores que son convocados a la selección hacen respetar su tradición ganadora. Los cariocas no se dan el lujo de tener en sus filas a deportistas con mentalidad de perdedores.
Para bien o para mal, eso transforma a la selección de Brasil en un equipo imbatible, en todo el sentido de la palabra equipo. Son un engranaje de super, hiper, mega campeones.
¿Por qué ha de molestarnos esta realidad? Al contrario, mientras más bravo es el toro, mejor es la corrida y mayor el mérito para el torero. Cuando Colombia le gane a Brasil, se puede empezar a creer el nivel futbolístico de nuestra selección se está elevando.
Hagamos un poco de historia futbolera: Colombia y Brasil han jugado 11 partidos desde aquel 21 de enero de 1945, de los cuales los cariocas han ganado 9, han empatado 1 y han perdido otro. Sí, alguna vez los cafeteros le ganamos a los cariocas, pero no en Barranquilla, sino en Santiago de Chile.
No sé qué pasa, no sé por qué no podemos superar a los pentacampeones. No sé si es cuestión de dislexia, trastorno del aprendizaje, pánico escénico, complejo de inferioridad, falta de responsabilidad, compromiso, amor por los valores y el simbolismo del balompié colombiano.
Tal vez sea algo muy complejo y que guarda relación con lo político, lo económico, lo social, lo cultural y que por eso mismo desborda lo meramente deportivo.
Recientemente al presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, le tocó recular con su propuesta de reducir la inversión para el deporte. Y digo inversión, porque no es gasto.
El ministro de hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, aseguró que en materia de ciencia y tecnología se puede hacer mucho con poco. Falso.
No confunda la brujería con la ciencia.
Eso es el desprecio de los gobernantes por la cultura, la ciencia y la tecnología como pilares para el progreso de las sociedades.
Esto se refleja también en el fútbol. Los equipos se parecen a la clase política de su región de origen. Les duele hacer inversión. Los que sufren son los hinchas y los que pagan los platos rotos son los jugadores y los técnicos, porque la parte de león se la llevan los dueños y señores de los clubes.
Así no se puede, así es imposible que Colombia le gane a Brasil.
