Dijo en una entrevista: “Cali es una ciudad muy explosiva, Cali es una ciudad donde tenemos un millón de negros en Cali, convivimos con ellos en paz, los queremos mucho, pero debemos tener cuidado sobre todo con este tipo de violencia”.
Quienes conocen Cali, admiten que la ciudad nunca había visto en cargos de dirección, confianza, manejo y asesoría a tantas personas negras, entre quienes se destacan, varios secretarios de despacho, asesores y personas muy cercanas de su círculo más íntimo y de extrema confianza, el alcalde Armitage reclama como un activo a su favor, que el ingenio de su propiedad tiene un tratamiento más benévolo con sus trabajadores, en mayoría negros, como en la totalidad de los ingenios del país y también lo que se considera como un hito, que el Gerente sea negro.
Estos actos, pretender afirmar que el señor alcalde Armitage, no ha realizado ningún tipo de acto racista, sus declaraciones son sacadas de contexto y seguramente tienen que ver con intereses políticos de quienes quieren afectar su imagen, más cuando estamos ad portas de iniciar escenarios electorales.
No obstante, sin menospreciar o desconocer los indicadores ciertos y reales de inclusión que ha realizado el alcalde Armitage, hay que reconocer que se equivocó en sus afirmaciones y es importante que él, su grupo más inmediato de colaboradores y la sociedad en general, reflexionen acerca de aquellos términos que no ayudan a la formación de la igualdad y la equidad que son las bases del respeto a la diferencia y la construcción de cohesión social. Veamos, por qué: El alcalde, relaciona la violencia que azota a Cali, como algo que se ha importado del pacífico colombiano y en especial de Buenaventura, ya que conecta su discurso con el paro que se vivió en el puerto, donde la gente se manifestó para reclamar condiciones más justas de vida. Alcalde, la violencia de Cali, no tiene que ver con Buenaventura ni con el pacífico, es el reflejo de la falta de oportunidades y la violencia estructural, de tipo económico, donde muchos de sus colegas dueños de ingenios, han sumido a la región en desigualdades y salarios míseros que han desencadenado en paros como los de los corteros de caña en el 2008, son los hijos de estos corteros que son de Cali, como los hijos de los desempleados que perdieron sus empleos por formulas excluyentes como la apertura económica, la desaceleración económica de la región y la ignominiosa segregación social del oeste al oriente y del norte al sur.
El narcotráfico que permea el pacífico y toda Colombia, es una actividad nefasta donde más que estigmatizar a la región más excluida del país ante ese fenómeno, donde somos el más débil eslabón y el más sacrificado, es pertinente el reconocimiento como víctimas y no la revictimización con afirmaciones desafortunadas como las del alcalde.
Cali es una de las ciudades de Colombia que tiene mayor cantidad de empleos informales, según el Dane, casi el 50% de la población ocupada está en la informalidad, es una de las ciudades que tiene más negocios de rebusque como peluquerías, ventas de comidas rápidas, pequeños negocios de hecho, todo esto, sin reales oportunidades y acceso a empleo formal, genera violencia.
Sumado a lo anterior, alcalde, como bien usted sabe, las cifras de desempleo en Cali son dos puntos por encima del promedio nacional, y esa es una situación donde se requieren una serie de políticas macroeconómicas impartidas desde el Gobierno, aunado a esfuerzos estructurales del Departamento y del Municipio que usted administra, esto no es culpa de la gente, no vamos a decir que es culpa suya, así como la violencia, pero si del entramado social, político y económico del cual usted hace parte, así sea usted uno de los portaestandartes del modelo, “más rescatables”.
Cuando usted manifiesta “convivimos con ellos en paz, los queremos mucho” está dejando muy claro, que se diferencia de los negros, los acepta, los quiere, pero no son como usted, la verdad, el diferenciarse no es el problema, este radica, en cuanto a decir, debemos tener cuidado, porque ahí si comienza el entorno racista, es guardando las proporciones, como cuando ciertos sectores manifiestan “que inteligente, no pareces negro” “negra pero bonita” “negra jornada en el oriente de Cali, varios muertos este fin de semana” el discurso, la semiótica, nos deja ver que todavía hay en nuestro inconsciente un lenguaje de exclusión donde se denota un cierto aire de superioridad, que existe en nuestro interior y que seguramente estamos tratando de erradicar de nuestra alma y mente, con acciones inclusivas como las que usted hace.
Las significaciones sociales imaginarias, el racismo, la discriminación son también actos de violencia que constituyen una serie de expresiones, manifestaciones y actitudes que no siempre son explícitas, se dan de forma tácita, aún en personas que no tienen generalmente condiciones, ni actitudes de discriminación en su vida cotidiana, le paso a usted alcalde Armitage, como le pudo haber pasado a cualquier otro colombiano, lo importante es reconocer que aún conviven en nuestro interior, huellas ancestrales del lenguaje, cosmovisiones y actitudes entre el opresor y el oprimido, que entre todos, debemos vencer.
Es la educación, el reconocimiento del otro como diferente, pero a la vez igual en oportunidades, sin prevenirse acerca de él, por su origen o por sus condiciones, lo que permite encontrarnos, hay que recordar que los supremacistas blancos muy en boga por los últimos acontecimientos, también manifiestan que hay que tener cuidado con los negros, no es su caso Alcalde, pero ya sabe, ¡así no se habla!, lo importante es que en su alma y su mente, también lo haya entendido.
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