Tuvimos casi una década de petróleo y minerales caros y no lo aprovechamos para invertir en el levantamiento de industrias productivas, modernas y sostenibles. En su lugar, nuestra baja autoestima y un espíritu alcabalero y enemigo de la libre empresa nos motivó a preferir la vía fácil de concentrarnos en las actividades extractivas, alimentando una enfermedad holandesa que solo permite la proliferación de empleos serviles, caracterizados por los salarios misérrimos, la productividad mediocre, las prestaciones magras y la informalidad generalizada. Preferimos continuar con nuestro impulso pueril de despilfarrar las riquezas cuando las vacas están gordas y de distribuir la miseria cuando enflaquecen.
Los países más importantes del mundo han ganado su preeminencia con la acción predominante y continuada de los empresarios, los científicos, los ingenieros, los artistas y los educadores, en cambio, países como Colombia permanecen en la mediocridad por insistir en multiplicar los burócratas que viven parasitariamente de nuestros impuestos, poco compasivos de nuestros salarios magros; los vendedores de cachivaches; y las llamadas de agentes, siempre inesperados y siempre indeseables, que incitan a la tentación y la insensatez de comprar cosas que uno no quiere ni necesita.
Los precios cayeron y ahora llegó la crisis, ante la cual nos sumimos en un estado de negación. Reaccionamos gritando que esta es una situación transitoria, que va a ocurrir un “rebote” hacia los días de derroche; pretendemos como el esclavo sumiso que un “timonel” o “mesías” o “caudillo” haga todo el trabajo de rectificación cuando nuestra calidad de ciudadanos nos conmina a asumirlo colectivamente; ansiamos irracionalmente la llegada del “maná” o la “panacea” como dignos pupilos del hedonismo, es decir, evadiendo el dolor de nuestros desatinos a cualquier costo.
Así, veremos cómo la inversión extranjera se esfuma, cómo las empresas locales y foráneas empiezan a despedir gente a cuentagotas para sobrevivir, cómo se expande una economía de penuria por el engrosamiento de los desempleados y los subempleados, cómo los ciudadanos más talentosos y acomodados se deciden por marcharse a países mejores y cómo se estanca la acción política del estado por las elecciones venideras. ¡Estamos en crisis y aún no nos percatamos de ello!