Después de los transgénero llegan los transespecie, una nueva tribu, con su correspondiente lobby para imponer los derechos de los animales atrapados en cuerpos de hombre. ¿Tendremos leyes de identidad de especie? Los gobernantes de Occidente son muy capaces.
Quizá la sociedad no está siendo lo bastante acogedora con la diversidad. Quizá se está quedando corta con los derechos exclusivos para tantas identidades víctimas de la genética. Quizá la discriminación positiva, las cuotas en empresas y administraciones públicas, las guías escolares, las campañas institucionales contra la fobia, el bullying y el mobbing, o la vigilancia de un lenguaje inclusivo en los medios, estén dejando en la cuneta a otras personas atrapadas en cuerpos extraños, esa pandemia de nuestro tiempo.
Es el caso, por ejemplo, de este gato noruego atrapado en el cuerpo de una mujer de 20 años.
¿Qué pasa con sus derechos trans-especies?
¿No hay un pase de Metro gratuito para Nano –que así se llama–? ¿No hay Whiskas en el Burger King? ¿No tiene derecho a una cubeta de arena limpia en los baños públicos? ¿No deberían hacer parques exclusivos y vallados, donde Nano ronronee y se revuelque, a salvo de los perros? ¿No deben aprender los reclutadores a maullar como este minino de Oslo en las entrevistas de trabajo?
Su cuerpo de mujer es un accidente, una fatalidad del destino, “un error genético”, como ella misma explica en esta entrevista para el canal noruego de televisión P3 NRK, con más de dos millones de visitas en Youtube:
A los 16 años comprendió que era un gato atrapado en un cuerpo de mujer.
Odia el agua –no necesitas creerla: fíjate en su pelo–. Se asea con manoplas de peluche que empapa en saliva y con las que se frota la cara.
Camina a cuatro patas por el suelo de tarima bien pulido de una confortable casa, típica del alto nivel de vida noruego.
Hace fu y se crispa cuando ve a un perro.
Se ha puesto unas orejas y un rabo postizos, y lleva un cascabel al cuello.
El psicólogo le dice que de eso se sale con tiempo y esfuerzo, pero ella no quiere creerlo: “Yo he nacido gato y seré un gato toda mi vida”.
Ni se te ocurra juzgarla. Sería muy fóbico por tu parte.
Nano no está solo –por su nombre, se diría que es un gato transexual atrapado en un cuerpo de mujer: ¡lo diverso se complica!
Hay otros gatos atrapados en cuerpos de la especie humana. Otras víctimas de una naturaleza patriarcal, capitalista y, ahora también, inflexible con los individuos trans-especies.
Nano conoce a Svien, un alma gemela. También se siente un gato, se comporta como un gato y hace que le llamen “Svien, misi misi”, como llamarías a un gato que merodea desconfiado por tus pantorrillas.
Se conocieron por Internet. Los trans-especies quieren visibilidad para su causa.
A propósito de este caso, los editores del Ace of Spades, un blog de opinión política iconoclasta y lúcido, escriben:
“Es ciertamente extraño que, en estos tiempos objetivamente malos para la economía,estemos simultáneamente condenados a los extraños sueños que produce un exceso de riqueza. Pienso que no había mucha gente que creyera, durante la Gran Depresión, que ellos eran gatos atrapados en cuerpos de la especie humana. Seguramente eran mentes mucho más prácticas. Lo cual les permitió reconstruir la sociedad y volver a ser prósperos. Y aquí estamos nosotros, en tiempos objetivamente duros que deberían producir un pensamiento fuerte, descendiendo en la indulgencia y la decadencia. Son tiempos difíciles, pero no producen un pensamiento fuerte. Ni siquiera producen un pensamiento débil. Producen el no-pensamiento. Producen psicosis. Producen alucinaciones, y ni siquiera de una clase interesante. ¿Dónde están las montañas de oro sobre las que deberíamos estar durmiendo, para poder soñar de una manera tan indulgente? Tenemos nuestra decadencia, pero, ¿dónde está la opulencia que debería apuntalarla?”