Según estudios geológicos, la ciudad de Barranquilla cuenta con cierta variedad en cuanto a la composición de su suelo. El norte de la ciudad está en una terraza de origen arrecifal areno-gravosa dura (de resistencia); mientras que en el suroccidente está en una gran franja de suelos arcillosos de origen marino (deslizable), en gran parte no apto para la construcción de viviendas.
Por su parte, las laderas del suroccidente, como caso ejemplar, han venido presentando deslizamientos paulatinos, los cuales acabaron con barrios enteros que estaban construidos sobre inestables terrenos como: las terrazas, en la actualidad la carrera 38; sendos urbanismos como Campo Alegre (sector de los toboganes), entre otros.
Pese a algunos esfuerzos, su desplome es paulatino. Cronológicamente, el mayor impacto de estos deslizamientos fue en el 2003, donde fue noticia la venida al suelo de imponentes edificios de apartamentos. Además, cada año la situación se agrava con la llegada de los períodos de lluvias.
Sin embargo, esta gran franja no solo afecta a los sectores mencionados de clases medias, sino que avanza kilómetros, atravesando barrios populares de familias humildes que están ubicadas en dichas laderas, que al no ser de clase media, como los antes mencionados, no han sido noticia a nivel nacional. Entre ellos podemos destacar sectores como: la parte alta del barrio Me quejo, la loma de la manga, Nueva Colombia, Cuchilla de Villate, el Bosque, Carlos Meisel, donde en las zonas de deslizamientos abundan las ruinas de antiguas casas y sobre las ruinas proliferan ranchos habitados por familias de escasos recursos, con presencia actualmente de compatriotas provenientes de la hermana República de Venezuela. Estos lugares están convertidos en un terrible drama humano.
Al respecto surgen interrogantes como por ejemplo: en el caso de los urbanismos, ¿cómo autorizan estas construcciones?, ¿cómo se sigue construyendo sin estudios de suelo o peor aún obviándolos? Particularmente en los grandes edificios de apartamentos o en las zonas de alto riesgo para la construcción de viviendas esto debería ser más rigurosa, ya que de no hacerlo se afectan el patrimonio económico y la vida de un sinnúmero de personas.
Creemos que las autoridades de la ciudad de Barranquilla, a partir de los estudios geológicos actualizados, deben replantear el Plan de Ordenamiento Territorial. También, deben prohibir de manera enfática a través de un decreto la construcción de proyectos habitacionales, edificios para distintos usos u otros en esta franja de convergencia de alto riesgo en la ciudad. Por último es vital que se defina un plan de reforestación de la zona, en búsqueda de volver a su equilibrio original, y que se reubiquen a las familias que se encuentran en mayor peligro. Todo ello debe quedar plasmado en un POT.