Gran controversia causó el trino del expresidente Uribe en contra de Daniel Samper Ospina con el cual lo acusa de ser un violador de niños. Si la justicia en este país sirve para algo, obligará al ahora senador a rectificar y ofrecerle disculpas al periodista, pues una calumnia de ese calibre es inaceptable. Como era de esperarse, la opinión pública se dividió con el rifirrafe, y se formaron dos bandos: los que apoyan a Samper, y los que están con Uribe. Al periodista lo apoyaron casi todos sus colegas, incluso Claudia Gurisatti, Salud Hernández-Mora y Hassan Nassar, reconocidos contradictores, y millones de personas: antiuribistas y defensores de la libertad de expresión. Al senador Uribe lo apoyaron sus seguidores de siempre, e incluso alguno celebró la vil calumnia y agregó otras.
Para rematar, José Obdulio Gaviria se mete al baile y amenaza soterradamente a Samper Ospina deseándole que se tropiece con algunos uribistas, y deja entrever que los que se han puesto en la solapa el símbolo -la paloma- de la paz, son proFarc; es decir, gasolina para el fuego. Y uno, que espera que los padres de la patria trabajen para que, en este país, algún día, quiera Dios, podamos vivir en paz, no deja de sorprenderse por tanto odio, veneno y mala leche de los comentarios, que, en honor a la verdad, han sido injuriosos de lado y lado, pues algunos periodistas, incluyendo a Samper Ospina se, en mi humilde opinión, han excedido. Miremos.
El trino calumnioso del expresidente Uribe vino después de que Samper Ospina se burlara del nombre de la hija recién nacida de la senadora Paloma Valencia, Amapola. Y hombre, uno, que también tiene hijos, y no desea que nadie se los matonee nunca, piensa: humor sí, pero no así. Añado: qué necesidad hay de burlarse de una pobre criatura inocente que no tiene cómo defenderse. ¿Estamos tan escasos de ingenio que tenemos que agredir a los que no pueden valerse por sí mismos? Creo que Samper les debe una disculpa a la hija de la senadora y a ella misma. Obvio, tal burla del humorista no justifica para nada los ataques a su honra, pues es ilógico criticar un error cometiendo otro.
Creo que ha llegado la hora de que todos los colombianos nos pongamos la mano en el considere, y rectifiquemos nuestro camino. Tanto políticos como periodistas. Si de verdad queremos un país en paz debemos dar ejemplo: con nuestras actuaciones, así como con nuestras palabras. En lo alusivo a la libertad de expresión y el humor yo, como buen mamagallista, defiendo a ultranza ambas cuestiones, pero con límites. Por ejemplo, nadie duda de que las caricaturas de Matador son geniales, pero, ¿pensará el caricaturista en cómo se sentirán los hijos y las familias del expresidente Andrés Pastrana y el exvicepresidente Angelino Garzón al verlos caricaturizados como perros? Y, si los dibuja como lo que son: seres humanos, ¿se perderá la gracia de la caricatura? Creo que no. Hay que ponernos en los zapatos del otro.
Por mi parte, así a nadie le interese, haré mi pequeño aporte. De ahora en adelante no utilizaré el término “uribestia” para referirme a los uribistas que se equivocan garrafalmente. Y ofrezco disculpas públicas a todas las personas a las que llegué a ofender con la utilización de la palabra en cuestión. Obvio, seguiré criticando y opinando de todos los temas de mi interés, pero de ahora en adelante trataré de moderar mi lenguaje. Es hora de dar ejemplo.