Los tiempos han cambiado y el futuro sigue siendo tan incierto como lo fue en algún pasado que ahora llamamos presente, las cosas no mejoran y la incertidumbre que se posa sobre nosotros diariamente es aterradora.
Nuestro país retrocede a pasos agigantados y los que definen nuestro futuro, los políticos, los adultos, nos lanzan día tras día a un abismo sin fondo, tan profundo como nuestra ignorancia ante el mundo. Es en ese momento en donde deben surgir las voces líderes de jóvenes colombianos que estén dispuestos y decididos a cambiar el rumbo.
No comparto la idea de que ser joven es sinónimo de ser alguien común y corriente, otro más del montón que pierde el tiempo en cosas sin sentido y deja que su vida sea un río que solo sigue una trayectoria definida y nada más. Tampoco, alguien que sigue un camino trazado por los demás y no busca hacer su propio destino.
Deseo que aquellos jóvenes que lleguen a leer este artículo se pongan a pensar en lo fundamentales e importantes que son para el país y para el mundo. Igualmente, que decidan levantarse y simplemente actuar, pero con entusiasmo y dedicación; que dejen el silencio y alcen la voz, se manifiesten con argumentos y coherencia. Debemos enseñar a los mayores cómo es la forma correcta de hacer las cosas.
"Los jóvenes somos el futuro" dice la gente, pero no lo comparto. Más bien diría, "los jóvenes somos el presente" y si nos comprometemos seremos el mejor presente que tenga este país.
Es hora, es momento de cambiar nuestro destino, que nadie más decida nuestro futuro, nosotros lo haremos. No necesitamos experiencia, necesitamos actitud y compromiso, y creo tenemos de sobra.