En esta reflexión vital y literaria, de innegable herencia surrealista (Lautréamont, quien entre algunas de sus particularidades telúricas está la de haber sido paisano de Benedetti o de Ángel Rama) y que figura ya en la carnadura blanca y negra de "Arte Erótica ", descansando sobre el flanco izquierdo de su contraportada anterior, el autor (pero realidad existen en los autores ?... " digo, es un decir "...) Antonio Acevedo Linares nos conduce apoyándose en esa huella / vertiente poética de los osados y encendidos maestros franceses de principios de siglo (Bretón, Desnos, Aragón, Eluard, Peret, Soupault, Crevel, entre otros) al deseo de la palabra y a la palabra del deseo.
La poética en todas sus manifestaciones a de cumplir la elevada y profunda estrategia, discursiva y praxistica, de la reivindicación estética, ética y erótica del cuerpo y de la palabra. De todos los cuerpos y de todas las palabras en la objetivación y proyección de su existir. De un existir en libertad " como medio de liberación total del espíritu humano, del ser decidido a pulverizar desesperadamente sus trabas " que se expresa en la polaridad del deseo y la acción; de la potencialidad e intencionalidad de los cuerpos y de las palabras, conjugadas en el sentir, pensar y hacer de esa existencia humana, rebelde y transformadora en su infinita capacidad de crear y crearse así misma. En esta línea de pensamiento y de vivencias reales y concretas, el poeta nos propone en su ejercicio, una rememoración de Whitman y Cervantes.
“En un lugar de tu cuerpo
de cuyo nombre quiero acordarme.........
Cuando hunda los pómulos en la almohada y los senos desnudos entre las sábanas blancas sin flores
y ni el viento ni el sol te roce
en la boca y el pelo.....
Para concluir en el espacio epigonal del libro, con la construcción del mundo a partir del poema y del cuerpo liberado:
" Como escribir un poema
que tenga la ternura
de una mujer o el rumor
de un río caudaloso
o el follaje de los árboles
en otoño, sin dejar de escribir
la vida, la historia, el hombre
sea un poema lírico, erótico
social: sencillamente un poema
debe escribirse violento
amoroso, como si se hiciera
el mundo o el amor. "
En las nervaduras que sostienen y nutren el poema se manifiesta inquietante, danzando entre las letras y la angustia el poeta, la interrogación surrealista de que manera cambiar el mundo existente para lograr el lenguaje y la acción que manifiesten la esencia vital del hombre, el conocimiento y la realidad como flechas disparadas, desposeídas de retórica, desnudas, violentas y tiernas con los cuerpos y las palabras, para atrapar la libertad realmente humana. Nos ubicamos en primera instancia, en el caso que nos ocupa hoy, en como el arte, en sus diferentes manifestaciones, puede contribuir, con otras fuerzas desarrolladas por el hombre, a la recuperación proyectiva, creativa, y liberadora de los cuerpos y aún del arte como significación de la vitalidad del ser, individual o colectivamente considerado.
Desde su principio genético el cuerpo establece un reto, una batalla con el mundo de su entorno. Con una realidad, siendo él mismo parte de esta, en su configuración natural y social. En su proceso de apropiación de conciencia negativa del yo que distingue entre la aceptación y el rechazo, el cuerpo se proyecta en el mundo y éste en aquel, de manera praxistica, cambiante y continuada. La autonomía del yo que no sólo es el resultado de un desarrollo crítico de la subjetividad, sino además de las condiciones sociales del entorno objetivo, dinámico y concreto, pasa de la relación objetual, gestual a la conciencia de esa relación; al juicio y al discurso. Y así, el sentido y significación del mundo y del cuerpo van tomando conciencia de su proyección multánime y recíproca con ese mundo en el cual emerge y vive. El cuerpo en perenne movimiento inicia su camino con un equipaje de demandas, intencionalidades, agresiones, aceptaciones y rechazos, relaciones, campo de sentidos, de "percepciones -- imaginaciones -- memorias " que con llevan a la construcción de su propia historia antológica y social, (el yo y los otros en relación). Su movimiento, de principio a fin de su realidad, le indica a ser un combatiente incansable por la constante elaboración de espacios, que van saturando de significado, de saltos y sentidos, de reconocimiento, de nacer y renacer en una inacabada lucha por la conciencia de si y del mundo.
Una lucha a nivel del sentir, del conocer, del pensar, del decidir, de amar y del hacer. Vence así el miedo, la culpa, el mito delictivo y punible, como estigma del origen y se autonomíza en el trazo de su camino siempre reiniciado, entre idas y vueltas, del complejo devenir de su existencia. Ahora las sendas se cargan de tensiones, amigas o enemigas, en una circularidad permanente, al decir de Foucault, entre el deseo, el placer y el acto. Sendas preñadas de significados. Sagradas, míticas, ritualizadas, mágicas y asombrosas, utópicas y actuales, próximas y lejanas, profanas y místicas, comprometidas hasta la médula o indiferentes hasta la raíz amorfa de la apatía, crédulas y escépticas, ingenuas o críticas, problemáticas o facilistas, placenteras o dolorosas, reales o ficticias, libertarias o represivas. Multánimes, variadas y contradictorias, a disposición de elección de los cuerpos que transitan la vida y el mundo. La magia, el asombro y la utopía, van dando calidad al espacio terrenal de los cuerpos. Magia del arte y la palabra, de la voz, el sonido y el silencio. Magia de la ciencia y de la técnica; magia del amor y del odio; magia de todo aquello que del misterio emerge, como el poema, al conocimiento, entre loas y elegías, del reiterativo bucear del hombre, del huzmear en todos los rincones de la teoría y de la experiencia. A todos ellos se abre la corporeidad activa y transformadora. Se abre como rosa sangrante en búsqueda sedienta del rocío vivificador y esperanzado, en el interminable discurrir de sentir, pensar y hacer.
El cuerpo atraviesa, como una espina siempre perforante, las regiones y subregiones de la cultura, que el hombre va construyendo en sus diferenciadas y simultáneamente complementarias manifestaciones (hombre faber, hombre lúdico, hombre erótico, etc.) en tiempos y espacios de infinita naturaleza. El tiempo del trabajo y del reposo; el culto y de las fiestas; el placer y del deseo; del amor y la ternura; de la vida y de la muerte; cada uno y los otros, destiempo y contratiempo, van configurando la presencia significativa y real de una corporeidad productiva y proyectiva. De tal manera el hombre cuerpo se hace temporalidad-especialidad-proyectiva. Y aquí opera el rescate auténtico y verdadero del cuerpo por la vía del arte, de la conciencia, de la historia, de la ciencia y de la filosofía, en tanto objetivaciones humanas. El cuerpo se hace así caminante simultáneo del mundo; su cómplice, testimonio de aventuras, venturas y desventuras de su trayectoria histórica. Es súcubo e íncubo alternativamente en esta relación problemática que algunos condenan y otros exaltan, se convierte en poseedor y poseído, articulación y copulación carnal, terrena, cognoscitiva, espiritual y praxistica.
Se ha llegado a nutrir, por acciones de los cuerpos, innumerables espacios y tiempos. Y esta poética de Acevedo Linares está fundamental e íntimamente nutrida los cuerpos; de cuerpos en libertad de sentir, pensar y actuar, en procura de su auténtica realización no sólo como tales cuerpos, sino como expansión y significación del ser antológico-erótico que reside en el subfondo de su filosofía de la vida y de la transformación del mundo. Tiempo y espacios nutridos de emotividades, sensibilidades y conocimientos; de prácticas y experiencias; de ontologías y existencias, individuales y colectivas, que las diversas formas o símbolos de la producción artística, constituyendo la poética una de las más profundas y representativas, han de retomar para expresar signicamente el quehacer de los cuerpos proyectados en el mundo en las variadas dimensiones de la actividad humana (estética, filosófica, política, social, erótica, etc.).
Entran en juego, placentero o doloroso de los cuerpos, las manifestaciones simbólicas y para simbólicas de la conciencia, configurando regiones y subregiones matrices de la cultura, de los juicios y de los valores. Matrices colectivas e históricas que signan a los cuerpos y a sus inevitables relaciones con el mundo. Los cuerpos, como actores en escenarios vitales y poéticos, tal es el ofició que se transpira en cada página levadura con el cual ha sido amasada “Arte Erótica” van reconstruyendo, fundamentando y desarrollando la historia específica y universal de la sensibilidad humana. Es decir, de historia real, genérica y particular de la expresión y proyección liberadora del ser y del estar que constituyen la esencia estructural de toda cultura. Ahora bien, cuando en la apertura de estas líneas hemos hecho referencia a la relación de los poemas de “Arte Erótica” con la tendencia denominada surrealista, utilizando un tanto de liberalidad calificativa en esta convergencia vital, nos estamos dirigiendo a una cierta identidad de objetivos y significados, más que de imágenes formales en la construcción discursiva-poética. Está asumida liberalidad nos aproxima a poetas, que sin ser característicamente inclinados hacia el surrealismo, articulan el culto del amor carnal con los sonidos líricos verbales. Es el caso de Mauriac " tu cuerpo blanco y rubio, por dentro iluminado / alumbra la alcoba asfixiante. /un olor de tormenta nuestro abrazo ha dejado... amémonos ahora, con abrazos sin ruido / que no atraigan a Aquel que los odia ". O de Jules Romains, quien partiendo de la psicología, la historia y la sociología, elabora su poesía de la corporeidad y de la sociedad francesa contemporánea, cantando a los " hombres de buena voluntad "la piel que sabe palidecer o que un brusco rubor atraviesa/y que el deseo y la piedad sacuden como la hierba, súbito / la agradable custodia del corazón humano presente a toda hora” y es válido agregar, en este espacio evocador a Pierre Jean Jouve, escritor de una peculiar capacidad de síntesis para expresar la ternura del hombre, viril y sensitiva, que la sociedad capitalista e hipócrita le ha venido coartando sistemáticamente “cuerpo de la carne empeñada por la tumba y que nacen/... salud cuerpo, todo hecho de día/... que renace, salud verdadero cuerpo del hombre/... hombre de nervios y de dolor y de simiente..”
Tomamos como primordial el intento de proponer similares finalidades: la reivindicación del cuerpo y la palabra a través de la poesía. Un rechazo sensible y reflexivo a la tradicionalista matriz cultural que nos ha impuesto como herencia de la teo-escolástica en el ejercicio de los cuerpos, de las ideas, de las conductas, que someten al ser y al espíritu a deambular por la enmarañada y supuestamente legitimada selva de trabas, prejuicios y valores de la irracionalidad de la dependencia. De lo que se trata, en rigor de verdad, es combatir por la "liberación total del espíritu " humano en todas las manifestaciones que hacen y reproducen su existencia.
Esta es, a nuestro entender, la cualidad intencional de Antonio Acevedo Linares, quien desde las vertientes complementarias de la sociología y de la literatura, pero especialmente desde su propia y específica vivencia relacional ha sentido, pensado y actuado en la valerosa búsqueda de esta definitoria liberación. Su discurso poético, que cada uno de ustedes tendrá la oportunidad de analizar desde sus particulares querencias y criterios, no se detiene en la apariencia del estilo, de la imaginería, de la epidermis corporal de las palabras y las frases, sino que penetra al problema no resuelto en esta sociedad, de la plena realización de los cuerpos, como medios expresivos-sensibles-cognoscitivos, de un espíritu humano preñado de terrenalidad conflictiva y que transita hacia la conquista de su autodeterminación liberadora.
Desde nuestra personal perspectiva de interpretación valorativa, neutra, pero no neutral, saludamos con regocijo y solidaridad, el aparecimiento de “Arte Erótica” como el resultado primigenio de un oficio, el poético, cargado de sensibilidad, crítica y reflexión, tan negadas y deformadas en este medio supuestamente enarbolado por muchos de modernidad intelectual y de apertura a la transformación de condiciones alienantes que determinan los comportamientos individuales y colectivos en la dinámica social .
Bibliografìa
Por la reinvindicaciòn del cuerpo y la palabra.(Reseñas criticas) Antonio Acevedo Linares.Ediciones Hojas de Hierba,B/manga, 2008. Pags 64.
*Hugo Caicedo Borrero. Abogado y Profesor Universitario (q.e.p.d)