A propósito de la venida del papa a Colombia, he visto muchos artículos respecto del tema y me parece que el movimiento social feminista tendría que decirle algo a este papa. De manera particular y como feminista y defensora de la diversidad al interior de nuestro movimiento es preciso reconocer que fuimos educadas en las bases de la religión católica, apostólica y romana.
Desde luego que nuestra lucha será por un estado laico donde prime la ley y la garantía de derechos fundamentales, a eso no ha renunciado el movimiento feminista, pero como dije hay feministas católicas practicantes u otras declaradas ateas, agnósticas y en el intermedio una serie de creencias sobre la espiritualidad, la religión y dios.
Hay feministas católicas que reconocen que la Biblia es un libro histórico y en un contexto social y político muy diferente, por eso aplicar sus principios hoy día sin cuestionarlos es un absurdo, pero no por ello renuncian al amor que profesó Jesús, el amor al prójimo, al perdón, a la compasión por el otro y una fe que nos mantiene con esperanza cuando la vida se nos pone difícil. Reconociendo esto han surgido movimientos como “Católicas por el derecho a decidir”. Sí, así mismo, que una decisión como puede ser un aborto no nos quite la gracia del Dios en el que siempre hemos creído.
Hay que decir que este papa hace un esfuerzo por evolucionar, por forjar una iglesia que se acerque a las realidades del mundo actual, que se acerque a los pobres, que entienda y perdone a las mujeres que deciden abortar, que comprenda e incluya a las familias que deben separarse por una u otra circunstancia. Todos estos son mensajes con mucha fuerza y también desde luego de gran contenido político, que desde luego tocan directamente a las mujeres que de una u otra forma nos hemos visto identificadas con sus palabras.
No todos los papas y jerarcas de le iglesia han obrado y actuado en la misma dirección. En particular, el papa Francisco merece un reconocimiento. Sin embargo, la religión aún está en deuda con las mujeres. En el pasado muchas fueron quemadas en la hoguera, tildadas de brujas y blasfemas y no hablo de la época de la inquisición. Apenas a principios del siglo XX a las mujeres muy inteligentes, dispuestas a decir lo que pensaban, se les culpó de invocar al diablo y por eso pagaron con su vida misma.
También en la historia reciente, existían curas que citaban a las mujeres a la iglesia para recordarles que tenían que ser buenas esposas, cocinar siempre, no faltar a las labores de la casa, no contarle a todo el mundo sus problemas y menos decirle a la gente que su marido les pegaba. Estaba mal visto separarse, “lo que Dios ha unido no lo separa el hombre”. Esta religión católica ha ayudado a reforzar el patriarcado o sistema de privilegios masculinos, donde los hombres abandonan sus hijos fácilmente, solo dando la espalda. Ah, pero si las mujeres decidían abortar esperaban la excomunión —siendo lo de menos— y el señalamiento las esperaba.
Tal vez me demoré demasiado enumerando todas esas cosas tan injustas que la religión valiéndose de la fe, la moral y las buenas costumbres les impuso a ellas, particularmente a las monjas, que nunca oficiarán una misa, no serán sacerdotisas y menos ocuparán altos cargos jerárquicos dentro de la iglesia. Las monjitas de la caridad hoy se consuelan con servir a padres, obispos y demás. Así dicen las notas de prensa ante su reciente revista, monjitas felices de estar a su servicio. Yo estaría feliz el día que las mujeres tengan igualdad de condiciones en la iglesia.
Querido Francisco, espero que se de cuenta que la iglesia se sostiene aún gracias a las feligreses mujeres que le rezan a su Dios, van a misa, a los grupos de oración y colaboran gratis en los bazares para sostener la parroquia. Piense que si la institución de la iglesia quiere permanecer en el tiempo debería darle mejor lugar a las mujeres. La nueva generación es diferente, ha abierto los ojos, y cuando las mujeres no se vean representadas su institución estará condenada a desaparecer. Sin embargo, no es por los hilos del poder que les conviene mantenerlas, es por la base social de la comunidad de feligreses que constituyen. Cada vez ellas serán menos, piénselo papa Francisco.
¿De qué se arrepiente una feminista? De haber perdido la fe, la esperanza. Pero como verá papa devolverla no será fácil, aunque sus palabras conciliadoras lo intenten.
Por último, Francisco gracias por venir a Colombia y ayudarnos a construir la paz que tanto necesitamos. Las mujeres hemos perdido mucho en este conflicto absurdo que a nada nos llevó, siga ayudándonos a encontrar el camino de la reconciliación.
