¡Ah, Venezuela!

¡Ah, Venezuela!

"Lo mejor para Venezuela es resolver su crisis en forma pacífica; desactivar los factores objetivos de la tragedia hegeliana; volver a llenar las cacerolas"

Por: Rosendo López González
agosto 14, 2017
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¡Ah, Venezuela!
Foto: Efecto Cocuyo

¡Ay, Venezuela!
Tenemos muchas opciones para Venezuela
pero de paso (les digo) que no descartamos una opción militar
(Donald, T. El Tiempo, 12 agosto 2017).

El fenómeno trágico venezolano tiene el siguiente componente: dos fuerzas legítimamente electas (Presidencia y Asamblea Nacional) son incapaces de vivir juntas y reconocerse entre sí; es, a la larga, la versión de la tragedia descrita por Hegel, en el acápite nombrado Las vicisitudes de Sócrates en Lecciones sobre la historia de la Filosofía. Según, Hegel (1985): “En la verdadera tragedia son dos poderes legítimos y morales que se enfrentan el uno al otro” (Hegel, p. 98).

Así las cosas, la Asamblea Nacional (AN), el día de su posesión selló el sino trágico de su futuro, y el de los venezolanos; ilusamente, pensó que el chavismo se acababa descolgando las imágenes del expresidente Chávez y burlándose de ellas. Inmediatamente el chavismo ofendido por las injurias a su máximo líder respondió señalando a los parlamentarios de fascista. Fue la inauguración de un devenir caótico donde, como en todo Estado de derecho, entró a mediar el poder legislativo a favor de la institucionalidad y la Constitución de 1999. De un pequeño problema-quitar unas imágenes-se pasó a un desconocimiento mutuo entre sí, señalamientos de uno y otro lado; irracionalidad sin límites, incapaces de concertar una síntesis, ambos bandos, pasaron a mayores.

En honor la honestidad intelectual, hay que decirlo con claridad: la Asamblea Nacional no fue elegida para tumbar a Maduro, ni Maduro fue votado para acabar con la Asamblea Nacional; he allí la verdadera naturaleza trágica del caso venezolano: ambos bandos se están aniquilando. A cada determinación de la AN, automáticamente, hay una respuesta del ejecutivo y viceversa; así las cosas, la sangre ha corrido por las calles Venezuela con un saldo de más de 100 muertos, entre: jóvenes, soldados, políticos, la mayoría víctimas inocentes. Los cantos del poeta venezolano, Miguel Otelo Silva, quien muchas veces se inspiró en la muerte -y a quién Gabriel García Márquez rinde homenaje en su libro Doce cuentos peregrinos, dedicándole: Espantos de agosto-, parecen renovarse en la nueva realidad de Venezuela, cuando poetizó:

Los muertos pobres muertos, ya no le temen a nada
ni al nacimiento ni a la vida,
y muchos menos a la muerte:
los muertos no pueden sentir
y el temor a la muerte es, ¿quién lo duda?, un sentimiento.
(Otero, 1982. P, 211).

Las cacerolas están vacías

El poeta chileno Pablo Neruda, hace casi cincuenta años, en una entrevista con la escritora Rita Guibert, narra una conversación entre Ilyá Grigórievich Ehrenburg (1891- 1967) y un millonario norteamericano. Afirma el millonario de los Estados Unidos, dirigiéndose al escritor ucraniano:

No se haga ilusiones, nosotros no le tenemos miedo a sus bombas, a lo que le tenemos miedo es a sus cacerolas. A las cacerolas de la Unión Soviética…Mientras las cacerolas estén llenas, mientras que las ollas estén en las cocinas de los países socialistas, se está probando que un sistema nuevo de economía en el mundo tiene eficiencia, tiene éxito, camina ( Neruda, 2002. P 1127.Obras completas Tomo V).

La muerte de sopetón del presidente Hugo Chávez en 2013, la estrepitosa caída de los precios del petróleo en 2014, causaron un verdadero estremecimiento en la sociedad venezolana y hasta las ollas se vaciaron. Así, los procesos de transformaciones sociales que venían en curso y que beneficiaban a las franjas más vulnerables de la sociedad sufrieron un deterioro total. El batacazo a la democracia venezolana a través del golpe de estado del 2002, apoyado por la actual oposición, dejó cebado a sus líderes hasta tal punto que en el 2015 aprovechando al máximo la crisis de las cacerolas vacías ganaron las elecciones parlamentarias.

1999

La primera Asamblea Constituyente dio facultades al presidente Hugo Chávez para promulgar la llamada Ley Habilitante, de allí se desprendieron tres normativas fundamentales: Ley de Tierras, Ley de hidrocarburos líquidos y ley de pesca y acuacultura. Estas nuevas normas de tinte liberal, buscaban desarrollar al país por vías diferentes a las tradicionales; la oposición se molestó hasta tal punto que al finales del 2001 se levantaron en paro nacional y en abril del 2002 hubo un fallido golpe de Estado en contra del presidente de la república bolivariana.

El último documento del investigador, Boaventura Souza dos Santos (2017), señala algunas realizaciones en la búsqueda de un mejor estar para la población más pobre a través de la redistribución de la riqueza petrolera; allí se constata que en el último informe de la Organización Naciones Unidas de 2016, hay un avance importante del Indicie de Desarrollo Humano (IDH). En 2015 aparece Venezuela con un IDH alto, así: aumento de la esperanza de vida al nacer 4,6 años; el periodo medio de escolaridad ascendió a 4,8 años ; en general la reducción de la pobreza extrema disminuyo de 40% en 1996 a 7,3% en el 2016( P, 191).

El nuevo presidente electo para remplazar a Chávez, Nicolás Maduro, no estaba experimentado para dirigir un país con los grados de complejidad y confrontación; con un margen pequeño ganó las elecciones, siendo más grande las dificultades que encontró para dirigir la revolución bolivariana. Agréguesele a estas circunstancias, la actitud del ex presidente Obama: inexplicablemente en el 2015 consideró a Venezuela una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos.

El capítulo III de la Constitución venezolana

En el artículo 348 de la Constitución venezolano abre un menú amplio de los posibles convocantes a una nueva Asamblea Nacional Constituyente, allí se afirma:

La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministro; la Asamblea Nacional, mediante acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Consejos Municipales en Cabildo, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; o el quince por ciento de los electores inscritos y electoras inscritas en el Registro Civil y Electoral.

Ahora bien, se supone que el ciclo de violencia debe cerrarse con la elección de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC); la ANC ha sido convocada por la presidencia, con el fin de dar legitimidad a sus decisiones. Sobre la ANC han caído rayos y centellas, pero sobre todo la maldición del imperio estadounidense, éste descalifica con sanciones económicas a funcionarios del gobierno venezolano y terceriza su intervención a países como Colombia y México.

La matriz mediática internacional, sin ningún escrúpulo, ha caído sobre Venezuela creando una situación propicia para una intervención extranjera; se falsea la realidad o se presenta a medias, así hay dos tipos de terrorismo: uno bueno y otro malo. El primero, se da el lujo de matar con sevicia a simpatizantes del chavismo en las calles incluidos agentes de la Guardia Nacional; el segundo, ese si se visibiliza, el que ejercen los aparatos represivos del Estado. En otras palabras, de la posverdad se pasó plusmentira.

Momento posconstituyente

Los acontecimientos posconstituyente: tomas de calles, bloqueos del tránsito vehicular, asesinatos de ambos bandos, encarcelamientos, han amainado; no obstante, los principales signos negativos de la tragedia hegeliana persisten: dualidad de poderes, Asamblea Constituyente y Asamblea Nacional. Sin embargo, se nota una lucecita al final del túnel, la Mesa de Unidad Democrática, coalición opositora, ha tomado la decisión de participar en los próximos comicios electorales para remplazar a los actuales gobernadores. Ambiente que podría poner las aguas nuevamente a su nivel.

De otra parte, el gobierno norteamericano debe dejar resolver la crisis a los propios protagonistas, las sanciones del Departamento del Tesoro a los activistas políticos no ayudan en nada a resolver la tragedia, todo lo contrario la engrandece; menos, aún, la última declaración del presidente Trump donde no descarta una opción militar.

Finalmente, a partir este modesto garabatear, lo mejor para Venezuela es resolver su crisis en forma pacífica; desactivar los factores objetivos de la tragedia hegeliana; volver a llenar las cacerolas; sentarse a dialogar para construir una mejor Venezuela en el entendimiento que Maduro no es un dictador, ni los miembros de la oposición venezolana todos son fascistas. La búsqueda del diálogo, en este caso, es la mejor salida para el pueblo venezolano, para América Latina y para toda la región.

 

G.W.F, Hegel (1985).Lecciones sobre historia de la Filosofía. II. México. Editorial: Fondo de Cultura Económica.

Neruda, P (2002). Obras Completas. Tomo V. Barcelona. Galaxia Gutenberg.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En línea: http://www.oas.org/dil/esp/constitucion_venezuela.pdf.

Otero, Silva. M (1982). Obra escogida. Moscú: Editorial Progreso.

Santos, B (2017). Democracia y transformación social. Bogotá. Editorial: Siglo de Hombres Editores. Siglo veintiuno Editores.

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