Miércoles en la noche. Faltan 15 minutos para las 9 p. m . Hay dos televisores encendidos en la casa. En uno, 3 mujeres miran un reality, en el otro, quien escribe esta columna, sigue un debate en uno de los canales institucionales. Mi hija de 4 años le hace el quite a la hora de dormir y “flota” entre un salón y otro compartiendo apreciaciones y comentarios. En una de sus visitas a mi programación se queda en silencio mirando fijamente el discurso de un hombre de saco y corbata que habla algo alterado. Después de algunos segundos da media vuelta y sentencia: “Acá también perdieron los antioqueños”.
Resulta que por esos extraños mecanismos de la vida, los tiempos y el destino de un grupo de antioqueños del Desafío súper humanos en el Canal Caracol coincidió con el debate de control político al Director del IGAC (Instituto Geológico Agustín Codazzi) en la Cámara de Representantes. Mientras en las playas de República Dominicana desaparecían “Los Antioqueños” como equipo y procedían a destruir su escudo (esto fue lo que más impactó a mi hija) en el Capitolio Nacional unos pocos representantes y senadores encaraban el tema de Belén de Bajirá, con señalamientos, adjetivos y proyección de mapas y cédulas.
Zorro de mil batallas, de clientelas y truquillos,
el gobernador Luis Pérez sabe que nada une a un pueblo
más efectivamente que un enemigo común
Ha sido desafortunada, por decir lo menos, la manera como algunos dirigentes políticos han enfrentado, desfigurado y aprovechado el diferendo limítrofe entre Antioquia y Chocó en la zona de los municipios de Mutatá, Turbo y Riosucio. Populismo, imprudencia, desconocimiento, irresponsabilidad y hasta indolencia. El gobernador de Antioquia, con muy poco que mostrar después de 18 meses de pensar, pensar, pensar y fallar en grande, ha trabajado incansablemente por generar un ambiente de indignación colectiva enfocada tanto hacía el presidente Santos y su Gobierno (con su 12 % de aceptación y cayendo), como a los dirigentes del Departamento del Chocó. Zorro de mil batallas, de clientelas y truquillos, el gobernador Luis Pérez sabe que nada une a un pueblo más efectivamente que un enemigo común. Aunque fue el gerente de campaña de Santos en Antioquia, el actual mandatario departamental sabe que este incidente es perfecto para señalar al presidente, para obtener titulares y para desviar la atención de la gente, para que su perversa administración no sea el centro de las miradas. El papel de víctima mayor le sienta bien. En rueda de prensa el gobernador de Cambio Radical y el Partido Liberal, minutos después de un anuncio contrario a los intereses de Antioquia, llegó a amenazar con cortar los servicios públicos de las zonas. ¡Valiente!
Del lado del Chocó la cosa no ha sido muy distinta. A los adjetivos “invasores” “explotadores” y “dominantes”, que profieren el gobernador y algunos políticos chocoanos, se le suma el hecho, poco claro y en extremo sospechoso, de exigir la publicación del mapa oficial del Chocó como compromiso expreso para suspender el paro. ¿Negociando tierra?
Las posiciones de ambas partes desfiguran un proceso que tiene partes con responsabilidades claras, reglas de juego, tiempos y exigencias muy concretas en lo jurídico y en lo administrativo. La victimización, la agresividad y los señalamientos suben los ánimos, reaniman regionalismos estúpidos y generan riesgos para los habitantes de las zonas en cuestión. Tal como lo dijo un congresista en el debate, acá el tema no es exclusivamente de kilómetros cuadrados, sino de personas, vidas, relaciones y arraigo.
Por mis ocupaciones anteriores tuve la oportunidad de conocer de cerca el proceso de deslinde entre Antioquia y Chocó. Como administración departamental presentamos todos los argumentos y pruebas para sustentar la pertenencia de Belén de Bajirá y los tres corregimientos de Turbo al Departamento de Antioquia.
En la visita al terreno, por medio de entrevistas, mediciones, revisiones cartográficas y hasta análisis semánticos se logró demostrar cómo la descripción contenida en la Ley 13 de 1947 (por la cual se crea el Departamento del Chocó) es imprecisa, difusa e imposible de aterrizar a la realidad de la zona. Se configura un límite dudoso en términos de la Ley 1447 de 2011 y se hace necesario que la decisión final la tome el Congreso de la República a partir de las pruebas aportadas al expediente.
Ahí volvemos a la sentencia de mi hija. Desafortunadamente parece que en un primer momento la bancada antioqueña en el Congreso no entendió el reto que les presentó el IGAC con un informe que contradecía en sus conclusiones buena parte de lo probado durante el proceso. Después de 10 meses de radicado el informe fue votado a pocos días de que se acabara la legislatura y, si bien se decidió devolver el mismo al IGAC, faltó contundencia para demostrar que existía un límite dudoso y, por lo tanto, correspondía al Congreso la decisión final. El IGAC recibió el informe de vuelta y muy olímpicamente procedió a publicar sus conclusiones con el mapa mencionado en el acuerdo de levantamiento de paro, como si el límite fuese claro y visible.
Me dicen en mi casa que el gran error de “Los Antioqueños” en el reality de Súper humanos fue haber mandado a sus mujeres a los Desafíos de Muerte (para cuidar a los hombres y su fuerza física) y al final quedar expuestos a un Desafío de Capitanas en el que perdieran su última mujer y desaparecieran como equipo. Tal como sucedió. Faltó estrategia y concentración. En el diferendo limítrofe señalar al presidente Santos (¿qué puede haber más fácil y taquillero? ) y tratar de animar el regionalismo (miope, discriminatorio y peligroso) equivale a mandar a las mujeres al Desafío a Muerte. Podrá parecer un acierto a corto plazo porque produce aplausos y “likes” pero es un grave error estratégico. Ojalá la equivocada sea mi hija.