Apolinar Vargas lleva más de 30 años en la Unión Peneya, una vereda, como muchas del Caqueta donde mandaron las Farc. Fue el primer lugar donde Ingrid Betancur secuestrada abrió los ojos y se percató que su destino había quedado en manos de la guerrilla. En una de sus calles, donde aún se respira el miedo hermético de las balas, esta el cementerio donde Apolinar Vargas, el sepulturero manda.
En el 2004, aterrorizados, 3000 personas dejaran en una noche todo y abandonaron la Unión Peneya a la suerte de los combates entre ejército y el Frente 15 de las Farc comandado por Wilmer quien entregó esta semana su fusil de combate.
Apolinar Vargas se quedó haciendo lo que ha hecho siempre: enterrar. No pregunta. Las tumbas no tienen nombre sino el alias de la guerra.
El sepulturero es el único que lo sabe todo.
¿Qué hacían las Farc con sus muertos?
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Posted by Las2orillas on Thursday, June 29, 2017