No recuerdo de cierto, pero creo que con esta columna son ya cuatro que, sobre el tema hemos escrito; y, no dejaremos de hacerlo, pues la crisis de Venezuela es cada día más agobiante. Sí señoras y señores, se está causando grande sufrimiento; se trata de rendir, deprimir o abatir; un horror.
Y, luego de cada jornada, hasta ahora parece que existe una cuenta regresiva, sobre el gobierno, casi de facto; un gobierno que en su origen iba ganando en todas las elecciones, por lo menos en la época de Chávez; un gobierno que comenzó con punto de no retorno a lo que existía, entre otros, el desgaste de los partidos políticos, la poca credibilidad en sus líderes y, obvio, la ninguna comunicación con las bases sociales; bases sociales que vieron en aquella salida una posibilidad de recuperarse de la postración recurrente y, así, se presentó esa oportunidad política como el mesías que traía la redención.
Y, ahora parafraseando su himno, el de Venezuela la grande, corresponde acompañarlos en el dicho: “Gloria al bravo pueblo / que el yugo lanzó, / la ley respetando, / la virtud y honor. / ¡Abajo cadenas! / gritaba el señor, / y el pobre en su choza / libertad pidió. (…) / Gritemos con brío: ¡Muera la opresión! / Compatriotas fieles, / la fuerza es la unión; (…)”.
Lo cierto es que, como se dice en los coloquios, ‘se le dio largas’ a un fenómeno que día a día iba por el camino que hoy tenemos; la oposición en las calles, la represión, hasta con cárcel las tocó para evitar su manifestación; la ruptura de la autonomía, la independencia judicial y, por supuesto, de la Fiscalía; Fiscalía que, al momento de manifestarse la dan por destituida; el manejo de la propiedad, los desmanes de una guardia civil; nada valió para que se hubiese aplicado la Carta Democrática.
Y, ahí estamos: con unas elecciones que afirman las empresas contratadas, espurias, en punto de una constituyente que, trata de conculcar los derechos de la participación; y, la región silente.
Hasta que ahora se impulsa una reacción, desde la OEA, Europa, algunos países americanos, con Estados Unidos a la cabeza; pero el poder se encuentra, en las mismas manos.
Salen y, entran de la cárcel los presos políticos; muerte de menores, de estudiantes en las calles y, respuesta de las autoridades venezolanas más que confundir, llaman al pesar.
Salen y, entran de la cárcel los presos políticos;
muerte de menores, de estudiantes en las calles y,
respuesta de las autoridades venezolanas más que confundir, llaman al pesar.
El, podemos llamar, secuestro de Leopoldo López y Antonio Ledezma es aterrador; sin razón atendible los ‘capturan’ después de dejarlos en casa por cárcel y, así como fueron arrastrados al abismo de Ramo Verde, fueron dejados nuevamente en sus hogares; una sin razón de la justicia o, una ‘razón de Estado’, de aquellas que no pueden después justificar.
Querida Venezuela, las imágenes son desoladoras, ya no existe calle o avenida conocida, las casas, los edificios, sus gentes, parece que todo se lo llevó un huracán, el peor de todos que es el del poder o, el de la destrucción; la memoria ya no alcanza para recordar.
Que el desgobierno o, mejor el mando programado para el desgobierno permita una salida responsable; y, que el mal ejemplo no cunda en esta América que merece mejores, los mejores días: es nuestra plegaria.