Cuando Bernardo Salcedo estaba vivo, un arquitecto dormido salió a flote. Después de construir, fotos con objetos, cajas con pedazos de muñecas, flores del mal, mares de acero, árboles en hierro. Lo último que realizó fueron doce catedrales hechas con pedazos de retablos del siglo XIX que mezcló con su contemporaneidad ecléctica. La construcción ha sido una constante en su obra. Y, todas sus series tienen el orden subversivo sin utopías.
Las Catedrales son al final construcciones abstractas que siguen una geometría personal. Cada fachada nos recuerda la obra de la escultora rusa Louise Nevelson, quien buscaba una geometría cercana a lo sagrado. Bernardo Salcedo buscó lo contrario: una geometría humana, irónica e incrédula.
Dentro de todo trabajo de Bernardo Salcedo la única premisa es la sospecha. Porque cada objeto recolectado comienza a hacer parte de un grupo marginal de entes rebeldes. Donde la ironía es la esencia y el mundo de los objetos se contradice: la sustancia se convierte en una idea que proyecta transformación. Porque además, en el trabajo de Salcedo funciona el mundo del absurdo.
Las catedrales se conectan con fachadas de construcciones cerradas. El hermetismo ha dejado a los hombres atrás. El vacío es impenetrable.
Cada fachada tiene también en su apariencia una lectura de la reconstrucción. Síndrome de una decadencia estructural. Donde la asimetría sintomática nos deja la huella de la ausencia de la religión católica. Son territorios conquistados por el hombre ante la necesidad del ser humano de una fuerza superior que ayude a superar el miedo a la adversidad.
La catedral es sinónimo de lo católico y, no es una coincidencia cuando Bernardo Salcedo mira su contexto. Sustituye arquetipos, recupera fragmentos para involucrar elementos ornamentales ante un contexto social donde la iglesia ha sido parte de poder gubernamental.
Las Catedrales son el producto de módulos inacabados que dejan, en el aire, la idea de lo inconcluso. Formas decorativas o inacabadas pueden ser adornos de lo inacabado o el atributo de la carencia