El periodista Juan José Jaramillo de Las2Orillas entrevistó a Juan Manuel Ospina del Partido Conservador quien dijo: “Si un grupo que fue guerrillero, que estaba armado, está ahora transformándose y dando nacimiento a un partido político, yo creo que esa es la esencia de un proceso de paz, subestimar esto que está sucediendo es un error garrafal”.
Lo he dicho y escrito infinidad de veces. Si yo hubiera visto desde el comienzo de las negociaciones de la Habana que Rodrigo Londoño Echeverri, conocido bajo el alias de "Timoleón Jiménez" o "Timochenko", y los otros bandidos de las Farc integrantes del Secretariado, tenían como intensión llegar a un acuerdo de terminación definitiva de su rebelión y negocio del narcotráfico y eran sinceros, otra cosa estuviera escribiendo. ¡Pero no! Desde la Habana siempre declararon que la paz era el pretexto para llegar al poder, que iban tras la toma del poder y el socialismo siglo XXI, y sin ninguna muestra de arrepentimiento, Márquez dijo: que pedir perdón ¿por qué y a quién? Y el cínico invidente Jesús Santrich, dijo al preguntársele si pedirían perdón a las víctimas, contestó cantando y en tono sarcástico, burlesco y gaznápiro: “Quizás, quizás, quizás”, que generó indignación entre víctimas y críticos del proceso de paz, la misma indignación nacional ante el inventario de escobas, traperos y placitos. Las Farc no están desarmadas, tienen milicianos en Venezuela y las fuerzas del orden siguen encontrando caletas con armas y municiones, que ellos no han declarado. Su cinismo, falacia y empleo de todas las forma de lucha siguen vigentes. De manera que no estamos subestimando nada. Vemos unas intensiones perversas para terminar con la democracia. Las Farc son maestras en el arte del engaño.
Y como bien ha escrito Juan Lozano: “Pero sin antes haberse sometido a la justicia, las personas responsables de crímenes de lesa humanidad no deberían estar haciendo política, burlándose de la Constitución de Colombia, de los tratados internacionales, del Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional, de los mismos acuerdos de paz y de la palabra tantas veces comprometida y tantas veces incumplida de Juan Manuel Santos.”
¿Comulgan y después se confiesan? ¡Vaya vaya!
Al entrevistar a Henry Acosta, facilitador del gobierno para los diálogos que llevarían al fin de la guerra en Colombia, manifestó: La otra orilla no estuvo aquí. Y el día que deciden empezar su nuevo partido, los invitaron candidatos, parlamentarios de todas partes, y nadie vino. Es una falta de compromiso con la historia.
Por supuesto, que los candidatos y demás invitados, que tienen criterio, carácter, dignidad, y son demócratas, de ninguna manera podían hacer presencia en un acto donde se exaltarí a los criminales y asesinos del pueblo colombiano Tirofijo, Cano, Reyes y Mono Jojoy. Cuando una historia ha sido escrita con sangre fratricida, como lo han hecho los narcoterroristas de las Farc, es una historia falseada en la cual no debe existir ningún compromiso por parte de los ciudadanos de bien y respetuosos de la ley y las instituciones.
Timochenko en su discurso dijo: “La organización no renunciará a los fundamentos ideológicos ni al proyecto de país por el que fueron fundadas las Farc. En esas palabras, nos está confirmando que sus principios marxistas seguirán vigentes y la lucha la llevar´sn por otros medios, tal cual como figura en el Foro de Sao Paulo.
Colombia no puede ser inferior a las graves circunstancias por la que atraviesa una nación descuadernado, con crisis en la justicia, la economía, el comercio, en la salud y en la que reina la impunidad, teniendo como origen el mismo gobierno.
