Durante los últimos días, el país se ha venido enterando de los resultados obtenidos por los docentes como consecuencia del paro realizado por el magisterio colombiano, quedando claro, que el tema sobre reivindicaciones salariales era tan solo uno de los tantos por los cuales se generó esta coyuntura, algo que los representantes del Ministerio de Educación (MEN) y los grandes medios de comunicación intentaron desvirtuar de manera reiterada ante la opinión pública, objetivo que no se logró consolidar ante la capacidad de respuesta de todos los docentes del país, encabezados por el presidente de FECODE Carlos Rivas.
En este punto, es preciso aclarar que durante los últimos años, un alto porcentaje de educadores se había distanciando de los representantes de FECODE por ciertas acciones y posturas ejecutadas por estos durante el paro realizado en el año 2015, situación que ocasionó una ruptura entre las “bases” y sus dirigentes, llevando a que la crisis sindical surgida en Colombia desde hace ya un buen tiempo, se intensificara de gran manera.
No obstante lo ocurrido, los docentes volvieron a salir a las calles, único mecanismo con el que cuenta un pueblo para ser escuchado; uno de los pocos derechos que aún pueden desarrollar los ciudadanos, el derecho a la huelga, a la protesta, a “chillar”, como bien lo diría Nicolás Buenaventura, “La minoría manda y la mayoría chilla”[1].(1992, p. 31) Es algo inherente al magisterio colombiano, el cual durante toda su historia se ha visto obligado a acudir a las vías de hecho para que los temas educativos del país sean tomados enserio por los gobiernos de turno.
“(…) la única forma de hacerse escuchar en Colombia es creando situaciones de hecho, ya que las vías democráticas de la participación ciudadana siguen estando tan bloqueadas hoy como siempre” (Cajiao 2017, p.101).
Después de esta digresión volvamos al tema principal, las ganancias del paro. Sería reiterativo enunciar uno por uno los acuerdos firmados entre FECODE y el MEN el pasado 16 de junio, es por esto que quisiera resaltar los logros intangibles de los cuales poco se habla y muchas veces se pasan por alto o se desconocen.
Sin lugar a dudas los educadores lograron demostrar su fuerza, la opinión publica se dio cuenta que el magisterio de Colombia está conformado por un gran número de trabajadores, los cuales superan de gran manera a otros gremios u organizaciones de orden civil dentro de la nación, su magna presencia abarca el largo y ancho del país, siendo en muchas ocasiones la única representación que logra tener el Estado en alejadas y remotas regiones del país.
A lo anterior se suma la aparición de un nuevo líder. Si bien Carlos Rivas representa la vieja dirigencia dentro del magisterio, es imposible no reconocer el importante papel que desempeñó durante esta coyuntura. Desde hace ya varios años FECODE no contaba con un presidente contundente, claro y enérgico en el manejo del discurso; sus apariciones en los medios de comunicación lograron que la sociedad entendiera las razones por las cuales el magisterio se encontraba en las calles. Si bien, un importante número de docentes mantienen diferencias de fondo con Rivas, en especial frente a la Evaluación de Carácter Diagnostica Formativa (ECDF), su gran liderazgo y desempeño permitieron que el paro llegara buen puerto; lo demás son temas de manejo interno de los educadores, de los cuales se tendrán que ocupar en el corto y mediano plazo.
Habría que decir también que la ilusión y la credibilidad de la “bases” volvió a florecer, si bien la decepción del 2015 generó una crisis dentro de la organización, esta vez el docente de a pie volvió a creer en su sindicato, se consolido una relación de camaradería, de lucha, de unión. Los educadores confirmaron que ante la pasividad de la sociedad civil, la única opción de sobrevivir a las políticas del neoliberalismo y a su represión laboral, es la fuerza de la organización sindical. Aquí, la importancia de entender que los sindicatos están por encima de los malos dirigentes y que su debilitamiento o desaparición seria la autodestrucción de la educación pública y del magisterio colombiano.
No está por demás traer a colación, la experiencia que lograron adquirir las nuevas generaciones de docentes en este tipo de situaciones. Podría asegurar sin temor a equivocarme, que los docentes del régimen 1278 por primera vez experimentaron de manera directa como se desarrolla un paro; muchos docentes participaron en el cese de actividades del año 2015, sin embargo, sus dinámicas y accionar se distancian en gran manera de lo vivido recientemente. La gran mayoría de educadores salieron a la calle sin temor a las consecuencias de su accionar, el discurso represor de muchos directivos docentes fue superado, el inicio de acciones disciplinarias y laborales por parte de las secretarias de educación fueron echados al olvido y la angustia generada por la directiva ministerial No. 37 paso convertirse en gallardía y compromiso por la causa, lo cual contribuyo al fortalecimiento de la lucha.
Queda por añadir la importancia organizacional y estructural que se vio dentro de los diferentes sindicatos. La logística para desarrollar un paro nacional es sumamente compleja, sin embargo, la mayoría de directivos demostraron preparación y entereza al respecto, algo fundamental en estos casos. A lo anterior, se suma el desempeño de los representantes y delegados sindicales de cada institución y ciudad, en realidad son ellos los que tienen el contacto directo con la totalidad de docentes dentro de cada colegio, su entrega y compromiso lograron movilizar y motivar a la gran mayoría de educadores de “base”, conectando así las ideas de la dirigencia con las acciones de los afiliados a la organización.
Para terminar, es preciso decir que la lucha del magisterio no termina aquí, lo vivido es apenas un barniz para las grandes batallas que se tendrán que desarrollar en los próximos años, entre ellas el estatuto único docente, confrontación para la cual será necesario superar por mucho lo puesto en este 2017, de ello dependerá el futuro de la carrera docente en el país durante las próximas cuatro o cinco décadas. Es por esto que los nuevos educadores deben continuar preparándose para asumir de manera idónea la dirigencia de la organización (en el tiempo oportuno), teniendo claridad en que lucha del magisterio los acompañara hasta el final de sus días.
PD: Reconocimiento especial a todos los grupos y manifestaciones artísticas que se desarrollaron en el paro, en especial a la Batucada Revolucionaria, sin ellos este paro en Bogotá simplemente no hubiera sido igual. “Gracias totales”.
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[1] “¿Qué ocurre con la inmensa mayoría? Pues bien, la mayoría protesta, la mayoría llora, chilla. Aquí estamos nosotros chillando (…) si es necesario saldremos también afuera a chillar, a corear, a cantar nuestra protesta. Es la democracia capitalista. La minoría manda y la mayoría chilla (…)”.
REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
Cajiao Restrepo, Francisco. La educación Colombiana desde mi columna, p.101, Bogotá, Magisterio, 2017.
Buenaventura, Nicolás. ¿Qué paso camarada?, p.31, Santafé de Bogotá, Apertura, 1992.
