Tenía 20 años y las ganas de ganarlo todo. Debutaba en Europa después de dejar el Urabá de su infancia en donde perdió amigos y a su papá a manos de las Autodefensas. Quería sacar adelante a su mamá y a su hermanita a punta de pedalazos. Lo contrató un equipo italiano, el Tenax. Justo en la primera competencia que corría se salió de la carretera y se fracturó la clavícula. Con el alma de nazareno que caracteriza a los mejores en este deporte, volvió a la competición como si nada hubiera pasado tres meses después.
La fractura de clavícula no fue nada comparado al golpe que recibió un año después, cuando formaba parte del desaparecido equipo Unibet.com. Corría la Vuelta a Alemania, estaba a punto de ganar su primera etapa en Europa, iba solo cuando en un descenso cayó a una cuneta. El resultado fue un desastre que hubiera podido sacar a cualquier ser humano común y corriente: se partió los dos codos y la muñeca izquierda.
La más dolorosa de todas las caídas no le costó ningún hueso, tan solo una raspada y el dolor que solo este podio en Francia puede mitigar un poco. Ocurrió en el mundial de Florencia del 2013, Rigo iba solo y en pleno descenso salió al lado de la carretera. Las imágenes son pavorosas:
En el Giro de Italia del 2015, donde partía como favorito, se cayó en la sexta etapa. La herida en la pierna derecha era profunda y la bronquitis lo mermó durante todo el resto de la temporada. Esas enfermedades respiratorias hicieron que Rigo no rindiera lo que se esperara de él. Un año después, estrenando equipo, el Cannondale, en plena contrarreloj de la Tirreno Adriático se cayó con otros compañeros. Las heridas forzaron su retiro. Desde ese día Rigo nunca se volvió a caer y hoy llena de gloria a un país que, aunque alguna vez lo criticó, hoy se rinde ante su grandeza