La televisión norteamericana comenzó a mostrar en el 2006 a un paisa con el pelo teñido y los brazos llenos de venas que se convirtió en el jugador más famoso del mundo en su momento. Su nombre, Camilo Villegas. Hasta él, Colombia había sido un país mediocre en golf.
La mayoría de golfistas profesionales de élite eran todavía gordos y fumaban tabaco las cuatro horas que dura una ronda. Por eso cuando Camilo comenzó a arrastrarse por el césped del green, causó furor. El 2010 fue su mejor año y se ganó 3 millones de dólares, pero para el 2011 tenía contratos por 10 millones de dólares en patrocinios. Era uno de los 10 mejores pagados.
En su pecho llevaba el logo de Café de Colombia y el espacio que quedaba en su ropa para el patrocinio de Mastercard era solo en el cuello de la camisa. También tuvo, al mismo tiempo, los logos de CVS Caremark, SPDR, Bavaria, Rolex y Taylormade. Todos querían estar en la camisa de Camilo.
Era el número 6 del mundo, pero además era tal vez el más mediático. Fue el que impuso la moda de usar pantalones blancos con camisas chillonas, algo que todavía se usa hoy. Pero se le convirtió en la maldición de la fama. En la calle no podía caminar y cada mes tenía que cambiar de número de teléfono porque a medianoche lo despertaban para declararle su amor. Entre tanta gente, tenía una vida increíblemente solitaria. Comía solo, entrenaba solo.
El PGA Tour es el sueño de todo golfista profesional —sería como las ligas de fútbol inglesa, española e italiana juntas— y el único que ha logrado vivir dentro de esa experiencia ha sido Camilo Villegas. Muchos logran jugar un año, máximo dos, no tienen el nivel para mantenerse dentro del circuito profesional. Solo unos 50 jugadores en toda la historia han logrado mantenerse 15 años con todos los derechos en el Tour.
Pero el año pasado perdió, temporalmente, los privilegios para competir. Llevaba exactamente 12 años como profesional, cuando el mundo se le vino abajo. Tuvo que competir, como cualquier recién llegado, cada lunes previo al torneo para poder tener el derecho de participar el fin de semana.
Camilo Villegas, a pesar de su mala racha, sigue siendo un consentido del PGA Tour. Es un emblema de la nueva generación, de los jugadores élite que iban más allá de la cancha y que tenían un sello personal. Pero eso cuando este año cumplió año, el Tour publicó un video felicitándolo.
Camilo Villegas Spider-man compilation
Happy birthday to our very own Spider-man! ????????Camilo Villegas turns 35 today.
Posted by PGA TOUR on Saturday, January 7, 2017
Después de ser el deportista nacional más famoso y por el que muchos colombianos comenzaron a ver cuatro horas de golf, hoy lo tienen insultadísimo. En los comentarios de los artículos de este año no le dicen menos que “mono engreído”. Como tantos deportistas de este país se convirtió en el depositario de odio de muchos ciudadanos que desde sus televisores emiten juicios implacables.
Camilo ya no es ni de cerca el jugador que era, pero no le importa; decidió tener una vida y ser feliz. Muchos han tomado esa decisión. Rory McIlroy logró batir récords del mismísimo Tiger Woods —el Pelé del golf—, pero apenas ganaba un torneo grande se iba a celebrar con sus amigos en yate: “Yo no voy a botar mi juventud intentando romper cifras, yo voy a disfrutar mi vida y no planeo convertirme en el mejor de la historia”.
Camilo comenzó a entrenar ciclismo. En el 2012 comenzó el declive de su carrera, y algunos medios norteamericanos publicaron confesiones del jugador que reconocía que sus entrenamientos de bicicleta habían afectado su juego de golf. “La vida no es para sufrir y mostrarse al mundo. Hay que disfrutar”. Los amigos han escuchado el cambio de filosofía de vida.
No quiere decir que no entrene. Camilo sabe que que el golf es su trabajo, y se lo toma con mucho seriedad. Para los Olímpicos de Río permitieron que el golf volviera a ser un deporte Olímpico, y Camilo iba a representar a Colombia, pero tuvo que declinar porque tenía que seguir luchando por su supervivencia en el PGA Tour. En sus 13 años Camilo ha facturado más de 60 millones de dólares; solo el contrato que terminó el año pasado con Adidas-TaylorMade era de 25 millones dólares.
Villegas vive en el exclusivo pueblo de Júpiter, a una hora de Miami en carro, y sus amigos todavía cuentan cómo cuando descubrió el ciclismo decidió irse desde su casa hasta el aeropuerto de Miami —80 millas de distancia— en bicicleta. De ahí cogió un avión para un torneo. Ha concursado en seis carreras amateur de 100 kilómetros y ha ganado cuatro de ellas.
A los visitantes en su mansión los recibe en chancletas, pantaloneta de jugar tenis y camisetas blancas. Camilo, después de los millones y millones de dólares, sigue comprando solo en temporada de descuentos. Tiene solo dos casas: la segunda es en Medellín, y cuando viene a Colombia entrena con sus coterráneos Rigoberto Urán y Santiago Botero. Villegas monta porque se despeja mentalmente, y para él esto es prioritario hoy en día: “Yo no quiero jugar para la gente, yo quiero jugar para mí”.
Fue el primer latino en romperla. El puso de moda el pantalón blanco. Es muy sencillo: cuando abre la puerta de la casa en Jupiter, te abre en chanclas, pantaloneta de jugar tenis y en camiseta blanca.
@jjjaramillo2