Ana María es una ejecutiva de 35 años que llevaba cuatro años padeciendo de vértigo. Era tan fuerte su malestar que a veces tenía que caminar sujetándose de las paredes, pues literalmente sentía que el mundo estaba dando vueltas.
Más de diez años sumaba trabajando en el sector financiero cuando su vida comenzó a cambiar: sintió que después de agacharse para colocarse los zapatos tenía que quedarse unos segundos sentada, quieta, porque veía que las cosas daban vueltas en su cuarto, y el solo hecho de levantarse de la cama le generaba la misma sensación.
El especialista diagnosticó vértigo y se inicio el tratamiento médico pertinente con una mejoría casi del 100%, pero la dicha no duró mucho. A los pocos días de suspender las medicinas los síntomas volvían.
Era el momento de investigar más a fondo el origen de esta incómoda molestia y su médico ordenó un TAC de cerebro temiendo que la causa de su vértigo fuese un tumor cerebral. Por fortuna el estudio arrojó resultados normales.
Descartado lo más grave, el siguiente paso fue ser valorada por el otorrino (especialista en el oído) para buscar allí la causa del problema, pues el oído además de percibir los ruidos también es responsable del equilibrio. Luego de hacer diferentes pruebas y exámenes se encontró que todo estaba dentro de parámetros normales. Mientras tanto, Ana María seguía con los mismos síntomas, a pesar de que tomaba religiosamente los medicamentos ordenados por los especialistas.
Entonces, ¿qué estaba pasando con Ana María? Ella notó que toda su sintomatología agravaba a fin de mes cuando debía entregar los balances en el banco donde trabajaba y así se lo hizo saber a uno de sus médicos tratantes. Entonces se concluyó que el generador del vértigo era el estrés y fue remitida al psicólogo, de allí al psiquiatra, pero la mejoría no llegaba y, por el contrario, sus síntomas empeoraban. A su vez, se debía aumentar la dosificación de las medicinas para el vértigo y esto le generaba un sueño irresistible. Como si fuera poco, estaba aumentando de peso.
Ante esta situación ella decidió que lo mejor era renunciar a su cargo y quedarse en casa, de esa manera mejoraría su vértigo si era causado por el estrés y pasaría más tiempo con su hijo y su esposo.
Antes de pasar la carta de renuncia una amiga le sugirió consultar con medicina alternativa, y Ana María decidió hacerlo.
En la historia clínica se indagó a Ana María sobre las cordales y ella dijo que se las habían sacado todas cuando tenía 22 años. Pero como el cuadro clínico era muy sugestivo de ser originado por lo que en medicina bioenergética llamamos: “bloqueo del nervio trigémino”, un nervio grande que le da sensibilidad a toda la cara, se conecta con el cerebro y de allí con muchas partes del cuerpo incluido los centros de control del equilibrio como el oído, se le pidió a Ana María hacerse un examen llamado Panorámica, que permite ver todas las piezas dentales en conjunto... Y, ¡oh, sorpresa! Ana María aún tenía una cordal incluida, es decir que nunca salió porque creció en una dirección incorrecta y quizá por eso no se la habían sacado con las demás cordales. El paso a seguir no podía ser otro que la extracción de la muela.
En palabras de la misma Ana María: “Sentí en el mismo instante que me sacaron esa muela que todo lo que daba vueltas se detuvo y mi vida volvió a la normalidad”, incluyendo su peso corporal que para el momento había aumentado más de cinco kilos.
Dr. Oswaldo Rojas 2261409 cel 310 4618391