Nada duele más que ver como se desmorona con crímenes de odio nuestra sociedad. Y no se trata de circunstancias adversas o trágicas, gritando para que se aplique justicia de sangre desde la comodidad que da el control remoto del televisor. Pero, ¿quién puede ser indiferente al acto criminal de la bomba que acabó con la vida de tres mujeres, y dejó heridas a tantas otras en el Centro Comercial Andino? Supongo que solo cuando sentimos la violencia asesina cerca de nosotros salimos a gritar a pulmón herido: ¡Terroristas!
Sí, terroristas, con ese odio y con esa rabia que la guerra ha incubado en nuestra esfera más íntima. Esa misma guerra que en Colombia ha pasado de generación en generación de una forma tal que ahora parece un insumo cultural odiarse con el vecino, con el papá, con los hermanos.
Y me pregunto, qué esconde la palabra (el Tag, la etiqueta) que solemos gritar a todo pulmón cuando estallan actos criminales: ¡Terroristas! ¿Quiere decir acaso que al gritar terroristas vamos sanar nuestras heridas per se?, ¿que al etiquetar a un criminal con la palabra terrorista no volverán a suceder estos actos criminales? Se han preguntado qué sucede cuando la palabra terrorista (que tanta línea editorial enmarca con objetivos políticos) detona en nuestras cabezas como reflejo espontaneo de nuestra impotencia como individuos sociales. Se han preguntado los periodistas (lo saben) qué subyace en esta palabra que tanto inoculan a diario. ¿Sabemos que se incuba en la ideologización política, jurídica, de la palabra "terrorista"?
¿Qué distingue a un criminal de un terrorista?, ¿es más cristiano el criminal que el terrorista o viceversa, y por lo tanto matar líderes sociales, o grupos de musulmanes, no es un acto terrorista?, ¿cómo visualizamos o diferenciamos socialmente a un criminal de un terrorista una vez han cometido sus crímenes?, ¿qué representa un criminal y qué representa el "terrorista" como reflejo de nuestro orden social? Desde una perspectiva clínica, ¿qué representa un criminal para el discurso político y qué representa un "terrorista" para el discurso político? Jurídicamente, ¿cuál es la diferencia entre un criminal (asesino, etc.) y un terrorista?, ¿cuál es la diferencia para una víctima al ser asesinada con un puñal o una bomba, por un terrorista o un criminal?, ¿acaso somos una sola voz cuando gritamos "criminales", o lo mismo cuando gritamos "terroristas"? Algunas respuestas a estas preguntas las encontramos si con cabeza fría damos un repaso a las redes sociales, a los periódicos, a los noticieros y escuchamos a los "periodistas" a los "políticos" y a las personas del común enzarzadas en discursos ideologizados de odio, con inspiraciones políticas y religiosas (en muchos casos de las mas extremas) argumentando donde poner el dedo acusador.
La palabra criminal encierra en sí misma un orden jurídico individual, que refleja nuestro fracaso como sociedad. La etiqueta terrorista encierra un orden jurídico sobre un grupo social, ideologizado con inspiración política o religiosa de la más extrema. La palabra criminal más que sacar el grito herido lo que hace es avergonzarnos en nuestro fuero intimo como individuos sociales. La palabra terrorista por el contrario construye un discurso ajeno que nos libera de esa responsabilidad social, apelando a la indignación individual, a la rabia, a la retaliación. Esto lo saben muy bien los lideres terroristas y políticos que apelan a cualquier estratagema con tal de tener indignados a los individuos sociales prestos a sus intereses, potenciales terroristas. Es de esa masa señaladora que saldrá el próximo terrorista. El tag, o la etiqueta "terrorista" tiene el mismo significado e intención ideologizadora tanto de quien la enuncia para referirse al criminal, como las circunstancia y cargas sociales que llevan al individuo a incubar intenciones para cometer un acto criminal.
¿Por qué cuando alguien comete un acto criminal, y capturan a los asesinos se libera la sensación de que todo puede seguir su curso, sindicando los móviles con otra etiqueta? Por el contrario, cuando se cometen actos terroristas y capturan a los sindicados queda en el ambiente la sensación de que en algún lugar alguien, el vecino, el amigo o el papá simpatiza con ideologías afines al terrorismo. Y gritamos terroristas con el animo de condenar... ¿a quién? No mientan, esos criminales o terroristas no son marcianos, son personas incubadas e ideologizadas que bien pueden ser sus hijos, vecinos, familiares, gentes de bien. Amén de nuestro fracaso como sociedad y satisfacción de quienes saben que el miedo es una herramienta de poder mas efectiva que cualquier política social.
Quien quiera que haya sido el autor del atentado criminal en el centro comercial Andino está haciendo favores políticos que representan mucho para la división de nuestro ciudadanos; sin embargo eso no oculta nuestro fracaso como sociedad, y como seres humanos responsables de nuestro destino. Están haciendo fiestas con nuestra estupidez.