Observando desde la distancia y desde el comienzo hasta el final todo lo ocurrido en la audiencia pública adelantada por el procurador general de la nación Fernando Carrillo Flórez en el Salón Fundadores de la Universidad del Cauca, no me cabe la menor duda de que al final este funcionario se fue de Popayán con un equipaje de percepciones encontradas. Sí, porque este no era el escenario para armar debates, ni para juzgar ni condenar a nadie y menos para salir en la defensa de funcionarios cuestionados, sino para que los ciudadanos y ciudadanas expusieran sus inquietudes respecto al manejo, algunas veces sospechoso, de procesos que se adelantan en este organismo de control o denunciaran posibles hechos de corrupción tal como algunos lo hicieron.
Lo ocurrido demuestra claramente lo mal que estamos, y de como un tema por el que todos deberíamos hacer causa común, la corrupción, nos ha polarizado. Resulta perverso que, al mejor estilo, tal como ocurrió en Popayán, sin un juicio previo, los ciudadanos y ciudadanas públicamente tomen partido a favor o en contra de quien es señalado de cometer una falta, así como también de que con todas estas manifestaciones se hubiera intentado incidir en las decisiones de este organismo de control. Sin duda, es preferible que se absuelva a un culpable a que se condene a un inocente.
Respeto y valoro el interés del Procurador General Fernando Carrillo de salir de la Procuraduría a visitar las regiones con las llamadas “Audiencias Públicas”. Sin embargo, dudo mucho de que su interés de recuperar la imagen de esta institución tenga efectos inmediatos, al menos no en este departamento donde la desconfianza y la incredulidad de la ciudadanía en esta institución supera con creces todos los pronósticos. Todavía los caucanos tenemos fresca en la memoria la inoperancia de esta institución en el caso Probolsa, de la PTAR de Puerto Tejada y de los cientos, y cientos de procesos que terminaron engavetados o perdidos, o aquellas decisiones que culminaron liberando a responsables o premiándolos con sanciones irrisorias.
En el Cauca no son las organizaciones armadas dedicadas a la minería ilegal y el narcotráfico las que más daño le causan a este departamento, no, es la corrupción, y la corrupción que, salvo por los funcionarios honestos, opera desde el interior de estas instituciones; la fiscalía, la contraloría y la procuraduría, con la única misión de torcer los procesos que comprometen a políticos de cuello blanco y servidores públicos de rango medio con el saqueo y aprovechamiento de los recursos públicos.
Reitero mi admiración por el procurador, tengo la percepción de que es un hombre provisto de buenas intenciones, pero mientras sigan siendo los políticos los que incidan en el nombramiento de los funcionarios de estas instituciones nunca pasará nada. Esto es como si los bandidos escogieran, por duro que parezca, a sus propios jueces.
Tampoco, va a pasar nada en el caso de Indeportes Cauca, la exdirectora de esta institución Ana Bolena García Ricardo será juzgada y sentenciada a una pena ejemplar como para acallar los ánimos de un vulgo que tiene sed de justicia y los determinadores liberados por “falta de pruebas”, pese a existir contra ellos evidencias contundentes que los comprometen. También, el despilfarro y los hechos irregulares que marcaron la historia de los recursos del Sistema General de Regalías pasará como un hecho siniestro nada mas y sus perpetradores premiados, tal vez, con un nuevo cargo de elección popular.
Ojalá que algún día este país y este departamento cambie, mientras tanto, en tierra de ciegos el tuerto seguirá siendo rey.