En días pasadas una reconocida actriz y profesora de actuación le preguntó a sus contactos de Facebook qué tan cierto es el rumor de que el número de seguidores de redes sociales de un actor influye en su eventual escogencia como parte del elenco de algunas producciones.
De inmediato muchos colegas y personas del medio se apresuraron a contestarle, cada uno de acuerdo a su experiencia personal. Algunos negaron de tajo que ese fenómeno tuviera lugar. "Para nada", opinó un reconocido libretista hoy afincado en el exterior y agregó lo incómodo que resulta "cuando los seguidores presionan a una producción para que su artista salga más. Logran lo contrario. Talento y preparación priman".
No obstante, muchos otros admitieron que en efecto ahora a los histriones les preguntas acerca del número de seguidores que tienen en redes sociales. "Sé de un caso en el que se presentó eso, profe. Lamentablemente sí pasa y a veces viene desde arriba, de lo$ que la ponen. Algunos ya no buscan actores ni actrices sino influenciadores. Un despropósito", confesó uno de los contactos en Facebook de la connotada maestra de actuación. Al respecto otro histrión de origen extranjero, célebre por protagonizar exitosas novelas en Colombia, anotó con un dejo de resignación: "el otro día un productor me dijo: 'piensa que mi serie la ven 500000 personas y el actor con el que voy a trabajar tiene 1000000 de seguidores. Cada día que él postee algo tendrá más fuerza que la misma televisora'... ya estamos ahí adentro (...) tocó adaptarse".
Un amplio porcentaje de quienes decidieron responder el comentario de la profesora de actuación coincidieron en el desconcierto que genera el hecho de que la cantidad de seguidores en redes sociales termine pesando más que la trayectoria y capacidades histriónicas de los actores, aún más si se tienen en cuenta realidades como que esos seguidores pueden ser "comprados" o que los artistas que más followers tienen en redes sociales lo logran a fuerza de exhibirse y mostrar piel de forma cada vez más sensual y sugestiva.
Algunos matizaron el fenómeno afirmando que este es común más que todo en proyectos web, mientras que otro actor opinó que no tenía coherencia que la cuenta oficial de un talentoso artista como Gael García Bernal solo contará con 173000 seguidores, cifra que palidece ante los millares de followers que ostentan algunas personas "sin haber ni siquiera olfateado un Globo de Oro". Al final el histrión sentenció con evidente indignación que "ese es un castillo de naipes que se caerá en algún momento. Ciertos amigos que trabajan en publicidad me cuentan que las marcas ya empiezan a comerle menos a esas ridículas cantidades de aparentes followers porque han venido demostrado falta de efectividad, no garantizan nada. Nunca hemos llenado un teatro ni con elencos que suman cientos de miles. Puro humo". Coincidió en esa postura el libretista anteriormente citado: "de hecho hoy en día hay estudios que demuestran que los like no son garantía de venta o de que esas personas sean tan vendedoras como parecen".
Los hechos parecen darle la razón tanto al actor como al libretista, tal y como quedó comprobado con el experimento del Canal RCN de incluir dos famosos youtubers en el elenco de la nueva temporada de Francisco el Matemático. Al final, los miles de seguidores en redes sociales de los dos personajes de marras no se vieron reflejados en los pobres resultados en cuanto a rating que obtuvo la serie juvenil.
Otro actor explicó que esa "tendencia" de exigir a los histriones miles de fans en Instagram, Twitter, Facebook o Youtube, ya se da en todas latitudes y puso un ejemplo: "para una serie juvenil que se hace en Argentina y en la que hice el coaching actoral de un grupo de jóvenes para la escogencia de un chico colombiano, uno de los factores que incidió para que al final el papel fuera de un youtuber fue la cantidad abrumadora de seguidores que tiene en Latinoamérica. Aparte de todo el 'pelao' sí es muy talentoso". Anotó que en el veleidoso medio artístico "hay para todos y siempre ha sido así" y recordó los casos de modelos, cantantes o personajes agraciados físicamente que "se formaron o deformaron como actores primero haciendo televisión, siendo escogidos por ahí sin ningún estudio previo. Algunos de ellos se preocupan luego por prepararse bien, otros simplemente han sido estrellas fugaces que luego desaparecen del radar de los medios. Otros nos preparamos y luego hacemos carrera. Otros no quieren saber de la televisión y se dedican sólo al teatro. Pero como dicen por ahí la televisión es como una alcantarilla en la que entra de todo, hasta actores".
Por su parte, otra de las personas que terció en el álgido debate suscitado, paradójicamente, en una red social como Facebook trató de justificar el fenómeno: "En este mundo digital, sí. En la visibilidad de las nuevas plataformas, donde hay difusión masiva e inmediata de cualquier idea o producto, en cualquier rincón del planeta al instante y vistos como producto, sí, totalmente. Soy actriz de escuela, pero también community manager (...) y veo a diario como este medio es definitivo en la marca personal de un artista".
La discusión queda sobre la mesa. Lo cierto es que ahora no solo a artistas, sino a todo tipo de profesionales se les exhorta y hasta exige tener una marca personal y presencia en redes sociales. En conclusión, podemos decir que hoy en día además de belleza física y buen registro ante cámaras a los actores se les demanda ser unos influenciadores en ese invento tecnológico que revolucionó, para bien y para mal, la sociedad en los últimos años.