Colombia, la (pos)Atenas suramericana

Colombia, la (pos)Atenas suramericana

"La democracia es del pueblo por el pueblo, por eso en Colombia reina la farándula y el fútbol, la política es satirizada y la sátira es politizada"

Por: Ivan Camilo Martinez Mendieta
agosto 15, 2017
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Colombia, la (pos)Atenas suramericana

Antes de nada, como en todo, es importante ponernos en el contexto del cuál se quiere hablar. Imagínese usted en la antigua Polis griega en la que se cimientan los modelos de democracia modernos, un poco más del año 595 a.C., que se denominó la constitución de Solón quien en términos simples fue quien reformó el modelo gubernamental que podemos llamar "pre-democrático".

Atenas fue pionera en una forma muy primitiva de democracia que desligaba esencialmente el sistema de gobierno oligarca (oligarca se entiende por ese modo de mandar de forma de que "yo mando porque sí, así Dios lo quiso, yo soy rico, mi familia es dueño de este terrero, mi papi es el rey de aquí" etc.) que no discrimina si usted es godo o es mamerto posmo e introduce el primer atisbo de las democracias actuales.

En resumen, ahora se podía elegir un gobernante "libremente" en calidad de su honor y virtud, por lo que generalmente se postulaban militares o nobles o como quien dice "entre el diablo y escoja". Pero a raíz de la novedad, cuando sale algo interesante, no falta el que lo pirateé, como cuando los gringos sacan un celular y los chinos lo copian.

Así les pasó a los atenienses, sacaron un modelo de participación a duras penas ordenado y otros griegos no demoraron en hacer el paralelo. La cosa es que esos modelos que eran menos ordenados, eran menos ordenados porque a diferencia de los atenienses, el mérito de los políticos no radicaba exactamente en su virtud, elocuencia u honor ni siquiera en argumentar, sino más bien en sus antecedentes nobiliarios, sus bienes, abolengos e incluso se daba el caso de que para ganar el podio, pasaban por encima de sus adversarios con infamias y difamaciones, y claro, como el tema estaba tan en boga, los cantores, cómicos y teatreros en el ágora, lo que hacían era parodiar y mofarse de la situación, lo cual influía bastante en la decisión del pobre asalariado.

Ahora que ya me salté la parte mamerta y explicativa del contexto, quiero que usted, lector posmo, reflexione de ese último párrafo, se dará cuenta de que estoy hablando de ese país que exporta café y futbolistas sobrevalorados, Colombia.

Mire, no es muy difícil comparar ese modelo para-atenieniense o democracia chimba a nuestro país. Sin entrar en mucha polémica ni polarización, vivimos en una sociedad en la que todos posamos de abanderar una causa de la que ni siquiera estamos bien enterados de dónde salió ni para que sirve y cuando nos informamos, creemos que ser belicoso o sarcástico inmediatamente nos da la razón (aunque a veces es ineluctablemente necesario), y aún sigue habiendo gente o señoras por lo general que votan por el más simpático o trabajadores cuya única garantía política al votar es la del candidato que abandera al obrero, al comerciante y al pobre asalariado y el desempleado, que pendejada.

Vivimos en una dimensión espacio temporal en que volvemos a lo mismo, políticos que ganan puestos no por propio mérito sino por encima de otros, no proponen soluciones propias sino que retiñen responsabilidades ajenas, y claro se vuelven la comidilla de la cultura popular.

Podríamos traer a colación el caso de las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos en que el actual presidente Donald Trump básicamente se agarró de la misoginia para arrebatarle las llaves de la casa blanca a Hillary Clinton y efectivamente supo hacerlo dado que el es un empresario, no un político, su saber es el de manejar una empresa y no un país, pero bueno estamos es hablando de esta tierra no mucho más lejana de nuestra realidad.

A Uribe le decimos "paraco" por su presunta creación de conformar lo que hoy son las recordadas CONVIVIR durante su gestión en la Gobernación de Antioquia, a Petro le decimos "guerrillero" por su militancia en el M-19, y todo se ve reducido a una plataforma dónde es muy fácil pelear sin tener que verse la cara, convertido todo el lío en el espectáculo del momento.

Más luego cuando cuando hay noticias de entretenimiento, de esas que no sirven para mucho, pero que lo desestresan cuál cigarrillo, en el hilo de comentarios nunca falta el pseudopatriota dizque preocupado y al parecer con una vida socio-política muy ocupada, el dizque activista de turno con frases tan célebres como:

-"Y a mi qué carajos me importa" (cuando se tomo el tiempo de leer el titular, acceder al hilo de comentarios y perder deliberadamente su tiempo comentando)

-"Dejen de publicar pendejadas que no aportan al país" (generalmente es el que putea, y ojalá lo hiciera con algo que sí aportara)

O una de mis favoritas

-"Hablan de tal pero no dicen nada de La Guajira y la gente que se muere de hambre" (cuando en su vida le ha llevado un vaso de tinto a la abuelita)

Cuándo hay un tema serio... más bien es a poner el insulto de turno.

Luego caemos en una doble moral de la cual es muy jodido desligarnos, porque según esa lógica, somos los primeros en juzgar pero no auditar, porque eso nos requiere el ridículo esfuerzo de mirar un poco más allá; nos da mucha flojera hacer click en un enlace y solamente nos conformamos con el título, que sea el título que nos diga toda la noticia, un título que los community managers han sabido cómo explotar, con titulares tendenciosos, sensacionalistas y amarillistas.

En Colombia está la democracia que merecemos porque siempre se le da prioridad a la violencia, en favor o en contra, no importa la causa o el medio o la plataforma que se use, solo tener la razón o la elocuencia para hacerlo, jamás argumentos, no importan los antecedentes sino la imagen martirizada de antiguos criminales que quieren redimirse ahora como si fuera tan fácil perdonar.

Ojo, que tampoco estoy abogando por esa perorata de una felicidad simplista de frases de Cohelo, nada más falso. Pero es que a la gente le gusta hacer un drama más o menos menor de su propia sociedad, critican a la policía cuando los disturbios en la Nacional, pero le reclaman su negligencia cuando hay ladrones y a la misma sociedad les toca ajusticiarlos.

Esto anterior, no es la causa, es más bien la consecuencia, la más vigente porque de hecho, la doble moral de nosotros viene en varios envases para nuestra cómoda indignación.

Los mismos chauvinistas que critican a los grandes medios conglomerados como RCN o Caracol, pero nunca se dieron cuenta de como era Canal Capital cuando Petro gobernaba Bogotá y Hollman Morris era director del mismo, se decía incluyente pero orquestaban su propia persecusión de enemigos invisibles y si usted se fija en videos de YouTube, se referían a la derecha como "ultra-derecha".

Y por otro lado, por el derecho más bien, tenemos honorables senadores* que arguyen que el sentido "Democrático" viene a ser básicamente lo que le sigue la corriente a su propia moral, porque últimamente son ellos quienes en vista de todo lo bueno, lo moral y lo sano, la godarria es inherente a la buena familia y las buenas costumbres, de ahí que se asocien y hagan proselitismo con evangélicos y católicos y todo aquello que tenga que ver con "Dios y el Poder" cuál medioevo, mire usted casos como Óscar Iván Zuluaga, Iván Duque, Mauricio Rivera, el que no me da pereza nombrar pero empieza con U y el ex procurador Alejandro Ordóñez.

*(Se evita el nombre no por miedo ni respeto como tal sino porque no quiero hacerle posicionamiento a un producto o personaje tan trillado)

Un presidente, Juan Manuel Santos Calderón, sin pelotas que en pos de la paz pero es una paz arrodillada y servil, la hace como todo suele hacerse generalmente aquí, al bandazo, en un acuerdo que pareció ser ganador, entrega el país a una cuadrilla de criminales (FARC) allende las salvajadas que cometió, ponía plazos que fácilmente los terroristas se daban el lujo de incumplir (y todavía, por ejemplo el desarme y los menores reclutados), aún así... se le da el Nobel Prize y hoy todavía luego de haber accedido a varias de las condiciones que los guerrilleros impusieron, todavía se quejan de que el Gobierno no ha cumplido, el Gobierno promete hacer una exhaustiva reparación a las condiciones para ayudar a los farianos, no al pueblo, claro, pero ese es otro tema para después.

Las mujeres que salen a marchar por igualdad de género, pidiendo mejores condiciones de trabajo y seguridad, siendo que los hombres también son víctimas y cuando ellos alzan la voz, son tachados de maricas o poco hombres. Cuando en una novela, la mujer es golpeada, es la mártir, cuando el hombre es golpeado por una mujer, ella es la heroína o simplemente el se lo merecía.

Mujeres que critican el "patriarcado" y su empoderamiento, mientras escuchan reguetón, piden la despenalización del aborto cuando la tasa de natalidad ahora está desbordando.

Los hombres tampoco nos quedamos atrás, pues siendo quienes se suponen que protegen a las mujeres, las despreciamos de tal manera que velamos por quererlas, amarlas y adorarlas, eso claro, según la lógica de Diomedez Díaz o Daddy Yankee o el reguetonero de turno. Incluso, si quiere llevar el caso a una instancia más formal; el "concejal de la Familia" Marco Fidel Ramirez de Bogotá, juraba y comía tierra que la familia era el cimiento de la sociedad, vaya vaya, cuando le encontraron siguiendo cuentas pornográficas en Twitter y que decir de su asesor legal hace ya 4 años, que se vio involucrado en un caso de agresión a su pareja.

Estudiantes en de la universidad Nacional, Distrital y otras públicas a causa de un pésimo manejo económico burocrático por parte del ente gubernamental que usa recursos en otros menesteres digamos no muy prácticos ni útiles y menos morales, pero aún así, la forma de protesta es la de destruir la propiedad educativa, para luego volver a pedir recursos que, a causa de los daños y disturbios provocados por algunos autodenominados "encapuchados" aumentan la carestía y se verán más todavía insuficientes los fondos para reconstruir un país que es muy inteligente, pero muy mal educado.

Y así estamos, sumidos en una sociedad contradictoria que hace mucha bulla y pocas nueces, porque nuestra imagen es buena, pero ni siquiera nosotros sabemos a dónde caminar.

La democracia es del pueblo por el pueblo, por eso en Colombia reina la farándula y el fútbol, la política es satirizada y la sátira es politizada.

Ahí veremos si queremos comer lechona una vez y mierda el resto del tiempo (claro, si es que alcanza para todos).

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