Creo que los textos de Vicky Dávila y María Isabel Rueda no merecían la crítica tan sutil y pulcra de Nicolás Morales.
Su texto está impecable y bien estructurado, el de Nicolás, claro está. Puesto frente a aquellos los embellece y se afea. Es una especie de reciprocidad o interacción de características que, por lo demás es injusta.
El entrevistador Joaquín Soler Serrano le dijo alguna vez a Borges que toda crítica suya era un elogio, debido a que él había dicho algún comentario polémico con respecto a la obra del poeta español Federico García Lorca, a lo que el escritor argentino respondió que eso era un disparate. ¿Cómo iba a ser posible que toda crítica suya fuera un elogio o que todo veneno servido por Borges fuera un alimento? Es un absurdo, apuntó ese ciego maravilloso.
La verdad es que el texto de Nicolás contiene elementos didácticos. La locutora o periodista –o como ustedes prefieran, para mí es mejor decir locutora, porque me gusta más su voz que su pluma de prologuista–, Vicky Dávila debería apreciar en su justo valor aquella creación y análisis que le han hecho a prólogo en la Revista Arcadia.
El problema de muchas gentes es que se creen el cuento de que ellas son buenas para emprender cualquier empresa. Incluso, literario, científica o intelectual. Y no es así, porque lo que se escribe escrito queda.
No se trata de ir amontonando palabras sobre palabras con un tantico de ortografía y sintaxis. Sí, es cierto que así es como uno empieza. Más aún: uno puede iniciar imitando, ya que caminos porque vemos caminar y es verdad que uno se mide por arriba.
En cierta ocasión observaba una entrevista que le realizaba el cantante cubano Amaury Pérez, en su programa Con 2 que se quieran, a su compatriota el trovador Silvio Rodríguez. Aunque hablaban de todo, en ese diálogo cordial no había «presa» mala.
Amaury le preguntó a Silvio si eso de crear un blog y de decir cosas importantes, opiniones suyas, a través de esa herramienta digital, no le parecía en verdad un poco no incorrecto.
Pero la respuesta de Silvio fue una breve cátedra alucinante. Le dijo que desde el día en que el dejó de creerse el papelón vanidoso de que el podía enseñar algo a alguien, todo ha sido mejor. Dice que él solo se considera un aprendiz, un discípulo de la vida.
Y esto es cierto. Yo también coincido con el poeta. Uno nunca debe creerse más de lo que es. No debe sobrevalorarse, ni sentirse sobrado.
Yo estimo que para ser un gran prologuista, primero hay que ser mil veces un gran lector de prólogos, diría Borges. Y en la medida de lo posible capacitarse y consultar la opinión de un literato.
Eso no es así de que busco un papel y un lápiz y me siento a esperar que me llegue la inspiración. No, no, no, querida Vicky.
La presentadora de televisión ha ido muy lejos y ha cruzado los límites de su quehacer para ingresar a una región totalmente desconocida para ella. Y, por ende, entró a un territorio que ni es el suyo ni es de su dominio.
Yo sabía que la susodicha señora era locutora y presentadora de noticias, pero ignoraba que fuera booktuber o literata.
No sé si los textos de las periodistas merezcan el olvido, pero lo cierto es que no faltará una que otra persona que considere que deberían ser lanzados a la selva profunda para que los lean las víboras.