En Cali se alquilan y venden armas que fueron decomisadas anteriormente por autoridades militares, pero que vuelven a manos criminales para asesinar a más personas. Así lo denunció monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de la capital del Valle del Cauca.
“Hay un fenómeno de tráfico y reventa de armas que regresan a manos criminales; a la par que se presentan falsos positivos de incautaciones de las mismas armas para regresarlas al sitio de donde fueron sustraídas”.
Los términos del fenómeno de corrupción que se vive en Cali los definió monseñor Monsalve como una temible estrategía de “préstamo, alquiler o leasing” de armas. Los sicarios matan prácticamente encubiertos, teniendo en cuenta que las armas que utilizan salen del Almacén de Evidencias del Ejército en la Tercera Brigada. En lugar de estar amparadas bajo buen recaudo, las herramientas homicidas se prestan como alquilar un smoking.
El tema salió a flote hace algunos meses cuando una mujer fue sorprendida con varias armas cortas adheridas a su cuerpo saliendo de los cuarteles militares. De esta investigación nada se sabe hasta ahora. Lo que si se sabe con argumentos es que en la Brigada desde hace varios años existe un gigante desorden en la clasificación y archivo del material incautado. Existen evidencias de una cantidad significativa de armamento que se ha perdido de sus contenedores, y, como si fuera poco, de otros elementos homicidas que no han aparecido en casos puntuales cuando han sido solicitados por péritos para investigación de crímenes.
Este fenómeno delincuencial volvió a la palestra pública la semana pasada después de la llamada “Matanza de la barra de la 44” -una masacre de nueve personas en pleno centro de Cali- donde en la escena del crimen apareció una pistola Colck 17 capaz de disparar 30 tiros con proveedor especial. Según versiones, el arma había sido decomisada en tres ocasiones, de hecho su primer dueño quien la tenía debidamente legalizada con salvoconducto, era un temible narco que fue hallado muerto con veinte tiros después de un ajuste de cuentas.
Curiosamente mientras la administración de Cali reclama la aplicación inmediata de un “Plan desarme”, las respuestas del Ejército, autoridad que tiene la potestad de dar el aval, han sido negativas.
Reacciones de sorpresa causaron algunas declaraciones militares donde propusieron amparar la tenencia de armas “para la propia seguridad de los ciudadanos”. Teoría que el Arzobispo Monsalve calificó como “un absurdo de la seguridad armamentista donde se ampararían armas para algunos, y se desamparía a la mayoría de la seguridad que debería brindar el Estado”.
El pastor pidió “claridad sobre todo lo que está pasando con este tráfico ilegal y peligroso de armas incautadas en Cali. Se debe abrir el debate y depurar las Fuerzas Armadas sin acudir a la actitud autoritaria que se ha sentido en estos días, para que podamos seguir trabajando por la paz y la reconciliación social”.
Es de recordar que en este tráfico ilegal de armas, hace algunos años también se incautaron en Cali cientos de fusiles AK-47, que entraron por esa zona aparentemente con destino a la guerrilla y los narcos de la región.