La política me sabe a Twitter

La política me sabe a Twitter

"Twitter y las demás redes sociales son la nueva plaza pública, se ha perdido toda muestra de decencia y decoro en la contienda política"

Por: Jhoan Felipe Salgado
agosto 14, 2017
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La política me sabe a Twitter
Foto: Shutterstock

Es del diario vivir en nuestro país la avalancha de noticias, de todos los temas y en todas las redes sociales, porque sí. Realmente ya las noticias dejaron de ser del dominio único de los medios de comunicación tradicionales, y se han venido abriendo camino las redes, tanto que ahora hasta en WhatsApp circulan párrafos y vídeos con información, o mejor, con desinformación, por que muchas de esas mal llamadas "noticias" son tan solo miradas parcializadas de situaciones actuales.

Nos ha venido entonces contagiando el fenómeno de la denominada "posverdad", que diferentes autores han tratado de definir como, una mentira cargada de contenido emocional, basada en una situación actual, de la cual se busca generar una opinión publica frente a un tema, por medios alternativos de comunicación (redes sociales)

Y es que explicándolo así, se ve como algo inofensivo, pero en realidad este fenómeno ha degenerado mas y mas la discusión política y publica en el mundo, por tanto la definición anterior es una forma delicada para decir que la política en las redes se ha convertido en un hervidero de pasiones basado en miradas subjetivas y mentirosas, contrario al espacio argumentativo que debería ser.

Es tan nociva la posverdad que no distingue ideologías ni pensamiento, en principio ya se nos volvió normal ver en Twitter los insultos de un político a otro, o las disputas entre el periodismo y la política, por un hecho o una noticia de ''calculo político'', y no quisiera recordar ninguna en especifico, total esta pagina habla de todas ellas.

Se vuelve menester entonces resaltar que todas estas declaraciones "políticas" sensitivas incitan a la violencia, a la pugna, con palabras totalmente desconectadas de un discurso serio y cargadas de emociones negativas. Es entonces el sentido de este articulo mostrar esas graves implicaciones ciudadanas de nuestra perversa cultura política, en la cual los colombianos nos dejamos sumergir por nuestros dirigentes irresponsables, que ni por enterados se dan de las contiendas que se forman en las redes por una imagen o unos trinos suyos. Cabe anotar que las redes no son ese lugar amable donde se comparten ideas y opiniones como seguramente las pensaron sus creadores, sino que pasaron a ser un ambiente hostil donde todos creen tener la verdad universal y absoluta a base de insultos y discurso fanático. Sin embargo, nadie se preocupa siquiera por pensar si es correcto ser más radical que el propio político que idolatra. A mi me causa curiosidad ver el nivel de intransigencia ciudadana que tenemos, más al leer los comentarios de unos con otros insultándose de forma absurda y visceral, de entrada descalificando a ''madrazos'' al que comenta algo diferente a la concepción de lo correcto. La política quiere disgregarnos cada vez más y en redes es donde se agrava el problema. Al parecer, opinar de cierta manera genera quedar matriculado con un extremo del pensamiento y si no se es totalmente inflexible se califica como desleal o ambiguo y corre el riesgo de ser insultado por sus anteriores copartidarios.

Esta costumbre se salió de control y del Twitter (donde nace, crece y se reproduce). Se nos volvió frecuente encontrar conversaciones en grupos de amigos, de trabajo e incluso en familias, que son víctimas de la mentada manipulación de la verdad, que pareciera quiere robarse ese último vestigio de tolerancia de la relación humana, hasta llegar al punto que les impide disfrutar de un debate sano y razonado, que propenda a generar ideas de transformación de nuestra cultura política. Lo planteo así porque es desde los cambios mínimos de nuestro entorno que se construye la renovación cultural, y en este caso también política, debido a que son de fondo y no superficiales, como a veces nuestros dirigentes políticos quisieran mostrar con una sombra de oportunismo en sus discursos.

Luego de estas reflexiones pienso que si Twitter y las demás redes sociales son la nueva plaza pública, se ha perdido toda muestra de decencia y decoro en la contienda política, solo me queda exhortarlo a usted que me lee, a que piense por un momento si vale la pena continuar alimentando la cultura de la intransigencia ciudadana, o si mejor cada uno de nosotros propone un debate con altura y con respeto, con ideas estructuradas y argumentadas, en lugar de seguir regando la raíz de manipulación del árbol de la posverdad, para que al Twitter se le de un buen uso y no solo sea el abono de ese árbol.

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