Uno de los mayores crímenes de la corrupción es el saqueo sistemático de los recursos destinados a la alimentación escolar. Millones de niños y jóvenes son víctimas de ese infame e inhumano proceder.
Corruptos, políticos y funcionarios públicos venales, siempre a la caza de “nuevas oportunidades”, encontraron en la alimentación escolar un negocio pulpito que mueve más de un billón de pesos al año y suministra diariamente 5 589 464 raciones de alimentación, ente refrigerios y almuerzos. En 2014, el Gobierno giró un total de $1 175 579 millones a las 95 entidades territoriales certificadas. Un año más tarde, el presupuesto fue de $821 139 millones. En el 2016 las gobernaciones y alcaldías recibieron 674 000 millones que el Gobierno destinó para el programa de alimentación escolar.
El saqueo de los recursos de la alimentación escolar forma parte de las nuevas formas de hacer política, gobernar y hacerse rico, que supera en resultados y ganancias al viejo clientelismo de favores al menudeo a los pobres, a través de gamonales de barrio o vereda.
Los políticos ya no trafican con los cupos escolares ni con las becas, ni con el nombramiento de maestros, ni con los traslados de una vereda inhóspita y perdida a la capital del departamento o directamente a Bogotá. Como la educación hoy es gratuidad en los colegios públicos, traficar con los cupos no renta ni política ni económicamente, pero pronto descubrieron que hay otras maneras de hacer política y mucha plata: la alimentación escolar.
El viejo clientelismo hoy está en desuso. Los políticos se dedican a algo más lucrativo: el contratismo, una “vuelta” que produce millones de pesos en un santiamén.
La clave para esta empresa criminal es contar con un político, con un ñoño, que puede entrar y salir como Pedro por su casa al Ministerio de Educación, a Planeación Nacional, al palacio de Nariño si fuere necesario. Luego todo es cuestión ubicar al funcionario corrupto donde toca, torcerle el cuello a las normas y leyes de contratación, improvisar una empresa especializada en el suministro de alimentación escolar, participar en la licitación previamente amañada y listo.
La clave para esta empresa criminal es contar con un político que pueda entrar
como Pedro por su casa al Ministerio de Educación, a Planeación Nacional...
ubicar al funcionario corrupto donde toca, participar en la licitación amañada y listo
Del sinnúmero de denuncias se podría elaborar un Manual de la corrupción de la alimentación escolar que incluya como ofrecer manjares y entregar pesares, cómo hacer que aparezcan más raciones de comida que estudiantes en un colegio, cómo ofrecer palitos de queso que en realidad son con sabor a queso, jugos de naranja que no tienen naranja sino saborizante de naranja, cómo ofrecer 200 gramos de carne y servir solo 100, como cobrar $900 por un huevo que en la tienda vale $300 y un largo etcétera de trapisondas.
Según la Contraloría General de la República, en el 2016 con el Programa de Alimentación Escolar PAE, en 24 regiones del país, se perdieron $62 488 millones que debían invertirse en la alimentación escolar. Esas pérdidas equivalen al 10 % de lo que el Ministerio de Educación invirtió este año en la alimentación escolar, cuyo presupuesto fue de $630 747 millones.
Solo en La Guajira, donde en el 2016 murieron más de 65 niños por desnutrición, se perdieron en el segundo semestre $16 792 millones que debían destinarse para el desayuno y el almuerzo de los niños en las escuelas. La propia exministra Gina Parody descubrió la falta de correlación entre el número de comidas que se reparten y el número de estudiantes matriculados, que asciende a 64 000: la primera cifra cuadriplicaba la segunda. Se evidenció una desviación de recursos por valor de $49 000 millones que manejaba un operador independiente.
El saqueo de los recursos de la alimentación escolar es una verdadera pandemia que afecta principalmente a los departamentos más pobres del país, Chocó, Cesar, Sucre, Guajira, Amazonas, Magdalena, Bolívar, Arauca, justamente donde la desnutrición de niños y jóvenes es evidente y donde el programa de alimentación escolar podría cumplir una gran labor en la superación de la pobreza extrema.
Grandes barones electorales se convierten en un dos por tres
en varones empresariales venales.
Cambian morrocotudas votaciones por prebendas y jugosos contratos
De esta forma grandes barones electorales se convierten en un dos por tres en varones empresariales venales. Cambian morrocotudas votaciones por prebendas y jugosos contratos por parte del gobierno de turno. Es el proceder de la ñoñomanía que hoy todo lo invade y salpica.
A la acción deliberada de los corruptos se suma la ineficiencia en la prestación el servicio por parte del Estado, en especial del Ministerio de Educación encargado de dirigir y coordinar el Programa de Alimentación Escolar (PAE). Según el más reciente informe de la Contraloría General, de agosto del presente año, “más de 32,7 millones de raciones habrían sido dejadas de entregar: la no disponibilidad oportuna de los recursos suficientes para el programa durante toda la vigencia; demoras y dificultades en procesos de contratación o en el empalme entre una y otra contratación; demora en la asignación y transferencia de recursos de cofinanciación, así como dificultades en el trámite de aprobación de vigencias futuras y desconocimiento de la operación del programa, llevaron a la no entrega de tan alto número de raciones, afectando a la población a la cual está destinado el recurso”.
El panorama de la alimentación escolar se torna sombrío y desesperanzador ante el fracaso del Estado para hacer frente y combatir eficazmente la corrupción que campea en los comedores escolares. En todas las “ias”, Procuraduría, Defensoría, Contraloría y hasta en la Fiscalía, reposan cientos de denuncias, expedientes, rigurosas investigaciones, indiciados e investigados por delitos cometidos contra los dineros de la alimentación escolar, y no pasa nada, todo queda en una telaraña de denuncias, señalamientos, propósitos de enmienda, amenazas de ponerles un tatequieto. El propio Ministerio de Educación a diario realiza denuncias contra los contratistas de las regiones y todo sigue igual. Un proyecto de Ley de la exministra Gina que pretendía unificar en una sola entidad los dineros y la gestión de la alimentación escolar, naufragó sin pena ni gloria en el Congreso. Los políticos que saben lo jugosos del negocio prefirieron hundirlo ante que perder la teta que significa administrar los millonarios recursos que anualmente envía la nación y los pocos que colocan los municipios y los departamentos.
Por desgracia el escándalo de Odebrecht ha colocado en la sombra y en la impunidad el saqueo sistemático de los recursos de la alimentación escolar y la tragedia de millones de niños y jóvenes condenados al hambre y la desnutrición por obra y gracia de la ñoñomanía que campea a lo largo y ancho del país.