¡Buenos días! ¡Buenas tardes! ¡Buenas noches! ¡Gracias! ¡Por favor! Son palabras que poco a poco se están perdiendo en nuestra juventud, por no decir que ya se perdieron…
La urbanidad de Carreño, con que muchos fuimos educados y que fue escrito en Venezuela en el año 1853, contiene lecciones y consejos de como debían comportarse las personas en espacios públicos y privados. Fue un texto obligatorio por mucho tiempo en las escuelas de latinoamericana. Normas que deben ser recordadas, enseñadas y conocidas nuevamente por las futuras generaciones.
Este texto que contiene cuatro capítulos:normas de comportamiento personal, normas de comportamiento en la casa y en la familia, normas de comportamiento con las personas y en la comunidad y normas de comportamiento en la escuela y el trabajo, es una obra que para escuelas, personas, ya esta pasada de moda, es letra muerta y es considerada arcaica, un concepto anticuado, esta borrada, olvidada por los nuevos y modernos comportamientos. Que tan equivocados están…
Los malos modales y la descortesía se han convertido en un problema creciente, estos hábitos de conducta generan un modelo de sociedad preocupante, una sociedad que es cada vez más vacía, desnuda de valores, de insolidaridad y de egoísmos. Nos interesan poco las cicatrices de otros, convirtiendo la convivencia social en un entorno frío y lamentable. Una sociedad que cada vez habla peor, una sociedad deteriorada…
Vemos malos tratos e irrespeto a personas de la tercera edad, insultos entre conductores, actitudes groseras cuando le llamas la atención a alguien, jóvenes que se hacen de la vista gorda o dormidos, para ceder el asiento a una mujer embarazada o persona mayor de edad, vemos personas de cualquier edad que arrojan basura en las calles, tiran escupitajos en el piso. Se perdió el gesto de dejar pasar a la mujer primero, por la pobre excusa que estamos en tiempos de igualdad de género. El tuteo a personas mayores ha dejado en el olvido y ha arrinconado a la palabra "usted". Nos hemos convertido en seres humanos bruscos, violentos, ya no decimos por favor o un simple perdón, existe un deterioro verbal…
A todo lo anterior se le suma ese universo de las redes sociales, vivimos en un mundo vertiginoso e hiperconectado, ya no se come ni se cena en familia, pues todos están conectados en la jungla de las redes sociales, anteriormente era irrespeto llamar a una casa en la hora de comida, ahora es todo lo contrario, se llama y se habla con el teléfono móvil a todo momento. Se nos olvido que la mesa es un lugar sagrado, donde se aprenden modales y se comparte como una unidad.
Ahora vivimos en una sociedad digital, con el uso de nuevas tecnologías y es así como los celulares y dispositivos electrónicos han introducido una nueva mala costumbre que antes no existía, que es hacer uso de ellos a todo momento, ya sea en una conversación, en una conferencia, en una cita, en una reunión.
Adicionalmente consumimos mucha basura por los medios, donde empaquetan material de poca y baja calidad, hay un morbo culposo para ver, reproducir imágenes y vídeos con actitudes pendenciarías, que atentan contra la vida, que atizan al odio y a la violencia.
Muchos crecimos viendo dibujos animados que despertaban un halo de inocencia, que enseñaban a los niños valores, amistad, valentía. Se pasaba sentado muchas horas frente a un televisor en una edad que somos como esponjas y en donde estábamos afianzando la personalidad. Esos dibujos animados contribuyeron de una u otra forma también a formarnos como personas de bien. Recordemos a la abeja maya, la pequeña Lulú, Ruy el pequeño Cid, la familia Robinson, el oso Yogui, Heidi o el famoso grito Yabba daba doo, solo para mencionar algunos… La juventud de ahora se define en dos: Dibujos animados con la mentalidad de Bob Esponja y malos modales.
Esta conducta de malos modales se viene generando de una manera gradual desde la década de los noventa, por el auge de la tecnología, por una economía consumista y salvaje.
No podemos generalizar que gente con malos modales, cría gente con malos modales, así como no siempre hijo de tigre sale pintado, pero en un porcentaje alto se presenta y podemos decir que es una cadena fallida de la procreación. Todo lo anterior es solo una fotografía de lo que estamos viviendo
COLOFÓN:
Los buenos modales jamás pasarán de moda, la invitación es que nos hagamos un autoexamen y miremos las conductas, comportamientos que debemos mejorar. Los buenos modales pueden ser recuperados, pero se necesita de un trabajo de escuela, de familia y con conciencia, para que estas conductas puedan expandirse y añadirse nuevamente en los comportamientos. Nosotros mismos podemos cambiar la sociedad. Propongo de nuevo la asignatura obligatoria para el currículo escolar de Urbanidades, valores, etiqueta y buenos modales, para que se de esa transmutación, sabemos que será una ímproba tarea, pero debemos seguir emulando el comportamiento de antes. Hacemos votos para que así sea.
