Un gran revuelo ha causado en las redes sociales los supuestos gastos que generaría la llegada del máximo jerarca de la Iglesia Católica, su santidad el papa Francisco. Sin embargo, ¿qué tan ciertos son esos gastos?, ¿qué tan ciertas son las exigencias de un papa que se ha desprendido de muchas prendas opulentas a la que la iglesia estaba acostumbrada a brindarle al sucesor de Pedro en la tierra?
Analicemos primero los gastos ya generados por esta visita en otros lugares del América. En México, por ejemplo, esta ascendió a la suma de US $1,7 millones; en Estados Unidos, US $9 millones; en Ecuador, US $2 millones; en Brasil, US $7,4 millones; en Bolivia, US $1,5 millones, y en Paraguay, US $0,6 millones. Si hacemos un promedio de gastos por días estaríamos muy cerca de los 4 millones de dólares, los cuales multiplicados por los 4 días de estancia en Colombia serían unos 16 millones de dólares, algo así como 48 mil millones de pesos. Ahora la pregunta es, ¿quién pone toda esta plata?, ¿en qué se invierte? y ¿qué nos deja la visita papal además de traernos un mensaje de paz, de construcción del perdón, de reconciliación y solidaridad?
Primero que todo hay que entender que el papa es un jefe de estado y su visita genera los gastos de protocolo como cualquier presidente que visite nuestro país. Los dineros que se invertirán serán en su mayoría en arreglo de escenarios, vías, iluminación, seguridad y la logística en cada ciudad (Bogotá, Medellín, Cartagena y Villavicencio). Cabe anotar que el papa no cobra por venir, ni hay ventas de boletas para escuchar sus homilías. Los gastos serán en su mayoría compartidos con la Iglesia Católica y se espera que la capacidad hotelera de cada ciudad llegue al 90 %. Por tal razón, además de lo espiritual, la economía en el segmento del turismo se verá altamente beneficiada, esos 4 días veremos un crecimiento en el comercio formal e informal. Por otro lado, y no menos importante, están nuestros ilustres políticos, que para la fecha andarán con camándula en mano, más “santos” que el presidente y más “papas” que el pontífice, proclamando nuevamente la “ley de jubileo”, pues no estaría de más una rebajita de penas a manera de anticipo para quienes están involucrados en los casos de corrupción, un tema muy de moda en nuestro país.
En lo personal, estoy muy de acuerdo con la visita del sumo pontífice, ya que toda la inversión se verá retribuida en cada lugar visitado, dejando la sensación en el ambiente no solo de una renovación espiritual sino también de un destello de progreso. Dicen que "todos los caminos conducen a Roma", ojalá no encuentre ninguno nuestro carismático y sencillo Francisco y se quede por los menos un mes caminando nuestras trochas, visitando nuestros colegios y hospitales, que lo agenden en TransMilenio para ver si así por fin tiene metro Bogotá y sea el sumo pontifique quien salve esta patria.