¿La corrupción se erradica o se legaliza?

¿La corrupción se erradica o se legaliza?

¿Cómo erradicar la corrupción bajo el poder político y administrativo de los responsables?

Por: Martin Nicolas Barros Choles
agosto 12, 2017
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¿La corrupción se erradica o se legaliza?

De la corrupción no hay quien no se queje, ni a quien no afecte. Es la madre de todos los malos hábitos, habidos y por haber; en los círculos políticos, sociales, religiosos, comunitarios, administrativos y gremiales. Vivimos contaminados de corrupción, como pestes humanas, que se encuban y posesiona, en las personas, de diferente forma y manera: consciente inconsciente, premeditada, indiferente, despectiva y pasiva; de ahí, nos toca ser corruptos, por acción, omisión o supervivencia guardando silencio; del que no se escapa nadie, que haya pasado por una administración pública.

Para acabar la corrupción se tienen que erradicar: causas, actores y factores contaminantes. No sería posible erradicar la corrupción con los corruptos gobernando, ejerciendo direcciones y controles; de autoridades institucionales, servicios y poderes públicos. Necesariamente debe eliminarse, la infección viral o bacterial, que origina el terrible mal, para superarlo.  Lo curioso es que el Congreso de la República de Colombia, se ha sobrado en aprobaciones de un sinnúmero de leyes, que disponen sanciones disciplinarias y penalizan, conductas antijurídicas e ilícitas, constituyéndolas en delitos de los servidores público, para castigar severamente, a quienes incurran en corrupción, pero los resultados han sido deprimentes.  El problema es que los operadores de justicia y los órganos de control, son frágiles, con las tentativas de sobornos y exigencias económicas, para parcializarse y favorecer, a cambio de correspondencias económica, en el tráfico de influencia e intereses personales, de coparticipación, desmoralizando las autoridades competentes.

¿Cómo erradicar la corrupción bajo el poder político y administrativo de los responsables?  Para exterminar la roya en el café, la sikatoka en el plátano y la aftosa en animales vacunos; necesariamente se requiere a manera de ejemplo: sacrificar, cortar y desinfectar; los cultivos y crías, de plantas y animales, para reiniciar producciones, libres de enfermedades, que las destruyen y arruinen, con el peligro que contamine de manera extensiva, todo lo bueno.  Lo mismo debe ocurrir para comenzar a menguar la corrupción, implementando las pruebas en test, a los servidores público, confrontado con polígrafo, que sirva para medir los grados de corrupción.

Los cambios deben iniciarse por la educación, enseñando los daños y perjuicios, que han causado y causa la corrupción, a las personas, familia, sociedad, medio ambiente, servicios, culturas, negocio, administraciones públicas y el entorno que nos rodea. De qué ha servido enfrentar la corrupción en solitario, con las indiferencias de las víctimas y el silencio temeroso de la insolidaridad?  ¿Ante quién se denuncia, se queja o reclaman derechos; ¿por motivo de corrupción, si no hay confiabilidad, ni eficiencia, en las autoridades judiciales y administrativas?  Atreverse denunciar a los corruptos, que disponen de gobierno, poderes, seguridad y medios económicos, es colgarse la lápida o emigrar y exiliarse.

¿Para qué heroísmo, con martirios y crucifixiones? Un adagio popular expresa: “si no se puede con el enemigo únete a él”, en vez de enderezar tallos y ramas torcidas, más bien aceptémosla y tolerémosla, legalizando el terrible mal, hasta que nos hunda en el precipicio, que admitir oscuro y confuso hibrido.  Es pertinente aceptar el pecado de la corrupción, antes que encubrir el rostro, con la máscara de la hipocresía, para generar conciencia de los perjuicios que se originan de esta. Las exculpaciones, sin mea culpa, fingiendo contra la corrupción, atribuidas a otros, es ver el sucio en el ojo ajeno, sin percatarse del rabo expuesto en la candela.

Fiscales y Procuradores, anuncian transparencia y sanciones, adicionan y reforman códigos, que en la práctica han sido ineficaces. Generan show mediático, acolitado con “cortinas de humo”, y “chivos expiatorios” en falsos positivos. ¿De qué sirven las investigaciones selectivas, para sindicar e imputar, cargos a lo auxiliares, subyugados, inmersos y dependientes y tapar, encubrir manipular y desviar; la atención informativa, cerrada y sesgada, a los responsables, que obstruyen la objetividad investigativa, en parcialidad funcional?

La corrupción no es una fusión, es el monstruo invisible, que a todos nos tiene atrapados, amordazado, amarrados y limitados; por una parte, mientras que, por la otra, es un ácido y exterminio, que carcome, pudre y aniquila, a los seres vivientes. La corrupción, genera privilegios y beneficios, constituyéndose en fuentes de enriquecimientos ilícitos, apropiando, aprovechando, robando, legalizando, lavando y despachándose; en el círculo y pirámides, de mandatos y oportunidades institucionales.

 

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