Hace pocas semanas, los hinchas de James fueron noticia por sus comentarios groseros y amenazantes a Robben, el jugador del Bayern Munich que porta la camiseta número 10. Al parecer algunos seguidores de James Rodríguez se sentían incómodos con la posibilidad de que jugador colombiano no llevara ese número en el Bayern Munich. Tan pronto los mensajes fueron de conocimiento público inició un rechazo generalizado, en ocasiones se consideraba un acto de mal gusto, en otras se pensaba que tales comentarios solo incentivaban prácticas violentas.
Rechazar comentarios como los realizados por los fans de James es un acto muy importante de sanción social, pues se demuestra que no todo se vale en las redes sociales y que la pasión que despierta el fútbol no justifica en modo alguno la violencia, sea esta verbal o física. Sin embargo, de la mano de este rechazo debía hacerse también un análisis juicioso sobre las causas que llevan a que los fanáticos del deporte, y en especial del fútbol, desarrollen comportamientos tan agresivos como esos. Por ello, creo que debemos mirar con más atención lo que sucede con la prensa deportiva, pues la manera en que en este ámbito informativo se selecciona y organiza lo que será noticia en el campo del deporte puede ayudarnos a entender un fenómeno como el protagonizado por los seguidores del futbolista colombiano.
Uno de los aspectos que tenemos que empezar a mirar es qué es lo que hace que un hecho deportivo o relacionado con algún deportista se convierta en noticia. En principio se pensaría que la información relevante debería estar asociada a las técnicas usadas por los deportistas, a su trayectoria, los logros por ellos alcanzados, etc. Es decir, a todo aquello que tiene que ver con la forma en que los deportistas realizan su oficio. Si este fuera el caso veríamos que en estas noticias no hay víctimas y villanos, solo personajes y hechos en un contexto adecuado para que los destinatarios de la noticia la entiendan y se formen una opinión acerca del tema.
Sin embargo, este tipo de información cada vez pasa más a un segundo plano para dar lugar cuestiones irrelevantes para el público, como los detalles de su vida personal o los comentarios que hacen sobre los deportistas sus compañeros de trabajo o sus jefes. En este caso, al parecer, se usa una estructura muy similar a la del melodrama, el género narrativo tal vez más asociado a las masas y que, como lo señala Jesús Martín-Barbero, busca la producción de situaciones asociadas previamente a un conjunto de sentimientos básicos como el miedo, entusiasmo, lástima y risa. Para dinamizar esta estructura, el melodrama propone dos operaciones: la esquematización y la polarización. La primera está orientada a lograr el fácil reconocimiento por parte de las audiencias, por ello, los personajes son formateados por estereotipos con los que el espectador esté familiarizado. La polarización, por su parte, subraya las diferencias entre los personajes buenos y malos haciendo que la trama de la historia se centre en la relación antagónica entre el traidor y la víctima.
Ejemplos de lo anterior podemos verlos de manera permanente en las noticias deportivas, aunque aquí, por brevedad solo presentaré dos ejemplos. En este espacio han aparecido múltiples columnas que, a pesar de tener información deportiva, hacen énfasis en chismes sobre lo que pensaba el director técnico de Real Madrid sobre James, sus compañeros o los hinchas del equipo. Así, el titular de la columna escrita por Fernando Sanabria, publicada el 20 de abril de 2016 es “La bronca que Zidane le tiene a James”. En este documento en el cual el autor muestra su desacuerdo con las decisiones del director técnico se leen frases como “Que rico sería verlo (a James) volver al Bernabeu, vestido de azulgrana, callándole la boca a los fascistas blancos” y “Te queremos vestido de azulgrana James. Queremos que te vayas del Bernabeu para que destroces, algún día, al equipo que te pagó tan mal”. Aquí, como en cualquier telenovela tenemos a una víctima, James Rodríguez, quien por más que se esfuerce siempre será rechazado y lastimado por el villano, en este caso Zidane y los hinchas del equipo español.
En otro ámbito deportivo de gran importancia para los colombianos, el ciclismo, vemos algo similar. La columna de Iván Gallo, publicada el 19 de mayo de 2017 se titula “¿Por qué a Nairo no lo soportan los ciclistas europeos?”. En ella el autor trae a colación supuestas burlas y humillaciones sufridas por los ciclistas colombianos, según Gallo, debido a cuestiones de índole racial. Allí se leen frases como “La primera vez que llegó un equipo colombiano a Europa, en el Tour de L’Avenir de 1980, los rusos se reían de esos indiecitos insignificantes que pretendían usurpar una hegemonía tan antigua e indiscutible como los Pirineos” o “Volvieron en 1983 a correr por primera vez el Tour de Francia. La burla fue la misma. Se reían de la panela que comían, de las hojitas secas en las que guardaban el bocadillo de guayaba”. Afirmaciones semejantes emplean la misma estructura de polarización que se definió antes, los ciclistas colombianos, pobres y humildes son las víctimas y los europeos, groseros, orgullosos, son los villanos.
El problema de este tipo de noticias que se estructuran como melodramas es que despiertan las mismas pasiones viscerales que las telenovelas. Puesto que el melodrama usa la esquematización y polarización para que los destinatarios de estos programas se identifiquen con la víctima, la amen, para que hagan suyo su sufrimiento, al tiempo que se incentiva un gran odio hacia el villano de turno. Ahora bien, por supuesto en una telenovela, los televidentes no insultan al director de la misma o le escriben mensajes amenazantes al villano, pues se sabe que todo pasa en el terreno de la ficción. Sin embargo, en el ámbito deportivo es diferente, pues estos personajes son reales, de ahí que las pasiones malsanas despertadas por este tipo de noticias pueden terminar en comentarios amenazantes, como los realizados por los fans de James a propósito del número de la camiseta que usará en el nuevo equipo.
Para finalizar, considero pertinente señalar que en el deporte como en cualquier trabajo es posible que el jefe tenga diferencias con sus subalternos, que se generen chismes entre compañeros de trabajo y que en ocasiones alguno sufra un desplante que lo haga sentir mal. A pesar de ello, no podemos volver nuestra vida laborar una telenovela llena de odio y amores, pues eso solo es síntoma de inmadurez.