El presidente del Bicentenario debe ser un presidente que se parezca más a Bolívar o a Santander, y no a los generales de la monarquía española que gobernaban sin mirar al pueblo. Cumple 198 años el país de haber dado la ultima batalla en consecución de la libertad; libertad merecida para un pueblo que fue superior a la opresión de la monarquía, libertad que fue superior ante el despropósito de la ley para pocos y buscaron la ley para todos, ese es el gran legado que nos dejaron la espada de Bolívar, Girardot, Santander, las ideas de Nariño, Salavarrieta y tantos lideres de la libertadores que combatiendo con la bendición de Dios y el anhelo de un pueblo nos dieron 198 años de libertad y los que vienen.
Cuánta alegría me da compartir con colegas en los distintos escenarios que la democracia colombiana es la más estable de América Latina, cuánta alegría me da llegar al consenso que por más errores y falencias de nuestra democracia, gozamos de instituciones estables, de no tener el recuerdo de una dictadura, de tener un ejército al servicio del pueblo. Esa fortaleza estatal que tenemos es el gran fortín heredado de la Batalla de Boyacá. Batalla la cual nos dio la posibilidad de tener una victoria que duraría toda la historia.
Sin embargo, hoy 198 años después, Colombia no va bien. Y digo no va bien, no por la crisis económica que vivimos, al fin y al cabo la economía son decisiones y números que de un año a otro pueden cambiar hasta exponencialmente para bien del país. tampoco digo que no va bien por los altos cultivos ilícitos o los programas sociales que han disminuido en algunos departamentos, al fin y al cabo estos hechos también están dados por decisiones de un buen o mal gobierno, en este caso, son producto de malas decisiones del Ejecutivo. Mucho menos digo que no vamos bien porque la inversión de capitales extranjeros y nacionales esté disminuyendo en sectores del país o porque no tengamos una defensa fortalecida frente al caso de San Andrés, esa noticia cambia con la decisión de un gobernante decidido.
Digo que no vamos bien porque la gente, nosotros, el común, considera que el país no tiene un camino marcado, no hay esperanza, no hay certeza, no hay un líder ejecutor que dé seguridad al país, no hay un mirada constante de quien ejerce como presidente. Por el contrario, lo que hay es silencio ante temas fundamentales.
Digo que no vamos bien porque hoy el país no cree en nada, el país perdió toda credibilidad en las instituciones. Hoy Colombia es un país, que no cree en un porvenir, hoy en las calles de Colombia no se siente el darle credibilidad a ningún proyecto del Estado, y como hacerlo si en la ultima manifestación popular nacional, la del 02 de Octubre, el Gobierno obvio la decisión del pueblo, para tomar la decisión de que tomo la monarquía hace 198 años, la decisión de favorecerse así mismo sin oír a la población.
Mi única reflexión y esperanza está puesta en que el próximo 07 de agosto el camino sea diferente, que esa última posibilidad que tiene hoy día va tomando fuerza y que ya tiene la experiencia del pasado sea la que tome las riendas del país. Mi reflexión de 07 de agosto es que el país vive hoy en ese desgobierno de los pocos y tenemos que volver a la democracia de los muchos, no tenemos armas de fuego, sino de ideas y la munición es el amor y la entrega de cada uno de nosotros.