El senador del Polo Democrático Jorge Enrique Robledo plantea: “superar el modelo económico, social y político que tanto daño le hace al país”, por eso habrá que preguntarle al parlamentario ¿por cuál lo cambiamos?, ¿será por el de Venezuela con el socialismo del siglo XXl, que es una simple máscara del marxismo leninismo que busca la perpetuidad en el poder sin importarle las aflicciones de las masas? Pues a la secta comunista totalitaria lo que le interesa de acuerdo a la superstición basada en el materialismo histórico y la inevitabilidad es tener el poder In Saecula Saeculorum.
También es importante reiterar que el Polo, el Partido Verde y progresistas de Gustavo Petro, están afiliados al Foro de Sao Pablo que es el soporte internacional de la dictadura de Nicolás Maduro, y los dirigentes de esas colectividades se hacen los de la vista gorda, tratando de pasar por alto que esa logia fue fundada por el sátrapa de Fidel Castro y Lula Da Silva en 1990, para darle oxigeno en Latinoamérica al marxismo leninismo después de la caída del muro de Berlín en 1989, aprovechándose del atraso conceptual e ideológico de algunos pueblos de la región.
Hay que recordarle a las directivas de los partidos anteriormente mencionados que tanto hablan de corrupción y especialmente con la de Odebrecht, que el componente político de la corrupción en esa empresa brasileña es el Foro de Sao Pablo, impulsado por Lula da Silva y Dilma Rousseff con la que buscaban cooptar a la mayoría de gobiernos en Latinoamérica para el proyecto del socialismo del siglo XlX; subrayando que para el engendro marxista la corrupción es otra forma de lucha, igual a lo que puede suceder con las Farc que poseen una descomunal fortuna para comprar votos en las elecciones de 2018, según algunas denuncias; es que para el comunismo totalitario el fin justifica los medios y, para eso Antonio Gramsci conjugó el marxismo con el maquiavelismo.
Los dirigentes de la llamada izquierda del Polo, los Verdes y Progresistas, han tenido a su favor para no explicar su presencia en el Foro de Sao Pablo que periodistas de los llamados grandes medios de comunicación (de acuerdo a la medición internacional de Alexa no aparecen como tal) nunca le preguntan nada al respecto. No se sabe si es por desconocimiento del tema o que hay instrucciones precisas para evitar conocer la verdad sobre un asunto tan azaroso, cuyo objetivo ha sido conspirar en contra de la democracia en los países de esta parte del mundo, ya que la esencia del esperpento creado por Castro y Lula da Silva es indudablemente marxista leninista, sin que haya la mínima posibilidad de demostrarse lo contrario.
Así que las proclamas contra la corrupción que hace la llamada izquierda son demagógicas y electoreras, porque hace parte del Foro de Sao Pablo, mentor de Odebrecht, que ha sido el factor de corrupción más grande que han conocido nuestros países en los últimos tiempos. Además, es fantasmagórico decir que el Foro de Sao Pablo se creó en 1990 para contrarrestar al neoliberalismo, sabiendo que el origen del mismo fue aproximadamente 13 años atrás cuando el Partido Comunista Chino en contubernio con la grandes transnacionales se juntaron para superexplotar a los trabajadores de la nación asiática y repartirse la plusvalía, lo que ocasionó en el mundo la flexibilización laboral que hoy padecen los trabajadores.
El senador Robledo habla de vencer las candidaturas del continuismo para el 2018, con un programa que en el maoísmo se conoce como el de la Nueva Democracia (aunque no la menciona) que para sorpresa de muchos es igual al gobierno de transición que proponen las Farc. Pero la historia es abundante en experiencias en donde por el prurito del cambio o de rechazar el continuismo muchas naciones han caído en catástrofes inimaginables.
Por ejemplo no hay que olvidar que para Alemania Hitler representaba el cambio en 1933 pero los resultados fueron calamitosos para la humanidad; la revolución de octubre hace 100 años dirigida por el genocida de Lenin pudo crearle expectativas a muchos, sin embargo su resultado fue el camino a la muerte de cerca de 40 millones de personas en las purgas estalinistas; Fidel Castro representaba la liberación de la dictadura de Batista en Cuba en 1959, pero después de casi 60 años ese país es una isla prisión sometido a una monarquía comunista sanguinaria que ha llevado a la población a la esclavitud; también Mao Tse Tung durante la guerra popular prolongada que duró más de 20 años prometió la felicidad de los chinos, y cuando se tomó el poder el primero de octubre de 1949 comenzó el genocidio más gigantesco que conoce la historia en nación alguna, con cerca de 60 millones de asesinatos en la colectivización y la revolución cultural.
Y sin ir muy lejos en la vecina Venezuela hace 19 años sus habitantes fueron tramados, por el teniente coronel Hugo Chávez, con el cuento del cambio, en contra de la corrupción y el continuismo de los partidos Adeco y Copei y los resultados saltan a la vista, pues la corrupción con el chavismo se aumentó exponencialmente y el continuismo con el socialismo del siglo XXl apunta a que la camarilla comunista jamás entregue el poder.
Teniendo semejantes espejos y muchos más, la ciudadanía colombiana no se puede dejar alucinar por los sectores de la denominada izquierda que anuncian el cambio, ya que dentro de la democracia liberal se pueden realizar los cambios requeridos y combatir la corrupción teniendo la voluntad política por parte de los sectores que dirigen la nación, porque la democracia que ha sostenido la institucionalidad en Colombia ha sido imperfecta pero persistente para que los colombianos hayan podido vivir a pesar de las vicisitudes en un Estado de derecho, no obstante la conspiración marxista leninista de los últimos 53 años para tomarse el poder, teniendo como punta de lanza a las guerrillas comunistas.
Siguiendo el sentido común en las elecciones de 2018 habrá que reiterar que si la democracia liberal se encuentra en peligro se tendría que escoger el mal menor, dentro de las opciones que defiendan la libertad, pues la fábula de los cambios y en contra del continuismo nos conduciría a una situación como la de Venezuela, que debe de ser tema obligatorio del debate en las próximas elecciones, para que algunos dirigentes de la llamada izquierda expliquen su silencio cómplice por la masacre cometida en contra de ese pueblo.